La boda del heredero -
Capítulo 16
Capítulo 16:
Gioconda y Paulette estaban de pie cerca de entrada principal y Damien estaba un paso por detrás, entre ambas mujeres… murmurándoles algo sobre sus hombros.
“Algo que debes tener en cuenta ahora que has vuelto, es que tu mamá y tu hermana son marionetas de Damien ahora, y tu hermano es un experto titiritero”.
Emmett tensó la mandíbula y no apartó la mirada de su familia en un buen rato, pero cuando lo hizo quiso mostrar que no le afectaba lo que estaba viendo.
“¿Por qué querrían hacer eso?”.
“Para que te veas desorientado, débil ante la presión… Para…”.
“¿Mantenerme lejos de la empresa?”.
“Exacto”.
“Y déjame adivinar… ¿Tú quieres devolverme el poder?”.
Asentí con una sonrisa.
“¿Cómo sé que puedo confiar en ti? Que no me mientes”.
“No lo sabes. Pero dime algo… Hasta el momento… ¿Quién de ellos parece estar de tu lado?”.
Emmett se tensó una vez más y miró hacia su familia.
“De acuerdo”, dijo un minuto después, tomándome por la cintura.
“Confiaré en ti… Más te vale no mentirme”.
…
La alegría que podía ver en las caras de las personas en el gran salón solo podía compararse con mi absoluto desconcierto.
¿Realmente me apreciaban tanto como para recibirme así?
“Pareciera que en lugar de despertar de un coma hubiese resucitado”, murmuré a Irina, que sonreía con la misma alegría que el resto.
“¿Acaso hay alguna diferencia?”, me miró con pesar.
“Muchos habían perdido la esperanza de volver a verte”.
“¿El hecho de que mi familia no esté sonriendo del mismo modo debería decirme algo?”, pregunté mirando hacia el sitio desde donde mamá nos observaba con gesto de desaprobación y Damien solo parecía hastiado.
Paulette era la única que al menos se mostraba afectada.
“Dejaré que tú mismo saques tus conclusiones”, murmuró ella en respuesta, disimulando sus palabras ya que estábamos entre los demás.
“Emmett, qué gusto verte aquí con nosotros”, saludó Rupert, amigo íntimo de mi padre, y miembro de la Junta Directiva.
“Créeme que a nadie le da más gusto que a mí”.
“Eso es cierto, mira que perderte el nacimiento de tu hijo, sus primeros pasos… Esa fue tu verdadera tragedia”.
Me tensé y sentí a Irina suspirar al oírlo… De todas las cosas que pudo decir el hombre, decidió irse por la que más conflicto me generaba.
Miré al niño en brazos de Irina y nuevamente la punzada de decepción me abordó.
“Sí, una verdadera tragedia”, respondí con un sarcasmo que solo Irina entendió.
“Pero lo mejor de todo es que te ves mucho mejor de lo que comentó Damien, volver a casa te está prestando bien”.
Rupert me palmeó el hombro mientras yo sonreía, hasta cierto punto estupefacto.
“Bueno, Rupert, no quiero ser grosera, pero creo que hay que darles a todos sus cinco minutos con mi esposo”, intervino Irina sonriendo y alejándome de ahí antes de que él pudiera decir nada.
“¿Qué dijo Damien sobre mí?”.
“Me temo que tendrás que preguntárselo a él, pero espero que eso vaya respondiendo tu pregunta de hace un rato”.
“Tal vez un poco”.
Y no mentía, si bien no recordaba las cosas que Irina decía que había hecho, la rivalidad entre Damien y yo había existido desde siempre, aunque los malos sentimientos vinieron principalmente de él hacia mí todas las veces.
Siempre se sintió desplazado por mi padre, y estaba en lo cierto, pero él decidió enfocar ese enojo hacia mí, siempre buscando hacerme quedar mal bajo cualquier circunstancia…
Que quisiera aprovecharse de la cláusula del matrimonio para quitarme la empresa, o que ya estando en coma quisiera hacerse con el poder… me hería, pero no me sorprendía.
Lo que sí me tomaba por sorpresa era la bajeza de sus jugadas… ¿Qué tuvo que haberle dicho a Rupert para que este se sorprendiera de verme caminando? ¿Con qué objetivo?
“Buenas noches”.
Salí de mis pensamientos cuando Hugo Varane se detuvo frente a nosotros.
El hombre lucía más anciano de lo que recordaba, pero también más intimidante, cosa que me pareció extraño, nunca pensé en él como un hombre de autoridad… ¿Lo percibiría ahora así por el hecho de saberme casado con su hija?
“¡Belo!”, exclamó Elliott antes de lanzarse a sus brazos, gesto que no pude evitar que me sacara una sonrisa.
“Hola, campeón… ¿Cómo te portas?”, le saludó jugueteando antes de mirarnos nuevamente.
“Hola, papá”.
Irina se inclinó hacia él para besar su mejilla.
“Hola, pequeña… ¿Qué tal, Emmett? De verdad me da mucho gusto verte en pie, una vez más demuestras que eres un hombre tan fuerte como Olivier, que en paz descanse”, me dijo, haciéndome sentir algo orgulloso, pero al mismo tiempo inquieto, su expresión no coincidía con las palabras que decía.
“Incluso más, ¿No crees?”, intervino Irina sonriendo, antes de que yo pudiera hablar, y la forma en que se pegó a mí y su gesto cariñoso me hizo ver que no solo teníamos que fingir delante de mi familia.
“Me alegra estar de vuelta, Hugo… y poder estar con mi familia”.
“Has hecho mucha falta por acá, muchacho… Espero que te reincorpores pronto al trabajo”.
Y tan pronto como dijo esto, dedicó su atención a Elliott y se perdió entre los invitados.
“¿Por qué siento que me odia?”, pregunté frunciendo el ceño.
“Porque lo hace… Un poco”.
“¿Por qué me odiaría tu padre?”.
“Te culpa por haberme llevado a la deshonra”.
“¿A la deshonra?”, la miré confundido, ella solo se limitó a sonreír.
“¿Qué crees que pensó la gente de este pueblo cuando la chiquilla que perseguía a tu hermano para todas partes, un día decide fugarse con el hermano mayor de este y regresa casada con él?”.
“¿Te han humillado por eso?”.
“Cada día, sin falta… Desde que te dije que sí”, respondió con una mueca.
“Emmett, hijo”, escuché la voz de mi madre a mi espalda, pero solo podía mirar a Irina, lo que me había dicho me pareció muy triste.
“Anda, yo iré a ver a dónde se llevaron a mi hijo”, comentó antes de acercarse y besar con ligereza mi mejilla.
Al igual que como había ocurrido cuando la besé en el balcón, la imagen de su rostro pegado al mío, iluminados bajo una luz verde, me llegó como un torpedo; y como entonces… No supe qué diablos significaba.
“¿Emmett?”, insistió mamá.
“Anda, que hay algunos inversionistas de Lefrev’s que mueren por verte”.
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