La boda del heredero
Capítulo 105

Capítulo 105:

Por desgracia yo llegaba en busca de un asesino.

Respiré profundo y sacudí la cabeza con aire ausente, era increíble ver en lo que se había convertido mi vida.

Se me hacía difícil sacar a relucir el último pensamiento que tuve antes de cerrar los ojos, pero desde que los abrí… todo había sido un jodido pandemonio.

Enterarme que llevaba un año en esa cama de hospital, no tener recuerdos de lo ocurrido, descubrir mi boda con Irina, el hecho de que ya era padre, la malversación en la empresa, entender que todo eso fue causado por un atentado, y luego…

La posible culpabilidad de mi hermano en todo aquello, una completa locura, no entendía cómo no había enloquecido en ese punto.

‘Ahora vengo a meterme en la boca del lobo’, pensé con cierto reproche, negar que estaba nervioso era absurdo, lo estaba, tenía una vida y una familia que perder, estaba arriesgándome demasiado, lo sabía, pero no podía hacer nada.

“Lindo pueblo” comentó Nicolaj mirando por la ventanilla desde el asiento de copiloto.

“Lo es, toda la región lo es, tristemente el Estado no explota el turismo aquí como debería”

“Una pena… es un lindo lugar para venir de luna de miel, París está sobrevalorado”

No pude evitar sonreír al oírle.

“Arina tampoco es muy amante de la capital” comenté, sintiéndome extraño de estar teniendo una conversación tan ajena a todo el caos que había en mi interior, pero quizás ayudaba a relajarme.

“¿Tiene prometida o… esposa, novia?”

“No lo creo”

Resopló riendo al ver mi expresión.

“Es algo complicado… hay una mujer, en Múnich, trabajé en una agencia ahí un tiempo. La conocí una noche que nos invitaron a un bar, una mujer un tanto tosca pero no me la puedo sacar de la cabeza, estuvimos juntos un tiempo, pero sé que difícilmente eso llevará a algo”

“Te recomiendo no sellar tu destino así. Hace unos años yo veía a Irina como un imposible y míranos ahora… la vida da muchas vueltas, ¿Cuál podría ser el problema?”

“Pues… A ella no le van las relaciones convencionales, y yo puedo jugar un rato, pero… soy chapado a la antigua”

“Hmm… Suena más complicado de lo que pudiera manejar yo” comenté con una mueca haciéndole reír.

El mundo tendría una conmoción gigantesca si supiera cuántos hombres rudos e imponentes sufren por el amor de una mujer. Sin darme cuenta aquella conversación había alejado un poco los caóticos pensamientos en mi cabeza, pero la paz duró poco, porque el GPS anunció que estábamos a tan solo una calle de nuestro destino.

Me tensé nuevamente y apreté con fuerza el volante, sintiendo cómo mis palpitaciones aumentaban.

“Oiga… Sé que no quería que viniera”

Miré a Nicolaj, que ahora mantenía una expresión seria en el rostro.

“Sé que quería que me quedara con la señora y el niño, y sé que todo esto es algo que quieren mantener en privado, pero… Noté lo desesperado que estaba para que su familia se marchara del pueblo, Edmond también lo notó y créame que a ellos nada les pasará, pero yo podría serle muy útil si me da algo de información, y sería bueno tenerla antes de llegar” terminó, señalando el GPS.

Torcí la boca y respiré profundo, de algún modo sentía que mientras más personas lo supieran el peligro aumentaba, pero Roux era un tipo entrenado, yo no, si las cosas se ponían rudas con Harold… él sería más útil que yo, quizás decírselo era lo más prudente.

“Verás, Nicolaj… hace un año tuve un accidente en carretera, quedé en coma por un año entero… Pero en realidad no fue un accidente, fue intencional y todo apunta a que es este hombre; necesito hablar con él para saber toda la verdad, porque lo hizo porque alguien le pagó, y tengo la sospecha de que fue mi hermano, ¿Entiendes?”

“Entiendo, claro, pero… ¿Por qué no dejamos que la policía se haga cargo?” preguntó cuando me detuve en la calle de Harold.

“Porque la policía de momento debe estar interrogando a su abuelo, el dueño de la camioneta con la que me sacó de la carretera… y con la que atropelló a la amante de mi hermano hace unos días”

“Joder”

Nicolaj asintió lentamente.

“Bueno… Veamos qué se le puede sacar a este infeliz”

Abrió la puerta de un tirón y se quitó el abrigo que llevaba puesto, se subió las mangas del suéter hasta los codos y caminó hasta mí.

“¿Vamos?”

Llegamos a la puerta de la modesta casa color mostaza y dejé que él tocara el timbre, aquel sonido, aunque lejano, retumbó en mi cabeza como alarmas pero traté de mantenerme en calma.

Nicolaj tocó dos veces más, empezábamos a creer que no había nadie en casa hasta que escuchamos un par de maldiciones en el interior.

Cuando la puerta se abrió, una mujer morena apareció ante nosotros; su cabello desaliñado y el hecho de que iba con una camiseta arrugada me hizo pensar que recién se levantaba.

“¿Qué quieren?” preguntó la mujer de mal humor.

“Buen día, estamos buscando a Harold Williams, nos dijeron que vive aquí”

Traté de ser amable, pero la mujer me miró con recelo.

“¿Y quién les dijo eso? Aquí no vive ningún Harold”

La mujer alzó una ceja y entendí que no iba a recibir colaboración de su parte.

“¿Puede, por favor, facilitarnos las cosas a todos y no mentir?” preguntó Nicolaj antes de que yo pudiera abrir la boca.

“¿Cómo dice?”

“Que sabemos que vive aquí, y no es prudente ponernos trabas”

Nicolaj se mantuvo serio, mirando fijamente a la mujer, que poco a poco empezó a flaquear.

“¿De dónde lo conocen?” preguntó un rato después, era evidente que quería comprobar que no mentimos.

“Por cuestiones de negocios” siguió Nicolaj.

“¿Qué clase de negocios?”

“¿Suele Harold compartir con usted esos detalles?”

Siguió el hombre alzando una ceja.

Yo empecé a ponerme más inquieto, sabía que teníamos que mentir, pero sentí que nos estábamos poniendo demasiado en evidencia diciendo aquellas cosas.

¿Qué haríamos si la mujer descubría nuestras intenciones? Y sin embargo, su respuesta me tomó por sorpresa.

“Pues Harold no está” dijo como dándose por vencida.

“¿Dónde lo encuentro entonces?”

“No lo sé, sale y entra como quiere, cuando quiere… tiene muchos negocios por la calle, por eso no atiende a nadie en casa, si trabajan con él deberían saberlo; por eso nadie tiene su dirección, me extraña que ustedes la tengan” dijo la mujer con recelo.

“¿Nos dejaría pasar?” preguntó Nicolaj. La mujer abrió los ojos de par en par al oírle e hizo ademán de cerrar la puerta, dejando solo su cabeza visible.

“No, no los conozco… solo una loca lo haría, ya les dije que Harold no está y no sé cuándo regresa, llámenlo si es tan urgente”

Tan pronto dijo eso, Nicolaj se apresuró hasta la puerta, casi pegando su cara a la de la mujer, dejándola a ella y a mí en shock.

“Muy lista” murmuró en tono amenazante.

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