La boda del heredero
Capítulo 116

Capítulo 116:

“Dije que no, Irina”, siseé con impaciencia.

Suplicando internamente para que se marchara de una vez.

“Ve a casa y ocúpate de Elliott… yo tengo asuntos pendientes que resolver”

“Nicolaj, por favor…”

En cuanto pronuncié esas palabras, la insistencia en los gestos de Nicolaj aumentó, impulsando a Irina a salir de la estancia.

Me quedé consciente de su mirada fija en mí antes de que cruzara el umbral, pero evité encontrarme con sus ojos; no podía enfrentarla en ese momento.

La rabia y la culpa combatían ferozmente dentro de mí, y la proximidad de Irina sólo intensificaba la lucha.

Después de que se cerró la puerta, me apoyé en ella durante unos segundos, permitiendo que mi vista vagara por la habitación hasta fijarse en el punzón. Sacudí la cabeza levemente, incrédulo ante lo que Irina había estado dispuesta a hacer.

¿Acaso había considerado seriamente la posibilidad de herirlo ahí mismo, delante de todos?

¿Qué beneficio nos reportaría un acto tan desesperado?

En el fondo sabía que Nadine era nuestra verdadera adversaria, pero… ¿Cómo podríamos enfrentarnos a ella ahora?

Perdido en mis pensamientos, no supe cuánto tiempo pasé dándole vueltas al asunto sin llegar a ninguna conclusión.

La única idea clara que me rondaba la mente era el temor de que Nicolaj tuviera razón y que yo acabara involucrado en un hom!cidio por el mero hecho de haber estado presente en aquel hotel.

Pensé en Adrien y lo que me había dicho, con él separado de Paulette iba a ser difícil conseguir información sobre lo que había hecho Nadine el día anterior, pero entonces una idea cruzó mi cabeza y me apresuré al escritorio.

Tomé el teléfono y marqué…

Caspian me atendió a los pocos segundos.

“¿Emmett? Dime que esta vez me escribes para darme buenas noticias”, dijo el hombre al otro lado de la línea.

“Me temo que no… Harold Williams está muerto”.

“M!erda… ¿Qué le pasó? ¿Y cómo lo sabes?”

“Lo hallamos ayer en un hotel cerca del pueblo, encontraron muerto en la habitación… envenenado”.

“M!erda… m!erda… m!erda…”

No paraba de repetir Caspian.

“¿Pero qué puedo hacer yo para ayudar, Emmert?”

“Necesito que investigues si alguien de la mansión salió el día de ayer y si lo hizo por cuánto tiempo estuvo ausente. Los sospechosos principales son Damien y Nadine, pero quiero saber si alguien más se fue y la hora exacta a la que volvieron, ¿Entiendes? ¿Puedes hacer eso por mi?”

“Sí, supongo que puedo hablar con Alfred y ver si vio algo, pero no puedo prometerte nada, hombre… esto es todo un lío”

“Con tan solo hacer eso ya me estás ayudando mucho, Caspian, gracias, esperaré tu llamada”

Me mantuve un rato en silencio, pensando en mis opciones…

Si ya había perdido la oportunidad de que Harold en persona la acusara, al menos pondría en tela de juicio todo acerca de Nadine.

Dejaría claro cuánto se benefició su familia por lo que hizo Damien con las acciones, y lo conveniente que sería mi muerte para sus intereses…

Para un juez, nada de eso tendría validez, pero al menos intentaría que un jurado lo dudara un poco. Solo tenía que sembrar la duda…

Luego me encargaría de profundizar más en eso.

Dejé el teléfono en su sitio y tomé el saco que colgaba del espaldar de mi asiento para salir de la oficina.

No quería estar ni un minuto más ahí.

“Alicia, cancela cualquier reunión que tuviera hoy y dile a Adrien que lo espero en casa tan pronto salga de aquí”.

Ordené tan pronto salí.

“Sí, señor”

Atravesé el corredor central, echando un vistazo hacia la oficina de mi hermano.

Estaba vacía y de pronto, no saber dónde estaba me hacía sentir como una presa, algo que detestaba profundamente.

Las puertas del elevador se abrieron y mi teléfono empezó a sonar, mi pulso se aceleró al ver el nombre en la pantalla.

“¡Caspian? ¿Qué ocurre?”

“Emmett… Al parecer el único que salió de la mansión ayer fue Damien, y Alfred dice que regresó muy tarde en la noche y que parecía alterado”

“Ya veo, muchas gracias Caspian”

“Hay algo más…”

Su tono de duda me exasperó.

“¿Qué? ¡Cuál es el problema?” pregunté estresado por aquella información, sin saber cuándo diablos se acabaría aquella maldita pesadilla.

Quería mi vida de vuelta.

“Al parecer él y su esposa estuvieron peleando hasta la madrugada”

Me pasé la lengua por los dientes y apreté mi mano en torno al teléfono, al borde de romperlo en dos. Pero luego, todo eso pasó a segundo plano, porque después de ingresar al elevador, las puertas, que estaban a punto de cerrarse, se abrieron nuevamente y el rostro de mi hermano apareció frente a mí.

“Emmett”, saludó Damien con un asentimiento de cabeza.

“Damien”, respondí cortando la llamada y guardando el teléfono.

De pronto fui muy consciente de que estaba a punto de encerrarme a solas en un elevador con un posible asesino.

Se suponía que estar en la empresa, frente a todos, me daba algún tipo de seguridad, pero para cuando las puertas del elevador volvieron a cerrarse…

Ya no estaba tan seguro de nada.

Bajé del auto con Elliott en brazos y me apresuré hacia la puerta, pero antes de poder pisar el pórtico, una voz me detuvo.

“¿Qué pasa ahora?”, pregunté a Edmond, que me impedía el movimiento.

“Deje que uno de nosotros entre primero, no es prudente que lo haga usted con el niño”, dijo el hombre en tono bajo pero con autoridad, lo cual me enfadó.

Yo ese día no estaba para ser tratada como una niña.

“No entiendo, Roux… es mi casa”.

“La situación ha cambiado, señora. De momento sabemos que su familia está bajo peligro potencial y nosotros fuimos contratados para protegerlos, es nuestro trabajo… déjenos hacerlo”.

Me debatí un segundo en silencio, una parte de mí entendía perfectamente y agradecía su precaución, pero otra seguía en negación…

¿Cómo era posible que mi vida hubiera terminado así?

Asentí en silencio y dejé que él entrara primero mientras Nicolaj se ubicaba un paso por detrás de mí.

Los segundos se me hacían interminables mientras Edmond chequeaba el interior de la casa.

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