La boda del heredero
Capítulo 22

Capítulo 22:

“¿Y es una construcción nueva? Porque jamás había visto esta casa antes… de hecho, en mi memoria… aquí recuerdo la vieja casa…”.

“Roux… sí, es esta”, sonreí ante su sorpresa.

“Es increíble… Siempre te gustó esta casa, ¿No? Te escuché hablando de eso muchas veces… Hace años. ¿A quién contrataste para el trabajo?”.

“No sé quién hizo el trabajo… Porque de eso te encargaste tú”.

“¿Yo?”, preguntó sorprendido.

“Sí… Este fue tu regalo de aniversario para mí. Justo como acabas de decirme… ese día me dijiste que sabías que soñaba con tener esta casa y que ahora era nuestra… Te vuelvo a dar las gracias por eso”.

“Vaya… Es una casa muy bonita, fue un excelente regalo, ¿No?”.

“Maravilloso”.

“¿Y tú qué me regalaste?”, preguntó un minuto después, alzando una burlona ceja cuando empecé a sonrojarme.

“Se%o”.

Apreté los labios cuando él resopló riendo.

“Pero antes de eso… un feo set de corbatas”.

“Oh, no…”.

Crispó el rostro con asco antes de reír.

“¿Fue se%o de remordimiento entonces?”.

“Sí”, admití antes que soltará una carcajada.

“Fue un buen aniversario para ambos entonces”.

“Lo fue”.

Al instante, una tensión incomoda y silenciosa se hizo lugar entre nosotros. Algo que me hizo maldecir esa estúpida amnesia qué estaba sufriendo, quise correr a mi habitación, pero decidí poner mi grano de arena para romper esa tensión antes de irme.

“Emmett… Sé que es difícil para ti, que no recuerdes nada debe ser terrible. Pero también lo es para mí, porque… No te voy a mentir, diciendo que entre tú y yo había sentimientos que no había, no había palabras de amor… Pero funcionaba, ¿Sabes? Para ambos… Nos sentíamos a gusto y pues…”, levanté ligeramente a Elliott en mis brazos.

“No cambiaría nada, y ciertamente no me arrepiento, no después de él”.

Me marché con rumbo a la habitación antes que dijera nada, pero al menos me gustó ver que no había desprecio en su mirada.

“¿Qué es esto?”, pregunté entre divertida, aliviada y ofendida.

“Un informe médico, ya lo dije…”, respondió Damien con fastidio.

“¿Alguien quiere hacer el favor de dar inicio a la lectura?”.

“Yo lo haré”, se ofreció Paulette, y entonces toda la sala quedó en silencio salvo por la voz de mi cuñada, que decía nada más que tonterías.

Fueron tres minutos de lectura, y durante ese tiempo no se mencionó la palabra amnesia, en cambio se decían cosas como ‘cuidar los niveles de presión arterial’, ‘posibles ataques de vértigo’, ‘jaquecas y migrañas que pueden llevar al vómito’ y un sinfín más de condiciones que me tenían sin cuidado, al menos para los fines que teníamos.

“Bien… Creo que ya que se dejó esto sobre la mesa… debemos discutir con seriedad si realmente es prudente dejarle volver tan pronto”.

Damien hablaba como si nos hubiese dado un golpe mortal, cuando lo cierto es que en el rostro de Adrien, el alivio no podría ser más evidente.

“Yo pienso que aún es muy pronto para someterte a tanta presión, hijo”, dijo Gioconda mirando hacia Emmett.

“No tienes ni dos semanas que dejaste el hospital, es demasiado pronto para volver, lo mejor sería que te quedaras un paso atrás por ahora y dejaras que los que se mantuvieron al frente de la empresa este tiempo sigan su trabajo”.

“Yo opino lo mismo que mamá, creo que es demasiado pronto para Emmett… lo perdimos por un año entero, no quiero volver a ponerlo en esa situación solo por el capricho de sentarlo en la oficina principal”, fue el comentario de Paulette, que torció el gesto cuando Adrien dejó caer la cabeza decepcionado.

Seguramente avergonzado de que su novia fuese tan ingenua, pero aunque ella mantuvo su vista fija en él, Adrien no volteó a mirarla cuando tomó la palabra.

“Pues yo difiero, esta última semana he interactuado con Emmett y me parece que es el mismo de antes, incluso hemos estado repasando los números de la empresa, porque está decidido a volver con las ganas puestas en ello, y aquí para nadie es un secreto la importancia de la presencia de Emmett en la empresa, el peso que tiene para los trabajadores… No es un capricho”.

Paulette miró a Adrien, sabiendo que era un disparo para ella, pero este mantuvo su vista apartada.

“Pero… si lo que dice este informe es cierto…”, intervino Durand.

“¿No estaríamos jugando a la ruleta rusa? Me refiero a… ¿Cómo podemos saber que no se le disparará la tensión durante una junta o…?”.

“¿Cómo podemos saber que a usted no le dará un infarto durante una junta, Durand?”, le interrumpí, ganándome su mal gesto.

“Usted tiene una condición cardiaca, agravada por su edad avanzada y sin embargo… aquí está. ¿Cómo sabemos que a Gioconda no se le subirá la tensión en reuniones como esta? ¿Cómo se arriesgaron a que a mí no se me rompiera la fuente en plena jornada laboral hace un año cuando venía a trabajar embarazada? ¿Norman?”, miré al asistente de Damien.

“¿Eres diabético, cierto?”.

“Sí, señora”, respondió el hombre de mala gana.

“¿Lo ven? Todos tenemos alguna condición, argumentar que Emmett no está en capacidad de hacer su trabajo solo porque ‘es propenso a sufrir fuertes migrañas’ es absurdo, y si me lo permiten… parece una jugada desesperada”.

“¿Dices que estoy desesperado por mantenerlo fuera de la empresa?”, ladró Damien.

“Hablas como si su ausencia no te beneficiara a ti también, cuñadita”.

“Sí, pero… No fui yo quien trajo el informe, ¿O sí?”.

Damien apretó los dientes con furia ante mi respuesta.

“El informe fue algo que pedimos todos en familia, Irina”, agregó Gioconda.

“Seguramente, en esas reuniones familiares tan selectivas”.

“Basta”, intervino Emmett antes de que su madre abriera la boca nuevamente.

“Señores… Esto no dice nada”.

Dejó caer su copia sobre la mesa.

“En mi última sesión con el Doctor Giroud, me dijo que debía retomar mi vida donde la había dejado, llevarlo con calma pero hacerlo, llevar las riendas de Lefev’s nunca fue complicado para mí… no lo será ahora”.

“Emmett, entiende que esto no es nada personal en tu contra, hermano, ¿Qué más quisiéramos todos que tenerte de vuelta?”, comentó Damien, haciéndome poner los ojos en blanco.

“Pero la empresa pasó por un duro momento con tu accidente, nos costó bastante mantenernos a flote, y recién lo estamos superando del todo… Lo siento, pero no voy a exponerlo todo por darle un voto de confianza cuando recién sales de un maldito coma, entiéndelo”.

“¿Y qué propones entonces?”, pregunté cruzándome de brazos.

“Mi familia y yo proponemos que las cosas se mantengan como están hasta la próxima Asamblea de Fundadores”.

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