La boda del heredero
Capítulo 24

Capítulo 24:

Obviamente Damien surgía como único candidato, cosa que ni a Adrien ni a mí nos pareció, pero finalmente a mi nuevo aliado la había parecido una idea sensacional postularme para una presidencia compartida.

Salí de la sala de juntas y caminé hasta la oficina de Emmett, aquel espacio que me hacía sentir tan débil y tan fuerte al mismo tiempo; podía recordarlo ahí sentado, luciendo como si pudiera controlar el mundo con tan solo un ordenador y un teléfono.

Yo era su esposa, era mi deber representarlo, pero era justo eso lo que me intimidaba… ¿Cómo iba a lograrlo?

Adrien había dado el discurso de su vida, y logró convencer a todos de que era apropiado y necesario tenerme ahí dentro de la empresa.

Yo había estado merodeando las oficinas esa última semana, pero recién ese día se había tomado la decisión y ahora era oficialmente parte de Lefev’s en representación de mi esposo.

Entre prepararme para la llegada de Elliott y visitar a Emmett en el hospital… Tener que ir todos los días a una oficina no me apetecía en nada.

Aunque podía entender el punto de Adrien, que no podía contener solo los ataques de los Lefebvre, que habían empezado a caer como buitres sobre la dirección de la empresa.

“Así que finalmente lo lograste, Irina”, me giré hacia la puerta para ver a Damien, mirándome con los brazos cruzados.

“¿Qué logré exactamente?”.

“Sacarme del camino, claro”.

“¿Eso hice? Creí que aún serías parte de la directiva junto conmigo”.

“Sabes a lo que me refiero… Casarte con Emmett fue solo el inicio, tu único objetivo ha sido frenar mi ascenso”.

Reí al oírle.

“Ay, Damien… Por amor a Dios, confabular contra tu hermano para quitarle lo que por derecho le corresponde no es precisamente un ‘ascenso’. A las personas malas le va mal, eso es todo… Algunos le llaman karma, quisiste ser más listo que Emmett y, una vez más, no lo fuiste”.

“Porque tú fuiste corriendo a advertirle, ¿No? ¿Él lo sabe?”, preguntó acercándose a mí.

“¿Qué cosa?”.

“¿Que te casaste con él solo para vengarte de mí? ¿Qué aún me sigues amando? ¿O de verdad se cree el cuento de que lo amas?”.

“Primero, no te amo; segundo, de todos los motivos por los que estoy con Emmett… tú no eres uno de ellos”, respondí con burla, aunque en el fondo ambos sabíamos que era mentira.

“Vamos, Irina… Sé muy bien que sigues dolida por lo que pasó con Nadine, y de verdad yo no pretendía que nos vieras, pero las cosas se dieron así… Pero no me mientas diciéndome que no me amas todavía… Tu boca puede decir lo que quieras, pero recuerdo perfectamente lo que decía tu cuerpo cuando estábamos juntos”.

Se había acercado a mi sujetando mi brazo y tuve que dar un manotazo para apartar su mano, odié sentir su contacto.

“¿Y sabes qué recuerdo yo perfectamente?”, pregunté entre dientes.

“Recuerdo haber pensado que nunca había conocido realmente el placer hasta que Emmett me tocó”.

Su cara se tensó al instante.

“Recuerdo haber comprobado que no es lo mismo tener se%o con un simple muchacho a dejar que un hombre me hiciera el amor. Recuerdo haberme sentido estúpida por haber perdido tantos años detrás de un imbécil que me daba escasos momentos de diversión, en lugar de estar con el hombre que me hizo conocer un goce real y profundo. Entonces no, Damien, no te miento, realmente no te amo… Emmett se encargó de borrar cualquier rastro de ti que quedara en mi cuerpo… No le tomó mucho, siempre ha sabido superarte en todo”.

Los labios de Damien temblaban, yo sabía que no había nada que odiara más que saberse superado por su hermano, pero no contaba con que ya tenía preparado un contraataque.

“Pues es una lástima que la vida te permitiera gozar del hombre tan poco, pero no todo dura para siempre, ¿No?”, dijo con una sonrisa maliciosa.

“¿De qué hablas?”.

“No es que Emmett pueda darte mucho placer estando postrado en una cama, ¿O sí?”.

“Emmett despertará”.

“¿Estás segura? Los doctores no lo creen así, Emmett lleva meses sin reaccionar y los pronósticos no son buenos, ¿Qué vas a hacer con un marido convertido en un vegetal? Mamá ha preguntado, ha evaluado las opciones y… no creo que a mi hermanito le quede demasiado”.

Una corriente del más desolador frio recorrió mi cuerpo al oírle, mis manos y mis labios empezaron a temblar.

“¿De qué estás hablando?”.

“Su sistema respiratorio está fallando demasiado, es cuestión de días para que sufra un paro, y si eso pasa… quizás decidan no hacer esfuerzos exagerados por reanimarlo”.

“¿Esfuerzos exagerados? Malditos infelices, es Emmett… ¿Piensan matarlo?”, gruñí.

“No es matarlo, Irina, no seas ignorante, una junta médica puede declarar que no está en condiciones para mantenerse vivo por sí mismo, y en esta familia no vamos a mantenerlo con vida pegado a una máquina, mientras la empresa se mantiene en el limbo esperando por él”.

“Si él está vivo y deciden no hacer todo lo que está en sus manos para salvarlo… lo están matando, no voy a permitir que le hagan eso”.

Mi voz no era más que un murmullo difícil de entender mientras daba unos pasos atrás y apoyaba las manos sobre el escritorio, lanzando un par de cosas al suelo.

Estaba ahogándome con todo lo que me estaba diciendo Damien, ¿Cómo podía una familia tener tan pocos escrúpulos?

¿De verdad iban a dejar morir a Emmett?

“Pero quizás es lo mejor para todos, ¿Sabes?”, siguió acercándose a mí.

“Sin él de por medio tú y yo podríamos retomar lo nuestro. Tuve que tomar la decisión de dejarte porque una unión con Nadine era más provechosa en ese entonces, pero cuando mi hermano muera… tú te quedarás con su dinero, y si nos unimos otra vez… toda la fortuna de mi padre será enteramente nuestra, no tendremos que compartirla con nadie, ¿No es lo que siempre has querido? ¿Estar conmigo y ser rica? Pues sacando a Emmett de la ecuación, seremos más ricos de lo que una vez imaginamos cuando éramos adolescentes, piénsalo solo un segundo y verás que es una situación ganar, ganar”.

La forma tan cínica, tan vil en la que dijo aquello… ‘Sacar a Emmett de la ecuación’ como si se tratara de una bolsa de basura en lugar de un ser humano, su hermano… mi esposo. Aquello terminó por nublarme la razón.

Lo siguiente que supe fue que me lancé sobre él y empecé a golpearle el rostro sin descanso, él intentó apartarme…

Porque mis manos no estaban libres.

Damien gritó y maldijo, y no fue sino hasta que sentí un par de brazos rodearme y privarme de movimientos, que me di cuenta que llevaba un sacagrapas en las manos.

Completamente en shock las dejé caer al suelo y vi con horror que Damien tenía el rostro cubierto de sangre mientras un guardia de seguridad lo asistía.

“Dios”, murmuró Adrien a mi lado, eran sus brazos los que me sostenían.

No supe cómo fui capaz de pensar tan rápido, pero en cuestión de segundos tomé mi celular y me acerqué a él, que apenas lograba ponerse de pie por completo.

“¿Quieres que te cuente algo que me enseñó tu hermano?”, levanté mi teléfono y se lo mostré.

“A grabar todas las conversaciones que considerara potencialmente provechosas. Si algo le pasa a Emmett, llevaré esto a la policía y me encargaré de que el hospital entero, tú y tu maldita familia… se pudran tras las rejas, ¿Entiendes? Ahora lárgate y busca una buena historia para justificar lo que te ha pasado en la cara”.

Damien contraía el rostro con furia, pero no dijo una sola palabra, se limitó a sacudirse las manos del guardia de encima y marcharse de la oficina.

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