Gemela equivocada, amor correcto -
Capítulo 29
Capítulo 29:
Esa noche, después de conducir todo el día entró a un motel de carretera y pidió una habitación. Estaba agotada, había llorado todo el trayecto, la recepcionista miró sus ojos hinchados y le entregó la llave sin decir una palabra.
Lo primero que hizo Madison fue cortar su cabello a la altura del cuello y teñirlo de negro.
Al salir de la ducha, se miró al espejo y observó su nueva apariencia, nuevas lágrimas mancharon sus mejillas y rezó por haber tomado la decisión correcta.
Simón caminaba impaciente frente a la sala de trauma del hospital, cuando llegaron minutos antes le quitaron de los brazos a su abuela para ponerla en una camilla y llevarla a esa sala. Había entrado suficiente personal médico como para hacer una conferencia, pero nadie salía a darle información.
Una enfermera se acercó para llevarlo a una sala de espera y él se fuera de ese lugar.
“Entiendo su preocupación, Señor Barton, pero dentro están los mejores doctores de este hospital que harán todo lo posible para ayudar a su abuela…”.
“No, no lo entiende, ella es la única familia que me queda”.
Decirlo le provocó mucha tristeza, porque era cierto, en ese momento entendió la razón por la que su abuela lo quería casado y con hijos; para que no estuviera tan solo como se sentía en ese instante.
Si Madison no lo hubiese engañado de seguro estaría a su lado, molesto consigo mismo la sacó de sus pensamientos.
“Señor Barton”.
Un médico que salió de la sala de traumas salió en ese momento, se presentó como el cardiólogo jefe.
“Su abuela tuvo una angina de pecho, afortunadamente, llegó a tiempo para que pudiera prevenir el infarto, necesitamos que dé su autorización para hacerle un cateterismo [1] de emergencia, debemos determinar porque el corazón no está recibiendo sangre suficiente”.
“Haga lo que tenga que hacer para salvarla, doctor. Solo quiero que ella esté bien”.
“Tienes buenas perspectivas, vamos a pasarla directamente a pabellón para comenzar de inmediato”.
“¿Este episodio pudo ser causado por alguna emoción fuerte?”, preguntó Simón con seriedad.
“Aunque los estados de ánimo y las emociones influyen en nuestras vidas, su abuela tiene un problema cardiaco que pudo manifestarse en cualquier momento y que de no haber recibido tratamiento oportuno pudo haberle causado la muerte”.
Unos minutos después la puerta de la sala de traumas se abrió y Simón vio que trasladaban a Lucía.
“Puede acompañarnos hasta la entrada de la sala de hemodinamia”, le dijo a Simón uno de los enfermeros que empujaban la camilla.
“Abuela, soy yo, te pondrás bien”, dijo tomándola de la mano.
Lucía le apretó la mano, aunque no abrió los ojos, Simón pudo apreciar que tenía mejor color.
El tiempo se le hizo eterno a Simón mientras le hacían el procedimiento a su abuela, a su lado su jefe de seguridad le informó que Meredith había echado de la casa a Margaret y que ella y Madison estaban encerradas en la habitación de la dueña de la mansión.
Margaret no le importaba para nada, así que no le preocupó que Meredith la echara.
Un par de horas después el doctor salió de la sala.
“El cateterismo arrojó que tenía una obstrucción en una de las arterias, se le puso un stent[2] para corregir el problema. Su abuela se pondrá bien, es una mujer muy fuerte”.
“Gracias, doctor. ¿Cuándo podré verla?”.
“La van a trasladar a la unidad de cuidados intensivos para tenerla en observación por esta noche, mañana la pasaran a la habitación y podrá irse a casa en cuarenta y ocho horas. La enfermera lo llevará hasta la sala de espera y le avisará cuando pueda pasar a verla”.
“Has hablado con Max?”, preguntó Simón a su jefe de seguridad.
“La Señora Fulton salió a despedir a los familiares y amigos que estaban alojados en la mansión, pero la Señora Barton no ha salido de la habitación”.
“¿Están seguros de que sigue allí?”.
“Sí, Max la vio cuando de la cocina le subieron comida”.
Simón asintió en respuesta. En ese momento una enfermera se acercó a él.
“Puede pasar a ver a su abuela, Señor Barton”.
Lucía estaba conectada a varios aparatos que monitoreaban sus signos vítales y tenía puesto oxígeno, al verlo extendió la mano hacia él.
“Abuela, ¿Cómo te sientes?”.
“Estoy mejor, hijito, pensé que no lo contaba, el doctor me dijo que era bueno que estuviera cerca del hospital”, dijo la anciana.
“Sí, es un motivo más para que no regreses al pueblo, necesitarás tener controles médicos más seguidos”.
“¿Qué piensas hacer con Madison?”, preguntó Lucía.
“No quiero que te preocupes por Madison, solo recupérale, ¿Sí?”.
“Está bien, hijito”.
Una enfermera le hizo señas para decirle que sus cinco minutos habían culminado, por lo que Simón besó a su abuela en la cabeza y se despidió.
Era hora de volver a la mansión para enfrentarse con Madison, no hacía nada con quedarse en el hospital a pasar la noche en una silla, cuando su abuela estaba fuera de peligro y no podría verla de nuevo hasta la mañana siguiente.
Marga estaba que se trepaba por las paredes de los nervios esperando que llegara Simón, sabía que no podría engañarlo por mucho tiempo, si es que lograba engañarlo en algún momento. Meredith estaba sentada en el banco de la ventana mirando la oscuridad de la noche.
“Ya llegó”, anunció su madre.
“¿Qué hacemos? ¿Salimos a preguntar por Lucía o nos quedamos aquí?”.
“Por mucho que quieras saber cómo está Lucía, no saldremos, mamá, cuanto más tiempo pase Simón creyendo que soy Madison, más tiempo tiene ella de poner distancia”, explicó Marga.
Un toque a la puerta las hizo respingar. Meredith se levantó para abrir la puerta y se encontró de frente con Simón.
“Simón, ¿Cómo está Lucía?”.
“Se pondrá bien, Meredith, por favor, dile a Madison que salga”.
“Creo que es preferible que dejes reposar tu enojo Simón”.
Él la miró con el ceño fruncido.
“Sé que mis hijas actuaron mal y entiendo que estés molesto, pero debes escuchar lo que Madison tiene que decir y para poder entender porque actuó como hizo debes estar calmado y…”.
“Meredith, los problemas con mi esposa los arreglamos nosotros sin tu intervención, así que dile a Madison que salga de inmediato”.
Resignada a no poder el encuentro, Meredith se hizo a un lado para dejarlo pasar, de ese modo podían discutir delante de ella y poder intervenir en caso de ser necesario.
Simón entró a la habitación de Meredith y miró a su esposa, aun cargaba puesta la ropa que se puso para la boda.
“Madison, ven conmigo”, ordenó Simón.
Madison se levantó y caminó hasta la puerta, cuando pasó al lado de Simón él la detuvo.
“Espera un momento”.
Marga contuvo el aliento, pero no lo miró directamente, sus ojos se mantuvieron fijos en un punto en la pared.
[1] Procedimiento médico donde se introduce un catéter por el brazo o la ingle hasta el corazón para ver su funcionamiento y tratar algunas afecciones cardiacas.
[2] Es un pequeño tubo de malla de metal que se expande dentro de una arteria del corazón para reestablecer el flujo de sangre que se vio comprometido por alguna obstrucción.
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