La boda del heredero -
Capítulo 126
Capítulo 126:
“¡De dónde sacaste? ¿La compraste para matarme? ¿Eso no te hace un poco psicópata a ti también?”
Solo en ese momento caí en cuenta de que realmente había sido Irina la que estaba armada cuando Damien y yo entramos…
¿De dónde había sacado el arma?, pero luego el leve recuerdo de ella mencionándome el incidente de Hugo unas noches atrás me golpeó.
Cerré los ojos un segundo, rogando internamente que Hugo tuviera algún tipo de permiso para portar esa arma, de otro modo aquella maldita noche terminaría arruinándole la vida a más de uno.
“Quien trajo el arma es realmente irrelevante luego de que fuiste tú quien la detonó y acabó con la vida de su esposo. Entra en razón, Nadine… Baja el arma, quizás si muestras algún tipo de arrepentimiento, consigas algún juez que sea benévolo contigo”
“Oh, no lo creo, cuñadito… Nah. Mira”
Señaló con el arma a Damien.
“Con él se fue mi oportunidad de librarme de esta, yo ya estoy frita, porque tan pronto como baje el arma y me entregue… Ustedes dos declararán en mi contra y me hundirán, así que mi única verdadera oportunidad de librarla es acabar con ustedes también… Huir… y quizás eso me de algunos días para pensar mejor qué hacer. Pero con ustedes dos fuera del mapa, ya me sacudo mucho de encima, Elliott puede ser un problema para ocuparme después”
“¡¡No te atrevas a tocarlo!!”
Rugió Irina inclinándose hacia adelante sobre mi hombro.
Nadine nos apuntó nuevamente y sonrió.
“O quizás procuro hacerlo pronto, solo para terminar de joderte la vida, pero creo que por el momento… Serás la primera en perecer, porque pensé en un segundo matar a Emmett primero para verte sufrir su partida, pero eres en serio irritante y ya no te soporto, así que…”
En ese instante la puerta se abrió de par en par en un estruendo violento y tres figuras entraron a la bodega.
La pila de barriles me impedía ver con claridad quiénes eran, pero la voz de Edmond rugió entre aquellas paredes de piedra, haciéndome dar gracias a Dios de que al menos los Roux habían llegado en nuestra ayuda.
“¡Baje el arma!” exclamó Edmond con fuerza, dando un paso al frente que me permitió verle finalmente. Apuntaba a Nadine con la vista fija en ella, aunque él no parecía ser consciente de nosotros.
Fue Nicolaj, que dio un paso a la izquierda, hacia los barriles, quien finalmente nos vio… y a Damien, pero todo lo que pasó a continuación fue parte de un torbellino.
Oí una nueva detonación casi en el instante exacto que un dolor intenso y punzante me atravesó el brazo.
“Maldición”
Fue el gruñido de Nicolaj, uno que se mezcló con mi grito de dolor y más aterrador aún… el de Irina, a mi espalda.
Dos detonaciones más se escucharon en la bodega y esta vez los gritos fueron de Nadine.
“¡¡Quédate dónde estás o el próximo va a tu cabeza!!”
Rugió Edmond, a quien vi patear algo en el suelo, supuse que el arma de Nadine, antes de que Nicolaj se atravesara entre nosotros.
“¡¡Llama a una ambulancia!!” gritó Nicolaj, pasando de mí, poniéndome hacia un lado para ir por Irina.
Con una nueva punzada ardiendo y atravesando mi cabeza, me giré hacia Irina, que, aún tirada en el suelo, se tapaba con ambas manos el costado izquierdo del abdomen, mientras de sus manos brotaban y corrían los hilos rojos de sangre.
La bala que me había herido el brazo, apenas me había rozado, pero había logrado llegar hasta ella, hiriéndola en el abdomen.
Quería pensar que no era una herida mortal, pero no podíamos descuidarnos y dejarle perder demasiada sangre.
“¿¡Una ambulancia!?”
Repitió Edmond, no supe a quién más mientras Nicolaj se quitaba su chaqueta y empezaba a hacer presión sobre el abdomen de mi esposa, tratando de evitar que perdiera más sangre.
Me apoyé de la pared con ella y la tomé de los hombros, haciendo que apoyara su cabeza sobre mi hombro.
Mi cuerpo entero temblaba sin control, pero eso nada tenía que ver con la herida que yo mismo tenía, sino que me encontraba con mi esposa entre brazos, viendo cómo su piel se iba poniendo pálida y fría y la sangre no dejaba de salir de su interior.
“Aguarde aquí”
Me ordenó Nicolaj.
“Y no dejé de hacer presión sobre la herida”.
Se levantó de un salto y corrió fuera de la bodega.
Pude ver a Edmond con un par de sogas en la mano, no podía ver con claridad qué hacía, pero imaginé que ataba a Nadine.
Que esa mujer aún estuviera con vida me revolvió el estómago, pero el murmullo de Irina me recordó que había cosas más importantes en las que enfocarme en ese momento.
“Shhh… Calla, amor, por favor, no te esfuerces. Estoy aquí, Nicolaj fue a buscar ayuda para sacarte de aquí, vas a estar bien, te lo prometo, estaremos bien… estaremos bien”
Irina seguía murmurando algo con insistencia, con expresión llorosa. Le repetí que se mantuviera serena, pero el afán con el que se esforzaba me hizo inclinar la cabeza, para intentar oírle.
“¿Qué ocurre, amor?”
“El bebé… El bebé”
Sollozaba Irina como sin ser consciente de lo que yo le decía.
Por un momento creí que se refería a Nadine.
Miré en su dirección y le vi los pies, seguía tirada en el suelo, pero el movimiento de las manos de Irina deslizándose hacia su v!entre y sollozando con mayor intensidad, me hicieron comprenderlo… Y entonces el frío más desolador me inundó el pecho.
“No, no, no…” susurré ahogado y con desesperación, rompiendo en llanto mientras la certeza del desastre que acababa de ocurrir se abría ante mí.
Nicolaj y Edmond entraron a la bodega nuevamente, seguidos de Caspian, que primero miró a Nadine con impresión, pero al notar el cuerpo de Damien al otro lado, se llevó una mano cerrada a la boca y apartó la mirada de inmediato.
“Los paramédicos ya se acercan, Señor Emmett… Necesitamos que se aparte para que puedan atender a su esposa”
Mi instinto inicial fue aferrarme a ella y no permitir que la apartaran de mí, menos ahora que sabía todo lo que podía perder. Pero al final tuve que ir en contra de mi ser y asentir.
Los dos paramédicos entraron a la bodega y se apresuraron hacia nosotros, uno de ellos me apartó sin ningún cuidado y empezó a revisar los signos vitales de Irina mientras su compañero se encargaba de la herida.
“Está embarazada… Está embarazada” logré susurrar mientras la subían a la camilla, pero no supe si alguno de ellos me escuchó.
Todo lo demás fue en un abrir y cerrar de ojos. Logré ponerme de pie con ayuda de Nicolaj, que me sujetó de los brazos, lastimándome la zona de la herida.
“Maldición, también está herido” murmuró el hombre examinándome.
“Estoy bien”
“Le aseguro que no lo estará si sigue perdiendo sangre” agregó Edmond, parado detrás de su hermano. “Debe ir con los paramédicos rápido”
“Pero la policía está por llegar” dijo Caspian, apareciendo ante nosotros.
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