Gemela equivocada, amor correcto -
Capítulo 54
Capítulo 54:
En la mañana actuó normal, cuando Simón se marchó, Madison seguía en pijama.
Al cerrarse a la puerta se dio una ducha, se arregló el pelo y se maquilló, agradecía que el dar pecho le hubiese quitado los kilos de más que le dejó el embarazo, por lo que se pudo poner un vestido de la época de recién casada.
Al salir de la habitación, se encontró con Lucía en el pasillo, ya estaba vestida para salir.
Madison se asomó en la habitación de Miranda y vio que la beba estaba profundamente dormida, la enfermera la saludó sin hacer ruido y se marchó.
Subió junto a Lucía en el coche, y el chofer se dirigió a las oficinas de la Barton Petrolium Company, una escolta las seguía de cerca.
Madison entró en la oficina de la compañía de su esposo y enseguida todos los trabajadores se pusieron a correr. La joven madre logró llegar al ascensor antes de que la recepcionista le avisara a Susan de que Madison iba subiendo.
“Al Señor Barton no le gusta recibir visitas inesperadas”, replicó Katherine molesta.
“Es su mujer, ¿No? Tiene todo el derecho del mundo a subir”, fue la respuesta oportuna de Susan.
La asistente pensó que era su oportunidad de provocar disturbios en el paraíso, se levantó de su silla y caminó hasta el despacho de Simón.
Todas las mañanas su jefe debía tomar una siesta de veinte minutos en el sofá de su despacho, de otra forma no lograba rendir en el día de trabajo.
Simón estaba profundamente dormido por lo que Katherine aprovechó para sentarse en el borde del sofá y pegarse a él simulando que lo llamaba.
“Simón, Simón”, llamó con suavidad.
Cuando Simón despertó de su siesta, se encontró con que su asistente estaba en una posición bastante atrevida, sentada a su lado en el sofá e inclinada sobre él. Su sorpresa fue mayor cuando vio que parada en la puerta mirando la escena con dardos en los ojos estaba su esposa.
Y detrás de su esposa, los ojos escrutadores de su abuela no perdieron detalle de la situación. Simón se levantó de un salto empujando a Katherine que fue a parar al piso, sin embargo, él no le prestó atención, se acercó a Madison que dio un paso hacia atrás.
“Madison, cariño, no es lo que piensas…”.
“¡Oh, por Dios! Señora Barton, me disculpo, solo intentaba despertar al Señor Barton”, Katherine interrumpió a Simón levantándose con rapidez del suelo.
“Pensé que algo le ocurría y me acerqué mucho para observarlo. Lo lamento, le aseguro que no volverá a ocurrir”.
Lucía bufó en respuesta.
Katherine tomó una postura sumisa con la cabeza agachada y las manos entrelazadas, era la viva imagen de la inocencia.
Madison la miró sin creer una palabra de lo que lo que dijo y menos aún de su postura, sabía lo que eran capaces las mujeres por dinero, tenía vivo el ejemplo de Viviana.
“Abuela, Maddy… yo me quedé dormido y estaba teniendo una pesadilla, quizás estaba diciendo algunas cosas, te aseguro que nunca he mirado a Katherine como algo más que mi asistente”, explicó Simón.
Los ojos de Madison volvieron a su esposo, su expresión era fría, aunque creía que en realidad no había nada entre Simón y esa mujer, sospechaba que Katherine deseaba enamorarlo.
Y al parecer no solo lo pensaba Madison si no que la abuela también.
“Quizás tú no la hayas mirado como algo más que tu asistente, pero ella tiene otras ideas en la cabeza”, señaló Lucía para sorpresa de Katherine.
“No, no es cierto, señora…”.
“Déjanos solo, Katherine”, dijo Madison interrumpiéndola con frialdad.
“Sí, Señora Barton, les pido disculpas a ambos por mi comportamiento imprudente, no era mi intención crear problemas”.
Lucía fue la primera en abandonar el despacho de Simón, se sentó afuera de la oficina en unas sillas para los visitantes. Su mirada estaba puesta en la asistente de su nieto.
Katherine salió con la cabeza baja, al cerrar la puerta su postura sumisa desapareció y levantó la barbilla con arrogancia. Susan que estaba sentada en su puesto cerca de los ascensores se preguntó que estaría pasando.
“Podrás engañar a Simón, quizás hasta a Maddy, pero no a mí, Katherine, estaré vigilante”, dijo Lucía mirándola con fijeza.
“No sé de lo que habla, señora, solo cumplo con mi trabajo”.
“Entonces limítate a eso”.
Dentro de la oficina, Madison observó detenidamente a Simón se veía cansado, preocupado y triste.
“Vine esta mañana porque estoy cansada de escuchar, Katherine esto y Katherine aquello, quería ver quien era la mujer capaz de influir en una decisión que habíamos tomado juntos antes de que Miranda naciera, creí que estabas de acuerdo en no tener niñera los primeros meses de vida de Miranda”.
“Quizás ella lo sugirió, pero la realidad es que estoy agotado, a pesar de que las enfermeras comenzaron a cuidar a Miranda de noche, aún te levantas tres o cuatro veces por noche. Yo llegó al trabajo y debo tomar una siesta para poder enfocarme en lo que estoy leyendo o analizando”.
“Perdóname si no confió en unas extrañas para cuidar de mi bebé, pero la solución es fácil, Simón, quédate durmiendo y yo me levanto sola, es lo mejor, de ese modo podrás descansar ya que tu debes ir a trabajar en la mañana”.
“No, Madison, nunca te voy a dejar sola o descansamos los dos o ninguno. Mira, no sé cómo llegamos a esta situación, pero te juro que entre Katherine y yo solo existe una relación de trabajo”.
“Te creo cuando dices que no ocurrió nada, Simón”, señaló Madison.
Él intentó acercarse a ella, sin embargo, ella levantó la mano en señal de que la dejara continuar.
“No obstante, creo que puede llegar a ocurrir, tú admiras a esa mujer, quizás lo hagas profesionalmente por lo buena que es en su trabajo y nosotros estamos en una etapa de nuestro matrimonio donde estamos enfocados en nuestra bebé y eso puede poner una distancia como pareja”.
“Mas que admirarla estoy contento con su trabajo, no hay nada más, quiero que sepas que tú y Miranda son lo mejor que me ha pasado en la vida, Madison. Nunca pondría en peligro nuestro matrimonio, ni la familia que hemos logrado construir”.
“Sé que nos amas, Simón, pero no me gusta esa mujer, creo que Katherine no es nada sincera cuando dijo que no quería crear problemas entre nosotros, ella debía saber que yo estaba subiendo”.
“Hasta el día de hoy, Katherine ha mantenido una distancia profesional conmigo”.
“Bien lo has dicho, hasta el día de hoy, no te pediré que la eches, ni que la traslades a otro departamento, solo te pido que me respetes, no toleraré infidelidades, a la primera que descubra que tienes otra mujer, agarro a mi niña y me marcho. ¿Lo has entendido?”.
“Sí”.
Madison se giró sobre sus talones y abrió la puerta, Katherine estaba sentada en su puesto con expresión de sufrida. Decidió no decir nada más sobre el asunto, así que caminó directamente hacia Lucía ignorando a la asistente de Simón.
“Abuela, ¿Quieres ir a conocer la guardería?”, preguntó con voz calmada, aunque por dentro temblaba de la rabia.
“Por supuesto, cariño, Susan me estaba diciendo lo maravillosa que es y que tu estuviste a cargo del proyecto”.
“¿Podrás fugarte un momento para ir con nosotras, Susan?”, preguntó Madison con cariño.
“Claro que sí, Señora Barton…”.
“Volvemos a eso, Susan, sabes que soy Madison”.
Susan se rio. Hacía mucho tiempo que ella no iba a la compañía y no sabía si Madison había cambiado de opinión con respecto al modo de tratarlos.
“Madison, iré a decirle a una de las secretarias que me suplante en la recepción”.
Katherine solo levantó las cejas al ver la familiaridad con que la recepcionista trataba a la esposa del jefe, pero no dijo nada sabía que era el momento de callar.
No sabía que había pasado dentro del despacho, pero la Señora Barton había salido con su labial intacto y cara de pocos amigos así que asumió que había logrado su objetivo.
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