Gemela equivocada, amor correcto -
Capítulo 43
Capítulo 43:
“No puedo esperar más, ¿Estás lista para mí, Madison?”, preguntó Simón, aunque no pudo resistir la tentación de comprobarlo con sus propias manos.
Un g$mido de aceptación brotó de sus labios femeninos cuando él hundió un dedo en su cuerpo.
Simón la giró en sus brazos y la besó en la boca con toda la pasión de su tiempo perdido. Con delicadeza la fue guiando hasta la cama.
Hizo que Madison se tumbara y extendió sus piernas lo suficiente para ubicarse en el medio de ellas. Un suave empujón lo deslizó por el canal del cuerpo femenino, estaba caliente y resbaladizo.
Simón tuvo que apretar los dientes para no correrse enseguida, necesitaba darle placer a su mujer, así que comenzó un lento vaivén que la mantuvo al borde durante demasiado tiempo, necesita un poco más.
“Por favor, por favor, Simón, necesito más de ti”.
Simón incrementó la velocidad y fuerza de sus embestidas, dándole lo que justamente necesitada.
Un segundo después, Madison se retorcía de placer en medio de g$midos que lo llevaron al borde del placer.
Cuando sintió las contracciones dentro de la feminidad de la mujer resistirlo más y se corrió, por su parte Madison no pudo contenerse más y se dejó llevó por el placer junto con él.
“Te amo, Maddy, eres el mundo entero para mí”.
En las siguientes semanas Simón, Madison y Lucía se prepararon para la llegada del nuevo miembro de la familia.
Simón contrató para diseñar la habitación de Miranda al mismo estudio que diseño la guardería de la empresa, por lo que Madison pasó entretenida en el nuevo proyecto y comprando la canastilla de la bebé.
“Mi mamá vendrá la semana que viene para acompañarme en el parto”, dijo Madison con los ojos brillantes.
“¿Y tú hermana?”, preguntó Simón sentándose frente a Madison, era hora de tener la conversación que su esposa había esquivado desde que llegaron a casa.
“No quiero hablar con Marga, de verdad me cansé de ser yo la que siempre pague por sus errores”.
“Fui muy afortunado de que te casaras conmigo para protegerla porque tú eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, Madison”.
“Creo que lo único que tengo que agradecerle a Marga es haberme casado contigo, Simón”, respondió Madison con sinceridad.
“Te amo”, dijo él besando su mano.
“Yo también te amo, Simón”.
“Ahora quiero que me escuches hasta el final, mi amor”.
Ella lo miró sin responder, sabía lo que venía a continuación, y no estaba preparada para oír a su esposo soltar alabanzas dirigidas a su hermana.
“Cuando te marchaste, Marga se echó la culpa de todo, de haberte engañado y chantajeado para que te casaras conmigo, de gastarse el dinero del contrato y de haber ideado el plan de fuga”.
“Marga quería sacarme del camino para quedarse contigo por tu dinero”.
“No, ella no quería sustituirte, yo la obligué, tuve que contarles la amenaza de Los Zetas para que accediera venir conmigo, todas las fotos fueron un montaje. ¿Sabes por qué no has visto fotos de nosotros en los últimos meses?”.
“Imagino que salían menos, ya la mentira estaba contada”.
“No, porque tu hermana tuvo un colapso nervioso, la culpa de creer que estabas muerta no la dejaba vivir, dejó de comer y se comenzó a lastimarse a sí misma, actualmente está en tratamiento psiquiátrico”.
Madison lo miró sorprendida, nunca pensó que su gemela reaccionara así a su desaparición porque desde que eran unas niñas Marga no le decía que la quería.
“Mamá me comentó que ustedes pensaban que estaba muerta, lo lamento mucho, Simón, estaba tan furiosa al principio que no paré a pensar en esa posibilidad y después las cosas dejaron de importarme, creo que mis ganas de vivir volvieron cuando me enteré de mi embarazo”.
“Cuando supe que habías desaparecido, me sentí muy aliviado y agradecido, pero también lleno de ira por qué no te importó que sufriera por tu culpa, decidiste desaparecer sin contemplar lo que sentiría al no encontrarte. Imagino que Marga sintió lo mismo”.
“Yo… lo lamento, nunca imaginé ese escenario”, dijo meneado la cabeza con pesar.
“Debieron ser meses muy duros”.
“Lo fueron, lo peor que te puede suceder es no saber qué pasó con tu familiar desaparecido. Mira, no le tengo mucha simpatía a Marga, pero sé que sufrió por tu ausencia y se sintió culpable, si no hubiese sido por Max que se dio cuenta de lo que ocurría y la ayudó no sé qué habría pasado con ella”.
“Pensé que Max ya no trabajaba contigo, estaba por preguntarte por él”.
“Max es el jefe del grupo que cuida a tu mamá y hermana. No podía dejarlas sin protección después de las amenazas”.
“Gracias por cuidarlas”, dijo ella acariciando su rostro con amor.
“Son tu familia y por lo tanto también la mía”, declaró el tomando su mano para besarla.
Esa noche después de ducharse Madison se metió en su cama, se puso varias almohadas hasta encontrar una posición cómoda. Aprovechó que Simón aún estaba abajo revisando los informes que su CEO le enviaba semanalmente, para llamar su hermana.
Marga escuchó sonar su teléfono, miró la pantalla para ver quien la llamaba y al darse cuenta de que era Madison dudó en responder.
Una expresión de resolución cruzó su cara antes de contestar. Si Madison venía en plan de pelea eso encontraría y no le importaría que estuviera embarazada para lanzarle un golpe bajo.
“Hola”, respondió con voz fría.
“Perdóname, Marga”, dijo Madison desarmando a su hermana con esa simple palabra.
“Solo si prometes nunca más desaparecer”.
“Lo prometo”.
“Y si me dejas ser la madrina de tu hija”.
“Creo que para eso debes ser católica”.
“Lucía me hizo rezar hasta el cansancio por ti. Soy casi católica”.
“Entonces serás la madrina”.
Un silencio cargado de significado lleno la línea, ambas estaban intentando no llorar.
“Yo también quiero pedirte perdón, Maddy, durante años has perdonado todas mis locuras, me has sacado de apuros muchas veces, por lo que me acostumbré a abusar de tu generosidad. Sé que he sido muy egoísta, pero quiero que sepas que cuando tuve la idea del plan de fuga lo hice pensando que era lo mejor para ti. Es irónico que la única vez que pienso en ti primero las cosas no pudieron salir peor”.
“Simón me explicó lo sucedido y de verdad lamento haberte hecho sufrir”.
“No, me lo merecía, tuve tanto miedo de perderte para siempre que te valoro mucho más hoy que el día que te marchaste, quiero que sepas que te quiero, Maddy”.
“Yo también te quiero mucho, Marga. Quiero verte, ¿Podrás venir con mamá para el parto? Me gustaría mucho tenerte aquí”.
“Por supuesto que iré, no me lo perdería por nada del mundo, quiero ver como insultas a Simón”, dijo en tono de broma.
“¿Tienen un buen gerente?”, preguntó Madison.
“Fred regresó, la oferta de trabajo que tenía fue ideada por Roy para sacarlo de su cargo, pero cuando sus hoteles empezaron a quebrar lo despidió. Como dicen, era demasiado bueno para ser verdad”.
“Espera un momento, ¿Los hoteles de los Thomas están quebrando?”.
“Sí, les salió un competidor fuerte y no han podido mantenerse a flote, y no sabes cómo he disfrutado su caída. Así como lo quise, ahora lo detesto”.
‘Y sospecho que Simón tiene mucho que ver con eso, pero no es algo que necesitas saber, hermanita’, pensó Marga con una sonrisa interna.
“Quien actúa mal, le va mal”, filosofó Madison.
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