La boda del heredero
Capítulo 23

Capítulo 23:

“O sea… ¿Quieres dejar fuera a Emmett hasta el próximo año, porque puede sufrir de vértigo y migrañas?”, pregunté con ironía.

“Estás empezando a sonar desesperado, Damien”, le dijo Adrien, ganándose una mirada asesina.

“No es necesario que hagamos de esto una guerra”, intervino Paulette, pero nadie pareció escucharla.

“Ok, ok…”.

Emmett alzó las manos para calmar a los dos hombres.

“¿Qué les parece esto entonces? Déjenme retomar la presidencia, pero mantengamos las oficinas que hasta ahora han controlado mi hermano y mi esposa”, miró a todos con intensidad.

“He estado estudiando todas las operaciones de la empresa este último año, pero es cierto que ellos están mucho más empapados que yo en el tema, entre los tres seguiremos trabajando para sacar a flote a la empresa de donde sea que se haya hundido, y en un año, durante la junta de fundadores se tomará la decisión de regresarme el poder total o no hacerlo, pero en base a mi trabajo, no a otro informe médico y argumentos forzados”.

Terminó mirando con advertencia a su hermano.

“¿Dices que debemos dividir la presidencia de la empresa en tres departamentos?”, preguntó Damien como si fuese una locura.

“Yo estoy de acuerdo”, agregué de inmediato.

“Creo que es lo mejor para la empresa, suponiendo que lo que queremos todos es eso… lo mejor para la empresa”.

“Yo también voto a favor”, comentó Adrien, reclinándose hacia atrás en su asiento para finalmente mirar a su pareja, que ahora lucía nerviosa y confundida.

“Pues yo voto que no”, dijo Gioconda.

“Lo siento hijo, pero no creo que sea lo mejor ni para ti ni para la empresa, hay que esperar”.

“Yo también voto que no… mis razones ya las di”, dijo Damien aun enfadado.

Uno a uno los miembros de la mesa fueron emitiendo sus votos, éramos quince personas en la sala, y para cuando llegó el turno de Paulette, el conteo era siete-siete, por lo que todos los ojos estaban puestos en ella.

Resoplé enfadada, queriendo estrangularlos a todos, si dependíamos de la ingenuidad de Paulette y su tendencia a tragarse las mentiras de su hermano y las manipulaciones de su madre… entonces ya todo había acabado, pero cuando la mujer abrió la boca, nos dejó a todos sorprendidos.

“Voto a favor de reintegrar a Emmett a las actividades”.

No pude evitar sonreír ante al jadeo de Gioconda y la maldición de Damien.

“¿Qué estupidez estás diciendo, Paulette? ¿No ves que te contradices?”, bramó Damien.

“Sí, lo sé, pero al iniciar la junta creí que eran solo dos opciones, dejarlo solo al frente de todo o no hacerlo, no sabía que podía volver con ayuda, si es así… creo que merece que le demos la oportunidad de regresar”.

El hombre murmuró un par de cosas mientras se hundía en su asiento, si desde mi posición pude oír las palabras ‘estúpida’ y ‘desleal’, estuve segura que Adrien pudo oír mucho más… su expresión de odio me lo confirmó.

“Pues entonces eso sería todo… Recomendaría que lo que resta de semana se hagan los preparativos necesarios, para poder iniciar el lunes con las tres oficinas de presidencia. Emmett, bienvenido nuevamente, hijo”, dijo con una sonrisa amable.

“Ahora sigamos al siguiente punto”.

Durante el resto de la reunión la tensión era casi asfixiante en la sala, pero todos se mantuvieron acorde a la situación, sin embargo, cuando todo acabó y empezaron a levantarse, la Familia Lefebvre le cayó encima a la pobre Paulette.

Damien y Gioconda no disimulaban en sus reprimendas y la chica parecía estarse disculpando, pero entonces Adrien intervino, le vi decirle un par de cosas a su madre, y luego tomó a su novia y la sacó de la sala.

“Hubiese pensado que este tiempo al mando te había hecho un poco más lista”, oí la voz a mi espalda, pero no me molesté en voltear a mirarlo.

“A ver Damien… sorpréndeme, ¿Por qué crees que no soy lista?”.

“Este año vi en ti actitudes que nunca me hubiese imaginado, te volviste una mujer de cuidado en los negocios, llegué a pensar que habías dejado atrás a la tonta pueblerina que fuiste un día, pero…”, resopló con una sonrisa burlona.

“¿No dudar en entregarle todo el poder a Emmett tan pronto regresa? No lo sé… no me parece inteligente”.

“¿Por qué no lo haría? Es su presidencia… su empresa, su derecho”.

“Sí, pero yo te conozco, Irina… Ya saboreaste el poder y dejarlo te va a costar, ¿Crees que Emmett te dará las libertades que tenías antes?”.

“No lo sé. Pero te repito… es su derecho, y yo soy su esposa… debo luchar por sus intereses”.

“A ti el amor te vuelve estúpida, siempre ha sido tu problema… ¿Vas a seguir luchando tan ciegamente por él, aunque sabes que solo te usa?”.

“¿Esa herida te sigue sangrando, Damien?”, pregunté burlona, pero sintiendo que el odio hervía en mi interior.

“¿Acaso las gloriosas comidas de Nadine no te han hecho olvidarme? ¿O te sigue carcomiendo saber que Emmett te superó una vez más… como va a ser siempre?”.

Damien tensó los labios y se acercó un paso más a mí, pero la voz de Emmett le hizo retroceder.

“¿Algún problema?”.

“Ninguno, ya me iba”, respondió Damien antes de marcharse.

“¿Qué ocurrió?”, preguntó Emmett.

“Nada, vámonos”, quise moverme, pero al instante sentí el agarre de su mano sobre mi brazo, y solo entonces noté que ya la sala estaba completamente vacía salvo por nosotros.

“Mi vida se ha vuelto un maldito circo, mi familia se ha transformado en un nido de víboras, por lo visto la empresa está sufriendo una crisis y todo te pone en el puto centro de todo”, gruñó.

“Me pides que confíe en ti, Adrien me dice que lo aborreces, pero cada vez que volteo te encuentro con el rostro a menos de tres pulgadas de mi hermano, entonces creo que merezco que me digas qué m!erda te traes con él”.

Ofendida y furiosa tiré de mi brazo y me solté de su agarre para dar un paso hacia él.

“¿Quieres saber qué me traigo con Damien? Bien… te lo diré”.

Estrasburgo, Francia.

Casi un año atrás…

“No estoy de acuerdo, me parece una idea descabellada, absurda… ¡Ella no sabe nada de la empresa!”, había exclamado Damien.

“Ella es la heredera legítima de Emmett, Damien… Si él no está aquí, ella es su representante”, me defendió Adrien con cansancio.

Damien había estado insufrible durante la junta, y ahora que había acabado parecía querer seguir con el drama

“Y no sé por qué te empeñas en hacerla ver como una ignorante, cuando todos aquí sabemos que no lo es”.

“No merece un puesto en la junta, y ciertamente no merece un puesto en la Dirección”.

“Pues es una lástima, porque ya lo tiene”, respondió Adrien poniéndose de pie, recogiendo sus cosas y saliendo de la sala, seguido de mi cuñado, que parecía poco dispuesto a dejar el tema estar.

Habían pasado tres meses del accidente, Elliott estaba por nacer y Emmett no daba señales de reaccionar, eso estaba empezando a poner nervioso a todos, en especial a Damien, que se había vuelto más hostil hacia mí al saber que la junta había solicitado una reunión de emergencia y pidieron que yo estuviera ahí.

Me habían comunicado que temían por la situación, que la empresa no podía seguir sin director al mando y que, por respeto a Emmett, me estaban dando un voto en la reunión para elegir su sustituto hasta que todo volviera a su cauce.

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