La boda del heredero -
Capítulo 125
Capítulo 125:
“¿No? ¿Qué pasó cuando Emmett cayó en coma? Ese fue un maldito revés en los planes, pero funcionaba, solo tenías que saber jugar las piezas pero ¡pero volviste a ser demasiado estúpido para lograrlo!”
“¿Un revés?”
Se cuestionó Emmertrt entre dientes.
“Tenías que morirte en esa carretera! ¡Salir de mi camino de una buena vez! Y de paso joderle la vida a la otra malnacida. ¿Cómo es posible que la mugrosa hija de un recolector terminará teniendo más poder que yo? Eso no lo iba a permitir nunca, ustedes me han humillado desde la suya”.
“Entonces… ¿De verdad fuiste tú?”, preguntó Damien anonadado.
“¿Tú provocaste el accidente de Emmetrt?”
“¿Lo ves? ¡Eres tan blandengue que ni siquiera lo sospechaste! ¿Creíste que simplemente las cosas te empezaron a salir bien por pura suerte? ¡No seas estúpido, Damien! Te puse todo en bandeja de plata, y pasé cada maldita noche diciéndote que convencieras a tu familia para que le dieran una muerte digna, que lo desconectaran, así acabaríamos con el obstáculo mayor… lrina y su bebé no nacido no iban a ser problema, pero no… Ni siquiera te pude confiar una tarea tan sencilla, En cambio lograste que Irina sacara sus garras otra vez, se encuartelara junto al vegetal de su marido y de paso se instalara en la oficina de al lado… Una incompetencia tras otra”.
“Nadine, por favor… ¿Estás hablando en serio?”, le preguntó Damien estupefacto.
“Sí, Damien, hablo muy en serio. Me casé contigo porque me prometiste algo que no me has dado”.
“¿Algo que no te he dado? ¡¡Vives viajando con mi maldito dinero!! Pasas más tiempo fuera de casa que en mi cama”.
“¡¡Porque detesto estar a tu lado!!”, gritó Nadine, perdiendo por completo la calma, era evidente que su furia había traspasado el limite.
“Al comienzo te toleraba, la promesa del dinero y el poder era sumamente atrayente, pero… ¡Dios! Ya estoy cansada de ti, un hombre tan incompetente no genera ninguna pizca de atracción en mi, ¿Qué esperabas? Y no sabes lo feliz que fui cuando empezaste a comerte a tu secretaria, y a la mujer del bar y a todas las zorras que se te antojaba, de verdad… No me importaba, pero entonces, ninguna sorpresa… dejaste embarazada a una de ellas, entonces pensé: ¿Me está tomando el pelo? ¿No solo no ha cumplido su palabra sino que hará que mi hijo tenga que compartir lo poco que es capaz de darnos? Pues no, Damien… no iba a permitirlo”.
“Creo que ha llegado el momento de calmarnos. Esto podemos arreglarlo de otro modo, alguien saldrá lastimado si seguimos así”
Intervino Emmett alzando las manos, queriendo dar un paso al frente pero el cañón terminó viendo en su dirección.
“¿Te parece que me interesa si alguno de ustedes sale lastimado?”
Nadine arqueó una ceja con burla.
“Tal vez seas tú la que salga herida”, siseé por primera vez en un buen rato.
“No me hagas reír, Irina. ¿Quién me va a herir? ¿Tú?”
“La mataste…”, murmuró Damien, torciendo el gesto, como si los comentarios de unos segundos antes no hubiesen tenido lugar.
Solo entonces, viendo sus gestos de dolor, me di cuenta que sus sentimientos por su amante eran más profundos de lo que creí.
“No lo hice yo, si es lo que preguntas”, repitió su comentario de un momento atrás, está vez con burla hiriente.
“Hablaba de una mujer embarazada, quizás del mismo tiempo que ella y parecía no incomodarle, no se veía ni una pizca de arrepentimiento en ella, eso para mí tenía más peso esa noche, porque al igual que ellas, yo llevaba una criatura desarrollándose en mi v!entre”.
“Eres un ser tan ruin, Nadine… arderás en el infierno”.
Logré decir pese a que sentía que mi mandíbula era de piedra.
“¡¡Pues todos ustedes arderán en el maldito infierno conmigo!! Porque no vayan a creer que seré la única aquí que caerá, ¿Entienden? ¡Porque todos ustedes me han jodido la vida! Y ya va siendo hora de que paguen por eso, pero no logro decidirme quién lo hará primero”.
Nadine agitó el arma y la apuntó primero a uno y luego a otro, pero cuando la apuntó directamente hacia mí y sonrió con malicia tanto Emmett como Damien dieron un paso en mi dirección, en un intento de protegerme, cosa que no le gustó a la mujer, que con expresión de lunática miró a su esposo.
“¿La proteges?”
Soltó una carcajada siniestra.
“Debí saberlo, jamás has podido superar tu debilidad por esta muerta de hambre, ¿Cierto? Siempre intentaste convencerme de que todo fue un plan para hacer sufrir a tu hermano, pero supe que sentías lástima por ella desde esa noche, en este mismo maldito cuarto, que no me dejaste ponerla en su sitio… Ponerle los pies sobre la tierra y decirle que no podía aspirar a la grandeza de un buen apellido… Me lo prohibiste, esa fue tu primer error”
“No siento debilidad por Irina, solo no quiero que hagas una p%ta locura, arruinarás nuestras vidas por una maldita venganza, es una locura… ¡Estás demente!” replicó Damien.
“¡Cállate!” gritó Nadine, fuera de sí.
“Terminarás en la infamia igual que tú padre, un jodido criminal al que ya nadie respeta” siguió Damien, desafiante.
“¡Que te calles!” volvió a gritar Nadine.
Apenas un segundo después, escuché el estruendo de un disparo.
Mi grito se mezcló con el de Emmett, quien se inclinó ligeramente hacia el lado donde Damien yacía en el suelo, con un agujero en la cabeza y rodeado de un charco de sangre, mucha más de la que había visto en mi vida.
“¿¡Qué hiciste!?” gritó Emmett, poniéndose de rodillas junto al cuerpo de su hermano.
“¡¡Cállate!!” fue la respuesta de Nadine, pero no lo miraba a él, sino a mí, pues yo no podía parar de gritar.
Me había echado en el suelo, en un rincón, intentando evitar que la sangre me alcanzara y temblando sin control.
“Cállate o te juro que serás la próxima” gruñó Nadine, dando un par de pasos hacia mí, pero Emmett se apresuró a interponerse, alzando sus manos y rogándole calma, aunque en ese momento la calma era algo absurdo.
Emmett llevaba la ropa salpicada de sangre, yo estaba sufriendo un ataque de nervios y Nadine… Nadine había perdido por completo la razón, y eso nos dejaba a nosotros en la peor de las situaciones.
…
Mis oídos parecían pitar sin control mientras Irina seguía llorando tirada en el rincón y el cuerpo sin vida de mi hermano yacía a mis pies.
Seguía estando en estado de shock hasta que de pronto fui consciente de que las suelas de mis zapatos estaban empezando a mancharse de sangre… Realmente se había ido, y mientras todo eso pasaba, su asesina estaba de pie frente a nosotros.
Nadine sacudía la cabeza de un lado a otro, sin prestar demasiada atención en nosotros. Una parte de mí decía que sería muy fácil lanzarme sobre ella y desarmarla, pero otra gritaba que me quedara donde estaba, que viera el agujero en la cabeza de mi hermano…
Un disparo al azar detonado por alguien inexperto no termina en el centro perfecto del cráneo de nadie, esa precisión no podía ser casualidad; era obvio que Nadine sabía manejar un arma y eso nos dejaba a Irina y a mí en desventaja, pero de algún modo debía sacarlos de ahí.
“¿Qué piensas hacer ahora, Nadine?” pregunté con desprecio.
“Mira lo que le has hecho a Damien… no vas a poder librarte de esta”
La rubia miró hacia mi hermano y torció los labios, su mirada se ensombreció aún más.
“Se lo merecía”
“¡Nadie merece algo así! ¡¡Eres una maldita psicópata!!” gritó Irina en respuesta, cosa que me puso en tensión, ya había quedado claro que Nadine no soportaba los insultos.
“¿Lo soy? ¿¿Yo?? ¿Qué me dices tú, Irina? Te recuerdo que esta de aquí la has traído tú”
Agitó el arma.
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