La boda del heredero
Capítulo 14

Capítulo 14:

“Gracias y… yo lo… lo siento, estoy nerviosa”.

“Lo sé, pero no tienes que estarlo… Siempre estarás segura conmigo, en todos los sentidos”.

“En serio gracias, Emmett; es solo por esta noche, te prometo que luego solucionaremos esto”.

“Lo sé, esta noche tendrás la cama para ti, dejaré que tus nervios se calmen, pero eventualmente tomaré mi lugar en esa cama”.

“Exacto… Después de todo somos… marido y mujer, ¿No?”, murmuré entre balbuceos.

“Correcto, pero descuida… Incluso cuando duerma en la cama no te tocaré”, aseguro, despertando mi curiosidad.

“¿Jamás vas a tocarme?”, pregunté sin entender si lo que me abrumaba en ese momento era alivio o decepción, pero entonces Emmett rio por lo bajo.

“De acuerdo, voy a reformular mis palabras: cuando duerma en esa cama, no te tocaré… a menos que tú así lo quieras”, frunció el ceño al ver mi reacción y gesticuló como si estuviese buscando las palabras adecuadas.

“Entiende algo, Irina… Soy un hombre de principios y respeto profundamente a las mujeres, en especial a ti; pretendo que este sea un matrimonio real, un compromiso que honraré siempre, jamás habrá otras mujeres para mí… porque tú serás mi mujer, aceptaste serlo, ¿Entiendes eso?”, hizo una pausa para verme.

“Te esperaré, no te tocaré hasta que te sientas cómoda conmigo y me pidas que lo haga”.

“¿Y si ese día no llega jamás?”, susurré, nerviosa de lo que podía suceder si nunca llegaba a hacerme a la idea.

No era tonta, sabía lo que había firmado y lo que significaba, pero yo jamás había besado, mucho menos hecho el amor con otro hombre que no fuese Damien, haberme casado con su hermano era algo que no podía simplemente ocultar bajo la alfombra, en mi mente yo le seguía perteneciendo a él, ¿Qué haría si jamás podía sacarme eso de la cabeza?

Pero entonces, quedé muda cuando Emmett empezó a caminar hacia mí y se detuvo a tan solo un paso de distancia, clavando su mirada en mis labios y moviendo los suyos lentamente, como saboreando el momento, eliminando con eso todo el oxígeno que había a mi alrededor, secando mis labios y desbocando mi corazón.

Jamás me había detenido a pensar en él de esa forma, pero esa noche fui consciente de lo se%y y varonil que era Emmett, de la maravillosa fragancia que desprendía su piel y el calor de su cuerpo. Se me hizo difícil pensar en alguna mujer que no pensara de ese modo… Que no quisiera tenerlo.

Fue la primera vez que alguien me miró así, Damien jamás provocó eso en mí. Viéndolo en retrospectiva, ese había sido el momento en que de verdad empecé a pertenecerle.

Luego de un segundo me dedicó una maravillosa sonrisa ladeada y me miró a los ojos, para descubrir que los suyos se habían oscurecido, él me deseaba y saberlo había provocado un hormigueo en mi cuerpo, una sensación que nunca había experimentado antes.

“No te preocupes por cosas que no van a pasar, Irina… Ese día llegará, te lo aseguro”.

Sonrió una vez más y luego dio un paso atrás, rompiendo la nube de intimidad que había creado a nuestro alrededor.

“Mientras… Respetaré los límites que quieras poner”.

Luego de haber dicho esto, se encerró en el baño y para cuando salió, no volvió a mencionar el tema; pero lo había hecho… había cumplido su palabra. Emmett nunca se había propasado conmigo y jamás se me acercó con intenciones de intimar conmigo hasta que yo finalmente se lo pedí.

Siempre fue un caballero, comprensivo y gentil… quizás por eso me estaba costando tanto lidiar con él ahora, en esta situación… Porque ahora se estaba comportando como mi asustadiza mente se había imaginado que lo haría al casarnos, un Emmett demandante e hiriente que en el pasado nunca conocí.

Yo fui afortunada en muchos aspectos, seguía doliéndome mucho haberle perdido, y rogué, como rogué cada noche del último año para que despertara, que recuperara su memoria, que la vida me devolviera al Emmett que me arrebató.

“Maldita amnesia”, murmuré, sintiendo eso como mi mayor enemigo, lo que me alejaba de la tranquilidad y la paz.

“¿Cuál amnesia?”, di un respingo por el susto y me giré para ver a Gioconda de pie junto a la puerta.

‘M!erda’.

“Gioconda, no sabía que estabas aquí, todo les quedó hermoso”, murmuré mientras me ponía de pie, esperando que mi cumplido le hiciera olvidar mi comentario.

“No lo estaba, acabo de entrar porque te vi a ti entrar como una flecha, ¿Qué ocurre? ¿Estás enfadada por algo?”.

“No, claro que no…”.

“¿Segura?”.

Alzó una ceja mientras yo asentía.

“¿Y a qué te referías con eso de ‘maldita amnesia’? ¿Pasa algo malo?”.

Abrí la boca y me quedé sin palabras un buen rato, sin saber cuál sería una buena forma de escabullirme de aquello.

“No, para nada… Es… solo una expresión, yo… a veces olvidó cosas, y a mi papá le gusta bromear con eso… Ya sabes”, reí con nervios.

“Dice que tengo amnesia estacional y tonterías así”.

“¿Y qué olvidaste que te alteró tanto?”.

Podía ver en su expresión que no se creía demasiado lo que le estaba diciendo.

“Justamente pasar buscando a papá, es que… él quería saludar a Emmett”.

“Ah, pero es que Hugo está invitado, obviamente… Paulette te llamó hace unos días para pedirte el número”.

“Sí, es que lo olvidé… ¿Ves a lo que me refiero? Olvido todo”.

Sonreí, feliz de encontrar algo de lo cual colgarme.

“Pero no es nada grave, solo estoy un poco cansada, y subí acá buscando algo de tranquilidad nada más”.

“¿Te sientes abrumada? Irina, cariño, si el trabajo de cuidar a Emmett es demasiado para ti, no debes sentirte avergonzada de pedir ayuda, nosotras podemos…”.

“¡No!”, exclamé alzando ambas manos, causando conmoción en la mujer, que me miró arrugando el entrecejo.

“Me refiero a que… no es necesario, Gioconda. Yo puedo encargarme de mi esposo, y de mi hijo sin ningún problema. Además… el doctor fue claro al decir que Emmett necesita volver a su rutina, para…”.

Me detuve, había tenido la intención de decir ‘para que recupere la memoria’, pero logré controlar la avalancha verbal antes de que fuese demasiado tarde.

“Para que retome el ritmo otra vez”.

Sonreí con cierta malicia.

“Recién le comenté a Damien que me parece que Emmett está muy bien, creo que pronto podremos tenerlo en las oficinas de Lefrev’s nuevamente”.

“Bueno, cariño… Quizás no debamos apresurarnos con eso, ¿No crees? Cargarle de responsabilidades tan pronto con todo lo que está pasando en la empresa… No me parece. Creo que Damien y tú están haciendo un buen trabajo por ahora”.

Ella sacudió una de sus manos, restándole importancia al asunto, y aunque su comentario me hizo enfurecer al instante, no es como que me tomara de sorpresa.

Gioconda siempre había sido una mujer poco dada a las demostraciones de afecto hacia su hijo… Hacia Emmett, pues con Paulette y Damien era un tema diferente, sobre todo con el último, y siempre se dejaba engatusar por él.

No me extrañaba en absoluto que ya el hombre la hubiese sentado a escuchar todos sus ridículos argumentos sobre por qué Emmett no debía retomar el control de la empresa.

Estaba muy segura de eso.

Tanto como del hecho que la mujer se lo había creído todo.

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