Capítulo 47:

“Eso dicen, no sé si algún día lo experimentaré, después de la decepción que tuve con Roy no sé si podré volver enamorarme”.

“No digas tonterías, ni que estuvieses muerta, te recuperarás y encontraras un hombre para el que serás el mundo. Además, ya vi el vídeo del beso de Peter. ¡Por Dios, Marga! Hay demasiada química entre ustedes”.

“Me salió con la excusa de que le estaba enviando un mensaje a Los Zetas, como si fuera el Capitán América, ¡Por Dios! Que hombre tan arrogante”.

“Peter y Patrick no son solo rancheros, fueron marines y después mercenarios y al parecer tiene reputación de ser peligrosos. Quizás pensó que de esa forma te protegería”.

“Es un bruto, en fin, no quiero seguir hablando de él”.

Marga dejó de hablar para que su hermana se concentrase en amamantar a su hija.

Cuando la niña soltó el segundo pecho, Madison se la puso al hombro para sacarle los gases. Un eructo gigantesco las hizo reír.

“Está dormida, ¿Quieres ponerla en la cunita?”.

“Sí, claro, amo cargar a la bebé”, respondió Marga levantándose de la cama para tomar a su sobrina en brazos, llena de ternura le dio un beso en la cabecita y la acostó en la cuna.

Madison llamó a la enfermera para avisarle de que le había dado el pecho y que la beba estaba lista para pasar la noche.

Un rato después llegó una chica de la sala neonatal y se llevó a la niña a la guardería donde pasaría la noche.

Mas tarde, les llevaron la cena y las hermanas se entretuvieron comiendo y hablando. Cerca de las once de la noche Marga vio que Madison se había dormido así que puso en modo dormir su teléfono y se dispuso a descansar.

Era de madrugada cuando Marga abrió los ojos de repente, sin moverse miró la cama de su hermana y vio que Madison estaba dormida. Una enfermera se acercó al suero que estaba conectado al brazo de su hermana e iba a inyectarle algo.

Su ceño se frunció cuando vio la cara de la enfermera, estaba segura de que la conocía de alguna parte, pero no lograba ubicar su nombre.

De repente como un fogonazo reconoció a la mujer, con un solo movimiento saltó de la cama.

“¡Apártate de mi hermana, Viviana!”.

A pesar del uniforme de enfermera que vestía había reconocido a la famosa modelo que estuvo saliendo con Simón Barton en el pasado.

La misma que se había atrevido a golpear a su hermana. La rabia la invadió, tendría que pasar por encima de ella para hacerle daño a Madison.

Viviana se quedó petrificada por un momento, según su prima las gemelas debían dormir profundamente porque le había puesto un somnífero en las bebidas que le llevaron con la cena. Al parecer una de las gemelas no se había tomado su jugo.

“¡Vaya! Si la modelo de los bajos fondos esta despierta”, replicó Viviana con una sonrisa despectiva.

“¡Madison, despierta!”, dijo Margaret con premura.

“No va a despertar, le dieron algo para dormir y yo le daré algo para que su sueño sea eterno”, aseguró Viviana, en sus ojos brillaba la locura.

“Te dije que te alejaras de mi hermana”, dijo Margaret acercándose a ella con precaución.

“No te preocupes, modelo de pacotilla que para ti también traje una dosis”, informó Viviana, sus pasos se dirigieron hacia Margaret.

“Me aseguraré de que tú también mueras para que no vengas a quitarme a mi Simón”.

“¡Max!”, gritó Margaret llamando a su guardaespaldas, él había insistido en quedarse esa noche cuidándolas, por lo que el hombre que estaba asignado para cuidar a Madison se había marchado.

“Max está dormido en el sofá que está al final del pasillo, imagino que le diste el jugo de frutas que no te tomaste con la cena”.

‘Menos mal que no lo tomé, porque es probable que Max la hubiese dejado pasar sin sospechar’, pensó Marga.

“Las modelos no tomamos fruta en la noche, eso lo debes saber, pero imagino que eres tan estúpida que no lo previste en tu plan”, dijo Margaret acercándose a la cama para tocar el timbre de la enfermera.

“No eres modelo, eres una zorra cualquiera en busca de una oportunidad”.

Marga apretó el timbre y se preparó para el ataque de Viviana, pensó que el haber pedido ayuda la volvería loca, pero para su desconcierto la mujer se rio.

“La enfermera no vendrá”.

“¿La mataste?”, preguntó Margaret preocupada por la chica.

Viviana volvió a reír.

“¡Oh, no! No podría matarla, verás es mi prima”.

Margaret la miró sorprendida y a la vez nerviosa, eso quería decir que estaban solas, porque Madison estaba hospitalizada en una sección privada del hospital que era asilada para casos de seguridad y de noche como solo estaba Madison se quedaba una sola enfermera.

También había un guardaespaldas en la entrada de esa sección, pero estaba muy lejos para oírla gritar.

Madison estaba despierta con los ojos cerrados, sin embargo, tenía los sentidos embotados, solo había tomado un poco de jugo porque no le gustó, por lo que su sueño no era profundo, tenía rato escuchando la conversación entre ambas mujeres y pensando qué hacer para que Margaret y ella salieran con vida de esa situación

Margaret pensó que estaban solas con una loca y sin forma de pedir su ayuda, su celular estaba en su cama y Margaret sabía que si iba en su búsqueda Viviana la atacaría o irá contra su hermana. Así que solo le quedaba luchar contra ella y rezar por ganarle porque si no estaban muertas.

“Si nos matas habrá una investigación y darán contigo, Viviana, pasarás tus días en la cárcel, o a lo mejor te dan pena de muerte. Sería justicia poética que murieras por una inyección letal”.

“¡Cállate! No me descubrirán, no hay forma de que lo hagan, todo está planeado”.

“¡Por Dios! ¿Eres tonta? ¡Tu prima trabaja aquí y está de guardia! ¿Qué crees que pasará?”.

“No podrán conectarnos, nuestras madres son medios hermanas y tienen apellidos diferentes, además mi prima tomó el mismo somnífero, la encontrarán tan dormida como Max y sus estudios revelaran que fue drogada como ustedes”, replicó Viviana.

“Todo fue calculado, hasta el último detalle”.

Madison estaba acostada de medio lado dándole la espalda a la puerta y a Viviana, su instinto le decía que se girara, pero sabía que no debía hacerlo, perdería la ventaja de que esta pensara que estaba dormida.

Su mano se fue moviendo milímetro a milímetro hasta debajo de su almohada donde estaba su teléfono. Solo debería apretar el botón de emergencia y un mensaje urgente le llegaría a Simón y al jefe de seguridad.

Necesitaba que Marga la entretuviera.

‘¡Oh! Mi mano está tan cerca del móvil, pero si me apresuro Viviana se dará cuenta y podría clavarme esa inyección, el somnífero me tiene lenta, no podría apartarme con rapidez’, pensó Madison con desesperación.

“El crimen perfecto no existe, te aseguró que acabarás con tus huesos en la cárcel, y no solo tú, tu prima la enfermera psicópata también irá presa”, predijo Margaret tratando de hacer tiempo, rogando que el guardaespaldas de la puerta se le ocurriera dar una ronda.

“¡Te aseguro que sí existe! Cada día hay miles de crímenes sin resolver, además, no sería la primera vez que lo hago y sigo libre”.

“Ya que estás decidida a matarnos, al menos dime, ¿A quién mataste antes, Viviana?”, preguntó Margaret.

La mujer le dedicó una sonrisa siniestra.

“A la verdadera Viviana, fuimos compañeras de habitación y cuando la tonta heredó un dinero de un familiar lejano, la maté y me hice pasar por ella. No tenía más familia y nadie se enteró”.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar