La boda del heredero
Capítulo 108

Capítulo 108:

“¡Lo sé! Hombre, ya lo sé”

Ambos nos mantuvimos en silencio, tratando de digerir el hecho de que, incluso sabiendo todo lo que sabíamos, la gran culpable podía seguir saliéndose con la suya.

Lamenté que luego de lo que parecía ser un gran plan ideado por Nicolaj, todo se fuera a la m!erda tan de la nada.

“Debe haber alguna forma de atraparla” murmuré, tamborileando con los dedos sobre mi escritorio, cuando de pronto algo se me ocurrió.

Me incorporé en mi asiento y miré a Adrien con entusiasmo.

“¿Qué ocurre?” preguntó mi amigo mirándome como si estuviese loco.

“Paulette”

“¿¡Paulette? ¿De qué hablas, Emmett?”

“Necesitamos a alguien que esté cerca de ella y pueda darnos información… Si sale de la casa en actitud agobiada o enfadada, si recibe alguna llamada”

“¿Quieres que use a Paulette como espía? ¡¿Enloqueciste?!” respondió poniéndose de pie de un salto y empezando a caminar de un lado a otro.

“Solo por unos días, necesito saber si Harold la llama”

“No, Emmett… ¡No! Exponerla de esa forma es imprudente”

“En serio lamento tener que pedirte esto, Adrien… pero es necesario, solo vinculando a Nadine con Harold podemos conseguir que reciba su merecido”

“¡Lo sé! Pero…”

“Solo debes reconciliarte con ella y hablar para…”

“No es tan fácil, Emmett, yo… No puedo” dijo apoyando ambas manos en el espaldar de la silla y dejando caer la cabeza en señal de derrota.

“¿Por qué no?”

“¡Porque ya no confío en ella! ¿No lo ves? Jamás me dijo nada sobre lo de su verdadero padre, Siento que no la conozco y nosotros… yo creí que… que nosotros…”

Le oí trabarse con las palabras y sentí pena por él; mi vida y la de Irina no era la única que se había puesto de cabezas por culpa de las acciones de Nadine.

“¿Cómo sabemos que no está al tanto de todo y solo está fingiendo ser inocente?” cuestionó un rato después en apenas un murmullo.

Rodeé el escritorio y me detuve a su lado para poner una mano sobre su hombro, aunque en el fondo sabía que yo no podía hacer nada para darle algo de confianza…

Yo tampoco estaba seguro de que mi hermana fuese inocente de nada, y aunque eso me entristecía… Era el corazón de mi amigo el que estaba roto por eso.

“Tienes razón, Adrien… no lo sabemos, y no puedo darte ninguna garantía de que no esté involucrada, pero lo único que te puedo decir es que jamás lo sabremos a menos que alguien la confronte realmente; Paulette no puede seguir quedándose al margen de este caos como si nada… debes hablar con ella, amigo, y cuando lo hagas, sea cual sea su respuesta… tendrán que tomar una decisión, seguir y darlo todo; o dejarlo y seguir caminos diferentes, no pueden seguir en la cuerda floja”

“Lo sé”

Aquel quebrado lamento de Adrien me dejó claro que sus sentimientos eran más profundos de lo que quiso dejarme ver cuando hablamos al respecto, pero eso solo daba mayor peso a mi consejo… no quería que terminara con el corazón roto luego de tanto sufrir, y odiaba verme obligado a utilizarlo en ese momento, pero no quedaba de otra.

“Bien, te diré lo que debes hacer…”

“Bueno… eso lo cambia todo” comentó Nicolaj, unas horas más tarde en el interior del auto, de camino a casa.

“Lo sé, todos la tomamos por tonta y superficial, pero me está dando la impresión de que es la mente maestra detrás de todo esto”

Refunfuñé aún enfadado, sentía que luego de estar tan cerca de acabar con todo… estábamos de vuelta en la boca del lobo, rogando ser más rápido que él.

“Cuando estuve viéndolos en su oficina el otro día fue bastante claro para mí que ella suele tener la última palabra, pero no sabía que el asunto era tan grave”

“Pues… Jamás imaginé que…”

“¿Que pudiéramos serles útil?”

Sonrió de lado con ironía.

“Usted pidió a los mejores, Señor Lefebvre, y justo eso le mandaron, mi hermano y yo podemos ayudarle mucho, de hecho… Edmond tiene un par de contactos en la policía nacional, creo que podemos sacar provecho de eso para intentar conseguir información sobre Harold, con un poco de inteligencia quizás hasta podamos hablar con él antes que los detectives”

Detuve el auto al llegar a nuestra propiedad y me giré hacia él, genuinamente sorprendido.

“Ustedes son más que simples guardaespaldas, ¿Cierto?”

“Somos los mejores y le garantizo que le ayudaremos a salir de esto, no se preocupe” Aunque las palabras de Nicolaj, hasta cierto punto me tranquilizaban, era un hecho que no podía simplemente olvidarme de todo.

“Creo que es demasiado tarde” respondí antes de bajar del auto y empezar a caminar hasta la casa.

Al entrar al salón, pude ver a Edmond sentado en una de las sillas altas de la terraza, justo en la puerta del jardín; desde ahí podía ver hacia los límites de la propiedad y al mismo tiempo vigilar a mi hijo, que jugaba en la alfombra central mientras el televisor transmitía alguna caricatura infantil.

“¿Dónde está Irina?” pregunté mirando de un lado a otro.

“La señora recibió una llamada importante y se encuentra en el despacho” dijo Edmond, señalando a su espalda.

“De acuerdo. Gracias, Edmond; si quieren pueden ir a tomarse un descanso, yo me hago cargo de Elliott”

“Si, señor… Pondré a Edmond al tanto de todo y le notificaremos si hay alguna novedad” fueron las palabras de Nicolaj antes de salir del salón.

Cuando ambos hombres salieron de mi vista, me apresuré hasta Elliott y me dejé caer a su lado, maravillado por la sonrisa que me dedicó al verme.

“Hola, campeón”

Besé su frente.

“He estado tan ahogado en problemas que no he tenido tiempo para pasar contigo, pero eso se va a solucionar, lo prometo. Acabaré con todos los que quieran dañarnos y cuando lo haga… no habrá nada que pueda herirte jamás. Bueno… Salvo alguna linda chica, pero de esos problemas del corazón nadie puede salvarnos” murmuré sonriendo, agradecido por tener tan siquiera un momento despreocupado.

Pero pronto descubriría que de esos no me quedaban muchos, la llegada de Irina me lo confirmaría.

Mi esposa entró al salón con expresión preocupada, y un par de lágrimas corriendo por sus mejillas, cosa que me hizo poner de pie de un salto.

“¿Qué ocurre?” le pregunté tomándola por los hombros.

“Papá” sollozó.

“¿Qué pasa con Hugo? ¿Está bien?”

“Sí, yo… Eso creo, él…”

Su voz se quebró una vez más.

“¡Vamos, Irina! ¿Qué pasa?”

“Parece que esta tarde cuando él regresó de los viñedos, justo unos segundos antes de entrar a la casa pasó un grupo de hombres con los rostros cubiertos y empezaron a lanzar rocas contra la casa”

Mis dientes rechinaron al oír aquello.

“Rompieron todos los cristales aunque por suerte no le hicieron…”

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