La boda del heredero -
Capítulo 28
Capítulo 28:
La mañana del lunes siguiente salí de la ducha y entré a la habitación que se supone compartía con Irina para buscar ropa en el armario, no era ahí donde había pasado la noche. Todos esos días había estado durmiendo en la habitación de invitados.
Ella ya no se encontraba ahí, había descubierto que tenía el hábito de levantarse temprano, cosa que me pareció genial, ya que yo solía ser madrugador también.
‘Aunque no es que justo ahora eso importe demasiado’, me dije, tomando en cuenta que no compartíamos lecho ni hacíamos actividades en conjunto.
Abrí la puerta del armario y empecé a buscar algo que ponerme esa mañana, tenía que volar a París, me vería con el Doctor Giroud para una consulta antes de entrar a trabajar y entonces finalmente podría regresar a la oficina.
Busqué entre las prendas y aunque reconocía algunas, otras eran completamente nuevas y ajenas para mí, y sin embargo, decidí optar por uno de los conjuntos nuevos…
O al menos uno que no tenía en mi memoria, era un traje de pantalón y chaqueta en tono hueso que estaba colgado con un suéter cuello alto casi del mismo tono.
Normalmente yo usaba colores más oscuros, pero tuve que reconocer que aquel conjunto no estaba mal, y no dejaba de preguntarme si lo habría comprado yo o si había sido un regalo de alguien más… de Irina, quizás.
Pero dejé ese pensamiento de inmediato, porque inevitablemente me llevaría al hecho de que había olvidado todo el año anterior y esto me disparaba la frustración, y con ella la jaqueca.
Me di un último vistazo en el espejo, me sacudí el hombro y en un intento de alisar más la pieza, tomé de las solapas de la chaqueta y halé de ellas para acomodarlas, al hacerlo… una punzada violenta y veloz atravesó mi cabeza.
Cerré los ojos con fuerza y bajé la mirada mientras una imagen se iba formando en mi interior.
Entraba a un sitio a oscuras, en el que yo parecía sentirme cómodo; a mi lado Irina caminaba despacio, y tan pronto como ambos cruzamos al interior, cerrando la puerta a nuestra espalda… Me abalancé sobre ella y la alcé en vilo.
Tomé su diminuta cintura entre mis manos y me aseguré que mi cuerpo quedara bien pegado al suyo mientras la apoyaba contra la pared. Ella parecía sorprendida por el arranque, pero en absoluto enfadada por ello.
“¿Es esto lo que quieres? ¿Por eso has estado mirándome todo el día?”, le pregunté inclinándome para acariciar con mis labios la línea de su mandíbula.
Ella gimió suavemente y llevó sus manos a mi cuello.
“Es que…”, suspiró con anhelo.
“Es este estúpido traje”.
Deslizó sus manos sobre mis hombros, hasta aferrarlas a las solapas de la chaqueta y halar de ellas con fiereza.
“No es correcto que vayas por ahí luciendo así… Haciéndome sentir así”.
Irina se inclinó hacia mí para pegar sus labios a los míos, no nos besamos, pero nuestras bocas danzaron un par de segundos una contra la otra, acariciándose y dejando que nuestros alientos se mezclaran… Detonando mi libido.
“De acuerdo… Empezaré a usarlo más seguido entonces”, respondí yo antes de deslizar mis manos hasta su trasero, sujetarla fuerte y abocarme a besarla con desenfreno mientras ella me dedicaba la más maravillosa de las sonrisas.
Di un par de erráticos pasos hacia atrás, hasta chocar contra el borde de la cama y dejarme caer sentado a la orilla de la misma.
Mi respiración se había acelerado y la punzada en mi cabeza amenazaba por partirla en dos, pero por encima de aquello respondía a lo que había pasado en la visión…
Era como si mi cerebro me estuviese llevando al mismo nivel de excitación que tenía en esa visión, pero ¿Qué significaba aquello?
Mientras intentaba calmarme, miré al espejo otra vez, en la visión llevaba puesta la misma ropa que ahora, y el movimiento de halar la solapa había sido similar al que hizo Irina.
¿Estaría en presencia de un recuerdo?, y ante ese pensamiento, me llevé una mano a la boca y me froté la piel una y otra vez.
La imagen que se proyectó en mi mente había sido subida de tono y la cubría un manto de intimidad que me parecía increíble estar compartiendo con Irina, pero…
¿Qué otra cosa podía ser?
Sacudí la cabeza y me puse de pie, ya tendría tiempo para meditar al respecto, de momento ya tenía otra cosa que conversar con el doctor en nuestra cita.
Terminé de arreglarme y un par de minutos después salí hacia la cocina, donde me recibió la imagen de Irina, del otro lado de la barra de la cocina, sirviendo un vaso de jugo, mientras Elliott jugaba sobre su silla para comer.
“Buen día”, saludé para hacerme notar.
Ella alzó la mirada y pude notar cómo su rostro se tensó al verme… al detallar mi ropa.
Fue solo un segundo, luego apartó la mirada y me dio los ‘buenos días’, pero esa fracción de segundo que duró su contrariedad, o su sorpresa… me hizo pensar que lo que llegó a mí un momento atrás no había sido algún tipo de fantasía, sino un recuerdo…
¿De verdad le gustaba cómo me veía con esas prendas? ¿Seguía siendo así?
“Ahm… Hay cereal, frutas y tostadas para desayunar”, anunció ella con voz titubeante.
“Tomaré unas tostadas, gracias”.
“Aquí tienes”, dijo pasándome la bandeja.
“¿Te sientes listo para volver al trabajo?”.
“Sí, ansioso más que listo, en realidad”.
Forcé una sonrisa.
“Todo saldrá bien, descuida. Adrien y yo te asistiremos en todo momento”.
“Muchas gracias”, murmuré, pero bajé la cabeza de inmediato, excusándome en comer, porque me pareció gracioso notar que ella parecía estar evitando a toda costa mirarme.
‘No es correcto que vayas por ahí luciendo así… Haciéndome sentir así’, se repitieron sus palabras en mi cabeza y tuve que hacer un esfuerzo por controlar la sonrisa que se iba a dibujar en mi rostro.
¿En ese momento estaría Irina afectada por mí del mismo modo que parecía estarlo en el recuerdo?, esa idea hinchó mi pecho de vanidad de inmediato.
‘Pero hay muchas cosas que debo aclarar primero’, me dije a mí mismo, en parte reprendiéndome.
“Solo me hubiese gustado estar ahí hoy y no tener que esperar”, reproché con pesar.
“Tranquilo, tu salud es primero… Habla con el doctor y relájate, nosotros hoy haremos todos los preparativos para organizar tu oficina, lo de dividir las gestiones y todo eso, ya mañana cuando llegues… no tendrás que preocuparte por nada más”.
“Gracias, Irina”.
Se hizo un silencio incómodo un par de minutos hasta que ella volvió a hablar.
“Debo ir a cambiarle la ropa a Elliott, estaré lista en cinco minutos, ¿Quieres que te lleve al aeropuerto?”.
“Sí, claro… Esperaré”.
Ella tomó al niño y se marchó hacia la habitación, dejándome solo con la taza de café que me tomaba; no podía sacarme de la cabeza su imagen, con los ojos nublados de deseo, diciéndome lo que le provocaba verme vestido de esa forma.
Eso me hacía pensar en qué tanta confianza e intimidad habíamos tenido Irina y yo antes del accidente, ¿Realmente teníamos una relación verdadera?
Había demasiadas preguntas en mi cabeza, solo esperaba poder aclararlas pronto.
Cuatro horas después, estaba sentado en el consultorio del Doctor Giroud, mientras este me hacía los chequeos rutinarios.
“Bueno, Emmett… por lo que logró ver, tus reflejos están muy bien. No parecen afectarte los cambios de luz, eso es bueno… ¿Cómo van los dolores de cabeza? Y no me mientas diciendo que no has tenido ninguno”, preguntó mientras tomaba nota en una carpeta.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar