Capítulo 58:

“Usted puede creer que el Señor Barton cometió todos los delitos de lo que lo quiere acusar, pero lo cierto, detective, es que no tiene más pruebas que el testimonio de un delincuente, así que le recomiendo que deje marchar a mi cliente”.

“Sabes que puedo retenerlo por cuarenta y ocho horas”.

“Sí, si el fiscal piensa que puede obtener pruebas para imputarle cargos, pero tú y yo sabemos que no las encontrarás”.

“Llévate al maldito hombre, pero esto no se quedará así buscaré pruebas hasta debajo de las piedras, sé que él lo hizo”.

“¿Por qué? El hecho de que Los Zetas hayan atentado contra su vida y la de su embarazada esposa y que él sea multimillonario no lo relacionan al exterminio de Los Zetas, esa gente tiene muchos enemigos y más de una banda rival quería sus cabezas”.

“Ocúpate de meter preso al que lo denunció, porque ese si es un criminal”.

“Es un chico de dieciocho que conozco de toda la vida, él había sido reclutado por Los Zetas a la fuerza, tenía poco tiempo al servicio de la banda”.

“Entonces que aproveche la segunda oportunidad que le dio la vida, si no murió junto a la banda que lo secuestró entonces está libre de ella”.

El licenciado salió de la oficina a esperar a que lo llevara ante Simón para hablar con él.

Dentro de la sala de interrogatorios Simón esperaba por su abogado, al verlo entrar se levantó.

“Soy el Licenciado Martínez, su abogado de DF me llamó para que tomara su caso, Señor Barton”.

“Gracias por venir, Licenciado Martínez. ¿Cuándo podré salir de aquí?”.

“De inmediato, es usted libre, Señor Barton, y no creo que sea molestado de nuevo por este penoso asunto, no tienen pruebas, más allá de un chico que pertenecía a la banda y lo denunció”.

Simón se relajó ante las palabras del Licenciado Martínez. Un chico había escapado, debía saber quién era para proteger a su familia.

Peter y Patrick estaban pidiendo habitación en el hotel donde se alojaba la familia de Simón cuando vieron entrar a su hermano. Madison había hablado por teléfono con sus cuñados al salir del aeropuerto y les contó lo sucedido.

Los Hermanos Barton llegaron a Ciudad Victoria unas horas después y se dirigieron al hotel.

“Simón, ¿Qué ocurrió?”, preguntó Peter cuando llegó a su lado.

“Supuestamente hubo un sobreviviente en el campamento arrasado de Los Zetas que asegura que quienes los atacaron dijeron que era por orden mía”.

Patrick meneó la cabeza casi imperceptiblemente.

Simón asintió en respuesta para darle a entender que había comprendido su señal.

“¿Te dijeron que hallaron un campamento arrasado?”, preguntó Patrick con los ojos entrecerrados.

“No, es lo que asumí, a mi abogado le dijeron que hubo un sobreviviente, no pregunté nada”.

“No, es preferible que te mantengas a oscuras”, afirmó su hermano menor.

“¿Pidieron habitaciones en este hotel?”, preguntó Simón.

“Sí, nos alojaremos aquí al menos que decidas irte a Xicoténcatl de inmediato, en ese caso partiremos contigo”, respondió Peter.

“No, saldremos por la mañana. Me daré una ducha y pediré cena, los espero en mi suite para comer. Estamos en la presidencial”.

Madison caminaba inquieta de un lado a otro del salón de la suite, Simón le había llamado para decirle que estaba libre y en camino al hotel, pero aún lo llegaba.

“Vas a hacer un hueco en la alfombra, hija”, dijo Meredith con cariño.

“Ven siéntate aquí con nosotras”.

“Si no fuera por mis piernas estaría igual que Maddy, esta espera en desesperante”, aseguró la anciana.

Cuando sintió la puerta abrirse corrió y se lanzó en sus brazos de su esposo.

“¿Qué pasó, mi amor?”, preguntó ansiosa después de besarlo.

“Alguien quiso implicarme, al parecer acabaron con Los Zetas y quedó un sobreviviente que dice que yo estoy detrás de la operación”, explicó Simón a Madison.

“¡Qué tontería!”, exclamó Lucía.

“Quien te conoce sabe que tú eres incapaz de algo así”.

‘Un hombre desesperado hace lo que sea para proteger a su familia, abuela, espero que nunca te enteres de lo que hice y me juzgues’, pensó Simón con pesar.

“Sí, abuela, sería incapaz de hacer algo así. ¿Qué les parece si pedimos una fabulosa cena y comemos aquí en familia? Patrick y Peter llegaron y los invité a venir”, preguntó Simón para no responder más preguntas.

“Me parece fabuloso, mi amor”, dijo Madison queriendo cambiar la conversación, no quería ni pensar en que pudieran descubrir lo que Simón había hecho.

“Llamaré a Marga para decirle de la cena”, señaló Meredith.

“¿Marga no se está quedando en la suite con nosotros?”, preguntó Simón.

“No, se empeñó en tener su propia habitación”, explicó Meredith.

“Dice que si Los Zetas están muertos no tiene sentido mantener la vigilancia”.

“Max acaba de regresar conmigo, imagino que el jefe de seguridad lo reubicará en los turnos de guardias”, comentó Simón sin darle importancia.

“Voy a darme una ducha y regreso”.

“Iré pidiendo la cena”, señaló Madison.

A pesar de que Simón había regresado, Madison no estaba tranquila, aún tenía la impresión de que algo malo estaba por suceder.

Peter salió de su habitación al pasillo, se había duchado y cambiado de ropa para ir a cenar a la suite de su hermano. Había desechado sus inseparables vaqueros y lucía un pantalón y camisa en color negro, también se había puesto zapatos de vestir.

Cuando llegó al ascensor se encontró con Margaret que esperaba para subir también.

“¡Vaya! Si es la famosa modelo Margaret Fulton”, dijo Peter con voz un poco burlona.

“Hola, Peter”, respondió Marga con indiferencia, no obstante, su corazón latía a toda carrera y la traidora de su zona íntima se humedeció en respuesta.

“Estás muy guapa, Margaret”.

“Gracias, tú también estás muy guapo”.

‘Y se%y, increíblemente se%y’, pensó ella.

Parecía otro hombre sin sus vaqueros y sombrero, se veía como alguien refinado.

En ese momento la puerta del ascensor se abrió y ellos subieron. Peter marcó el último piso y cuando el ascensor comenzó a cerrarse una mano se interpuso para evitarlo.

“Esperen”.

Patrick subió al ascensor, al darse cuenta de que Marga estaba allí la confundió con Madison.

“Hola, cuñada, ¿Qué haces aquí sin escolta?”, preguntó con el ceño fruncido.

“No, es Madison, es su gemela, Marga”.

“¿La modelo que te dio calabazas?”, preguntó burlón.

Peter lo fulminó con la mirada.

“¿Le hablaste de mí?”, preguntó Marga a Peter con el ceño fruncido.

“Solo que eras lo más bonito con lo que se había topado en su vida, pero que tú no le habías hecho caso por ser vaquero”, respondió Patrick con una sonrisa galante.

“¿Quieres ir a tomar una copa conmigo después de la cena?”

“Dime, Patrick, si no quise salir con Peter porque es vaquero, ¿Qué te hace suponer que sí saldré contigo? ¿Acaso no eres vaquero también?”, le preguntó Marga.

El hombre no le llamaba la atención para nada, y era tan prepotente como Peter, sin lo se%y claro.

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