Capítulo 5:

“Hola, cariño”, dijo su mamá, se escuchaba música y ruido de fondo.

“Hola, mamá, ¿Por casualidad sabes algo de Marga? La llamo y no me contesta”.

“Sí, está conmigo, vinimos a cenar con Roy y sus padres, han planificado la boda para dentro de seis semanas”.

“Pásamela, por favor, quiero felicitarla”.

“Primero quiero darte las gracias por el dinero para la hipoteca y la remodelación de la casa, hace un rato que Marga me hablo de la transferencia que habías hecho y pensaba llamarte al terminar la cena para agradecerte”.

“Yo… eres mi mamá. Te amo”, fue lo único que pudo decir.

Cuando Margaret se puso al teléfono el ruido había disminuido un poco.

“Hola, Maddy”.

“Nunca me dijiste que el contrato estipulaba que tendría un hijo con Simón y eso sí que no lo haré, Margaret, estaba dispuesta a hacer esto por ti, pero no me acostaré con el señor témpano de hielo y menos le daré un hijo”.

“No tienes que acostarte con él, pueden hacer una inseminación artificial o en vitro, él dejó abierta las opciones”.

Margaret no le dijo que si tomaba las dos últimas opciones él seguiría con su amante.

“¡No! Margaret, esto es demasiado, no tendré un hijo con Simón, eso me uniría completamente a él. Así que busca la manera de deshacer este contrato porque yo renuncio”.

“No puedes hacerlo, Madison”, dijo Marga con seriedad.

“Recuerda que el contrato está a tu nombre, tú estás allí, no yo, tengo los suficientes testigos que dirán que yo estuve con Roy el día de hoy ¿O no te diste cuenta de que al presentarte allí asumiste que eras tú y no yo quien firmo?”.

“Pero, el dinero entró en tu cuenta no en la mía”.

“Abrí una cuenta con tu nombre, Maddie, según el banco tu recibiste el dinero y tú lo gastaste”.

“Pero…”.

No pudo terminar de hablar, de pronto se escuchó el grito emocionado de su hermana:

“¡Mamá! Maddy se casa en dos días”.

Madison tuvo que darle muchas explicaciones a su madre para calmarla, sin embargo, Meredith Fulton no se quedó tranquila.

“Mañana a primera hora, Marga y yo tomaremos un avión a Houston para que hablemos de ese matrimonio tan apresurado y en caso de que sigas empeñada en casarte con ese hombre, en dos días te acompañaremos en tu boda. No sé cómo pensaste en casarte sin decírnoslo”.

“Está bien, mamá, avísame la hora de llegada de tu vuelo para pedirle a Simón que te vayan a buscar”, respondió Maddie.

‘Ya nos veremos cara a cara, Marga’, pensó aún con rabia.

Por culpa de su hermana estaba metida en un matrimonio de conveniencia con un hombre que no amaba, y que estaba segura de que nunca amaría porque Simón era el hombre más frío del planeta. Y lo peor de todo era que tenía que darle un hijo.

Adiós a su sueño de conocer a un hombre amable y divertido del que se enamoraría, y con el que tendría la boda de sus sueños en la casa familiar. Le dolía tener que mentirle a su madre, pero estaba segura de que Meredith nunca aceptaría esa boda.

Esa noche no pudo dormir de la preocupación, Marga le había dicho que le diera un hijo a Simón como si eso fuera algo sin importancia. ¡Por Dios! Estaban hablando de concebir un bebé en un laboratorio, su bebé, a quien estaría condenando a ser el hijo del hombre de hielo.

No sabía cómo podía salir de ese lio, escapar de lo que rápidamente se estaba convirtiendo en una pesadilla.

Al despertar reviso el teléfono, su madre le había escrito que su vuelo llegaría sobre las once y treinta minutos de la mañana.

Era muy temprano cuando bajó a desayunar, estaba ojerosa y de mal humor.

“Mi madre y mi hermana llegan en unas horas, ayer hablé con ellas y quieren asistir a la boda. ¿Hay algún problema?”.

“Ninguno, siempre y cuando no les reveles nuestro acuerdo, a los ojos de todos nos casamos porque queremos, no puedes hablar de la existencia del contrato”.

“Por supuesto que no lo haré, mi madre no me lo permitiría”.

Simón asintió sin darle mayor importancia a las palabras de Madison.

“Iremos al aeropuerto a recibir a tu familia, después las llevaremos a almorzar, aprovecha la mañana de compras para que puedas dedicarle tiempo a tu madre. Lo que falte por comprar, le dirás a la compradora que se ocupe de eso”.

Después de dar las ordenes Simón se disponía a salir del comedor sin decir una palabra más.

“Sería muy difícil decir, por favor, y gracias”, murmuró Madison molesta.

“Me gustaría que fueras un poco más complaciente y menos problemática”, replicó él mirándola con molestia.

“Y a mí que fueras más educado y menos mandón, pero al parecer ninguno de los dos obtendrá lo que quiere”, replicó ella echando su silla hacia atrás para levantarse y marcharse del comedor.

Simón se la quedó mirando, ella sabía desde un inicio en lo que se estaba metiendo, así que no tenía derecho a quejarse y, más aún, cuando él había sido sumamente generoso en términos monetarios.

Tendría que hablar con ella para aclarar como serían las cosas en su matrimonio. No le gustaba su actitud, le estaba pagando para que fuera una esposa dócil y complaciente, no una contestona y molesta.

“Es una pena que Marga no haya podido venir, Maddie, pero se sentía muy mal, Roy la llevó al médico muy temprano, al parecer algo de la cena de anoche le sentó mal y pasó la noche vomitando”, dijo su madre apenas bajó del avión.

‘Por supuesto que no iba a venir la muy cobarde, más tonta yo que pensé que lo haría’, pensó Maddie molesta.

“¿No será el embarazo?”, preguntó Madison.

“¡Maddie! Tu hermana no está embarazada, hace poco la acompañé a su control médico y todo está normal”.

‘¡Maldita mentirosa! Ella sabía que yo aceptaría cualquier cosa con tal de que no ab%rtara. Me manipuló como quiso y como una tonta caí en la trampa’, pensó Maddie.

“Ella me dijo que estaba embarazada”.

“No sé porque lo hizo, quizás creyó estarlo ¿Y tú? ¿Por eso vas a casarte tan rápido con ese hombre?”.

“No, mamá, no estoy embarazada, lo que pasa es que su abuela es mayor y quiere verlo casado. Para Simón ella es muy importante y él quiere complacerla, además, ¿Para qué esperar si estamos seguros de lo que queremos?”.

“Creo que las prisas por casarse no son buenas, Maddie, pero eres una adulta y siempre has sido equilibrada y responsable, espero que no te arrepientas de esta decisión”.

Madison había llegado primero al aeropuerto a recibir a su mamá y Simón a propósito se demoró unos minutos para que ellas tuvieran la oportunidad de hablar un momento a solas

Una hora más tarde, miraba boquiabierta como Simón conversaba con su suegra de manera cordial y amena.

Hasta le había sonreído a Meredith un par de veces.

Simón se metió a su suegra en el bolsillo con sus atenciones y gestos, inclusive les dejó la casa a ellas solas para que Madison pasara la última noche de soltera junto a su madre.

Al día siguiente paso por ellas muy temprano para ir juntos al aeropuerto, el viaje a México sería largo.

Con ellos viajó un equipo de estilistas que se ocuparían de arreglar a la novia y a su madre durante las casi ocho horas que duraba el vuelo a Ciudad Victoria.

Cuando abordaron el helicóptero que los llevaría a Xicoténcatl, a Madison solo le faltaba ponerse el vestido, los zapatos y las joyas.

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