La boda del heredero
Capítulo 17

Capítulo 17:

“¿Inversionistas? Creí que solo sería gente de la familia y de los viñedos”.

“Sí, bueno… que el heredero de la empresa más importante de toda Alsacia despertara de un coma, no es cuestión para pasar bajo la mesa. ¿Por qué no te pusiste el traje que te dejé en la habitación?”, preguntó con disgusto.

“Bueno… es que al final he pensado que quizás iba mejor vestir más casual, como te dije, no sabía que habría inversionistas aquí”.

“Es que… pareces un simple capataz de los viñedos, en lugar del dueño de todo”, se quejó.

Yo miré mi ropa, dudando que un capataz pudiera vestir con aquellas finas prendas, pero entonces las palabras de Irina volvieron a mi cabeza: ‘Ella siempre ha querido levantar muros entre ustedes y el pueblo’, me avergonzó comprender que quizás siempre había sido así, pero yo recién lo estaba notando.

‘O quizás lo comprendí hace un tiempo, pero no lo recuerdo’, me dije enfadado.

Aquella situación era una m!erda, no saber a quién creerle era una m!erda, no poder confiar en mí mismo… era incluso peor.

Saludé cortésmente a todos los que mamá quiso que saludara hasta que por fin llegué hasta donde estaban Pau y Damien.

“¿Ya hiciste el tour?”, preguntó él con burla.

“Eso espero”.

“No los puedes culpar, todos creímos que morirías y… mírate, como un roble”.

Sonrió, gesticulando con amabilidad fingida.

“Curioso… Rupert me dio a entender que tú le habías hecho ver otra cosa”.

Al oírme torció el gesto con burla.

“Rupert ya está senil, Emmett, muchos en la junta lo están… ya vendría siendo hora que la renovemos”.

“Imagino que ya tienes tus propuestas”, comenté con curiosidad.

“De hecho sí, llevo mucho queriendo reemplazarlos”.

“Bueno… podemos hablar de ello en la próxima reunión, deberían hacer una pronto, ¿No? Por lo del aniversario”.

El hecho de que tanto Damien como Paulette se vieran sorprendidos por mis palabras, le daba más peso a la teoría de Irina.

“Sí, habrá una reunión la semana entrante”, comentó Damien de mala gana.

“Pero… ¡Cómo! ¿Planeas asistir?”, preguntó Paulette sorprendida.

“Pues claro, ¿Acaso no debe ir toda la familia? Y he de suponer que hablarán de mí también, así que…”.

“Por supuesto, estás en la boca de todos estos días”, siguió Damien con el mismo tono de antes.

“Bueno… Si crees que es prudente”, murmuró Paulette, no muy convencida.

“Pero yo preferiría que no te pusieras tanta presión aún”.

“Descuida, Pau… Emmett es el hombre que volvió de entre los muertos. Una reunión no lo matará”.

Damien tomó la copa de vino que le acercó uno de los meseros y se la bebió de un trago, por lo visto mi anuncio no le había sentado bien.

Seguí la trayectoria de su mirada y no me sorprendió notar que estaba mirando a Irina, en el extremo opuesto del salón, lo que sí me sorprendió fue la oleada de furia que eso me generó, pero tuve que dejar eso de lado cuando vi quién la acompañaba.

“Discúlpenme, debo ir a buscar a mi esposa”, anuncié y me alejé sin darles tiempo de decir nada más.

Mientras caminaba entre los invitados, y me detenía a saludar a uno y a otro, iba repasando los hechos desde que había despertado.

No confiaba en Irina, o más bien en sus argumentos para ayudarme, si es que realmente me ayudaba como ella decía, pero había tenido razón con respecto a mi familia, y si tal y como ella me hacía ver, había bandos…

Ella se había reservado un buen compañero de equipo, eso debía significar algo.

Me acerqué con sigilo, intrigado por el hecho de que ella parecía alterada.

“¿Y entonces que, Adrien? ¿Dejamos que lo saquen y ya? Que se salgan con la suya”, se quejaba ella.

“No, Irina… Pero es complicado, el idiota tuvo una movida muy inteligente, no me lo esperaba”.

“Y si se somete a votación… ¿Cuántos votos tenemos?”.

“¿Sin Gioconda ni Paulette? Menos de la mitad”, respondió el hombre.

“Debes hablar con Paulette, Adrien. No puede traicionar a Emmett así”.

“Ella no lo ve como traición, Irina… En serio cree que le hace un favor a su hermano”.

“¡Pues entonces hazle ver que Damien la está usando!”.

“Sabes muy bien que he procurado mantener el tema de Damien fuera de nuestra relación”.

“Lo sé, lo sé… Pero ¿Entonces qué? ¿Todo lo que luchamos para mantenerlo alejado de la presidencia, para venir a darnos por vencidos justo cuando Emmett despierta?”.

“¿Qué ocurre?”, pregunté acercándome a ellos, haciendo que ambos se sobresaltaran.

“Dios, Emmett… ¡Qué bueno verte, hombre!”, exclamó mi mejor amigo lanzándose sobre mí.

Acepté y devolví su abrazo, realmente feliz de verlo, porque entre todo el mar de rostros que había visto desde que desperté, el suyo era el primero en el que realmente confiaba.

“Lo mismo digo, Adrien; pero veo que algo te tiene preocupado… ¿Qué ocurre?”.

“Bueno… Que despertaras alteró un poco el orden de las cosas, es todo”, pude ver que Irina no parecía conforme con esa explicación.

“Vamos, pueden decirme qué ocurre… Ya entendí que hay bandos, y como obviamente no estoy en el de ellos… He de suponer que estoy en el suyo, ¿Por qué guardarme secretos?”.

Adrien hizo una mueca de pesar y se rascó la barbilla.

“Bueno, Emmett; es complicado porque…”, empezó a decir él antes que Irina le interrumpiera.

“Damien consiguió que el Doctor Giroud levantara un reporte donde recomienda que no vuelvas al trabajo aún… Piensa usarlo para que le otorguen la presidencia hasta la próxima Asamblea de Fundadores… El año entrante”.

Me quedé de pie contemplando ambos rostros. Siendo testigo de la furia de Irina y la vergüenza de Adrien, mientras intentaba procesar lo que estaba pasando.

“Pero… ¿Cómo consiguió ese informe? Se supone que hablamos con el doctor y él dio su palabra de no mencionar lo de la amnesia”, comenté hacia Irina, que tensó los labios de inmediato.

“¿Amnesia?”, preguntó Adrien mirando a uno y luego al otro.

“¿De qué hablan?”.

“Adrien… es complicado”, resopló Irina llevándose ambas manos al rostro antes de volver a hablar.

“Vamos a un lugar más privado, ¿Sí?”.

Ambos asentimos en silencio y dejamos que ella nos guiará hasta el que era el salón de reposo de mi padre. Irina cerró las ventanas y las puertas al instante y entonces se giró hacia Adrien, que seguía mirándonos con intriga.

“Emmett tiene problemas para recordar lo que ocurrió todo ese año anterior”.

“Con ‘problemas para recordar’ ¿Te refieres a que…?”,

“No recuerdo absolutamente nada de ese último año”, acoté ante el desconcierto de mi amigo.

“¡Dios! ¿Y creen que eso lo dice ese informe?”.

“No lo sé, nosotros hablamos con el doctor y le pedimos discreción”, siguió Irina caminando de un lado a otro.

“Le dijimos que manejaríamos la situación, pero… no pensé que Damien pudiera contactarlo, ¡Maldita sea! Nunca pienso tan bajo como él”.

“Nadie lo hace, no te castigues con eso, pero… si lo que dice ese informe es justo eso… No tenemos ninguna oportunidad, pero lo que realmente me preocupa es que… Emmett… ¿Realmente puedes…?”.

“Sí”, respondimos Irina y yo al mismo tiempo.

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