La boda del heredero -
Capítulo 123
Capítulo 123:
La mujer llevaba un conjunto deportivo y el cabello recogido en una coleta, por lo visto había estado haciendo ejercicio.
Su v!entre apenas si asomaba a verse, pero ya se hacía evidente que estaba embarazada.
“Arina, querida… No es que me importe, pero te ves de la m!erda, parece que no has dormido en una semana”
Fueron sus burlonas palabras al entrar.
Me dedicó una mirada despectiva de pies a cabeza que en otro momento me hubiese enfurecido, pero esa noche tenía otras cosas en mente.
“Pues no estás muy lejos de la verdad, aunque dudo que no sepas por qué no puedo dormir”
Al oírme frunció el ceño con gesto ofendido, ahí supe que no me pondría fácil.
“¿Dónde está Emmett?”
“¿Y por qué sabría yo dónde está tu esposo?”
Siguió con el tono de burla, y si seguía en ese plan, mi paciencia y autocontrol acabarían mucho antes de lo que pensé.
“Vamos, Nadine… Déjate de juegos. Sé muy bien que Emmett salió de las oficinas de Lefev’s junto a Damien esta tarde, y nadie más ha vuelto a verlo… ¿Dónde está?”
“Ah, pues fíjate… Tampoco sé dónde está mi esposo. Pero yo tú no me preocuparía demasiado, quizás solo fueron a tomar algo”
Me dedicó una sonrisa malévola al tiempo que daba un par de pasos y apoyaba su cadera contra una pila de barriles en el rincón este del salón.
Oír sus palabras fue como recibir un pastel en la cara… Humillante, quise romperle el cuello en ese momento.
Jamás había tolerado sus ofensas, pero en ese momento se sentía como mil veces peor.
“¿Me tomas el pelo? ¿Tomando una copa?”
“¿Yo? Nunca, hablo en serio… Sé que Emmett ha estado haciendo serias acusaciones contra su familia. Tal vez mi Damien solo intenta hablar con él y… hacerlo entrar en razón” sonrió Nadine de tal forma que erizó la piel de Irina de espanto.
“A fin de cuentas uno no puede ir por ahí apuntando y amenazando a todo el mundo, eso puede hacer molestar a los demás”
“Oh, dime… ¿Quién está más enfadado? ¿Él, que perderá todo el poder que tiene dentro de la empresa? o ¿Tú, que perderás la facilidad de viajar por el mundo a costa del dinero de los Lefebvre?”
“Ay, no digas tonterías, Irina… ¿Nos van a dejar en la calle, dices? ¿Acaso eres estúpida? ¿Crees que en serio nosotros nos quedaríamos tan tranquilos sabiendo que dependemos de ustedes?”
“Ah, no, no… Sé perfectamente que se buscaron ‘su propio sustento’, del modo más asqueroso posible, eso sí” dijo Irina con sorna, y eso por lo visto no le agradó a Nadine.
“No sé qué se te hace tan gracioso, pero ¿Solo a eso viniste? ¿A amenazarme con dejarme en la calle?”
“No, vine a que me digas dónde diablos está Emmett. Sé que ustedes lo tienen y exijo que me lo digas” gruñó Irina nuevamente pero en respuesta, Nadine soltó una carcajada.
“¿Dónde tenemos a Emmett? ¿Se supone que lo secuestramos o algo?” siguió riendo.
“A veces eres muy graciosa, Irina y otras dejas entrever tus orígenes sin educación, pero eso no es tu culpa… Tus padres no debieron procrear en la miseria”
Irina abrió la boca para protestar pero Nadine alzó una mano con violencia y la hizo callar.
“Escúchame bien, estúpida… Si Emmett desapareció fue porque… No sé… Quizás quiere estar lejos de ti, tal vez tiene una amante, qué se yo… Simplemente tomó su auto y condujo lejos de aquí, ya sabes, porque quiso irse, no porque Damien y yo lo tengamos secuestrado en alguna parte. Aunque… Tal vez pueda estar en alguna zanja, después de todo… ¡No es conocido por sus habilidades al volante, o si?”
Aquel terrible chiste hizo que Irina quisiera matarla en ese instante. De pronto empezó a ver todo en rojo y su cuerpo entero temblaba de furia.
“Maldita… ¿Cómo te atreves a decir algo así? ¿Tu descaro no conoce límites, cierto? Toda esa m!erda del accidente, del coma… ¡Todo! Fue tu culpa desde el principio, ¿Y te atreves a burlarte? ¿Cómo es posible que seas tan vil?”
“¿Mi culpa, dices?” Se llevó una mano al pecho, ofendida.
“Esa es una acusación muy seria, Irina, ¿Tienes pruebas de eso?”
“Oh, sabes muy bien que no… Ya te encargaste de liquidar a la única persona que podía inculparte, pero eso no significa que no podamos hallar el modo… De un modo u otro terminarás pagando por lo que has hecho, Nadine; y te juro que no tendré clemencia contigo a menos que me digas dónde está Emmett”
La condenada mujer empezó a reír una vez más, parecía dispuesta a burlarse de todo lo que Irina tenía para decir y estaba empezando a ponerle los nervios de punta.
“¡Dónde está Emmett!”
Repitió Irina, intentando con todas sus fuerzas calmar sus impulsos.
“Ya te dije que no lo sé”
“Nadine… por el bien de tu hijo, si es que al menos eso te importa… Dime dónde está Emmett”
“Que no lo sé, mujer… ¿Qué quieres que te diga? Estás empezando a sonar como una demente. ¿Y ahora qué? ¡Me amenazas con mi hijo? ¡Te das cuenta que puedo acusarte por hostigamiento?”
Irina dio un paso más hacia ella, sintiendo que sus dientes se astillarían ante la presión, cada minuto que perdía ahí con ella podría representar un peligro para su esposo y su familia entera.
“No pienso repetirlo, Nadine… No estoy para juegos… Solo dime dónde está y podrás irte”
“Ya esto se está tornando aburrido, Irina… No sé dónde diablos está Emmett” la mujer empezó a torcer los ojos, pero luego se tensó y arqueó una ceja al tiempo que sonreía de lado.
“Aguarda… ¿Y podré irme? ¿Qué se supone que significa eso? ¿¡Pretendes mantenerme prisionera hasta que tu marido decida aparecer? Vamos, Irina… Todos sabíamos que era cuestión de tiempo antes que Emmett se cansara de su farsa y los abandonara a ti y a tu estúpido niño”
Al borde ya de la desesperación, sintiéndose cada vez más convencida de que Nadine sí sabía dónde estaba Emmett, Irina dejó de pensar y simplemente se llevó la mano a la altura de la cadera y sacó la pistola de su padre.
Yo no sabía gran cosa sobre armas más que el hecho de que necesitaba halar el gatillo para disparar, pero en el fondo rogaba que Nadine se asustara lo suficiente como para no tener que hacer más ni quedar en evidencia ante ella.
Sin embargo, la carcajada que soltó al instante siguiente de que le pusiera el cañón justo en la cara, le dijo que de intimidación no había mucho.
“Ay, por Dios, Irina… ¿En serio? ¿Una pistola?”
Siguió riendo.
“Anda, dime… ¿Qué vas a hacer? ¿Me matarás si no te digo dónde está tu marido? ¿Acaso eres estúpida?”
Nadine quiso dar un paso hacia Irina, pero terminó pegando el cañón a su frente.
“No me provoques, Nadine” siseó Irina.
“Porque ya estoy cansada de tus malditos juegos… Sabemos todos lo que has hecho, desde el fraude de la empresa hasta asesinar a Harold Williams… con matarte solo le haría un favor a la sociedad”
“¿Estás segura de todo eso? Porque a menos que tengas pruebas contundentes en mi contra… Si me matas… solo serás una común y corriente asesina que premeditadamente planeó su crimen. Creo que la que terminará en la cárcel serás tú”
“Eso no va a pasar”
“¿Segura?”
Frunció los labios con burla Nadine, no podía creerse que no estuviera ni un poco nerviosa.
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