Gemela equivocada, amor correcto -
Capítulo 26
Capítulo 26:
Más carcajadas resonaron en la habitación.
“¡Maldición! Iré a buscar unos aretes viejos, denme un minuto para subir, que ya tengo casi todo en el piso que voy a compartir con Roy”.
“Ve, aún hay tiempo”.
Marga hizo una mueca burlona y subió corriendo las escaleras del último piso, con el dinero que le quedaba de lo que le pagó Simón había instalado un ascensor que llegaba directamente al ático, pero no lo utilizó en ese momento.
Estaba dentro del armario rebuscando en su caja de joyería unos aretes preciosos que tenía y combinaban perfectamente con su atuendo cuando escuchó el ascensor llevar al ático.
En ese momento vio la pieza de joyería que buscaba, las tomó, cerró la caja, apagó la luz y cerró la puerta del armario.
“¡Demonios! Que no sea Roy, no quiero que me vea vestida antes de tiempo”, murmuró para sí misma.
Apagó la luz del armario y se quedó escondida esperando para ver quién era, si era Roy no saldría.
La puerta del ascensor se abrió, a través de la rejilla de la puerta del armario vio salir a Roy besando a Amanda.
Marga se quedó de piedra, Roy la estaba engañando con su mejor amiga, el dolor de esa traición le ardió hasta en el alma. Amaba a ese hombre desde la adolescencia y aunque él nunca la había mirado ella siguió amándolo en la distancia.
Para Marga había sido un sueño hecho realidad cuando se lo encontró en esa fiesta en Houston, aquella noche había sido la mejor de su vida.
“Todavía me duele que te cases con ella y no conmigo”, le dijo Amanda con gesto de contrariedad.
“Sabes que no tengo opción, papá me puso un ultimátum, debía casarme con alguna de las gemelas para tener acceso a esta casa, cuando Marga me dijo que Madison se iba a casar con Simón Barton selló su destino, tendría que casarme con ella, más aún cuando tendría de cuñado a ese hombre, con tanto poder e influencia como Barton”.
“No creo que no hayas encontrado el modo de hacer que la vieja les vendiera, que la única opción sea que tengas que casarte con la estúpida de Margaret”.
“Lo intentamos, pero Meredith se negó a vender, papá esperó por años, cuando logró meterle en la cabeza que debía remodelar, espero que hipotecara la casa, la remodelara para provocar un incendio, de esa manera tendría que vender, pero no, la tonta de Madison se casó con Simón que puso el dinero para la remodelación y para pagar la hipoteca. Por lo que casarme con Marga es la única opción que tenemos, me deshago de la vieja, hago que ella me firme un poder y las despojo de su casa”.
“Estoy segura de que la tonta caerá ¿Sabías que siempre ha estado enamorada de ti? Desde que estábamos en sexto grado”.
“Había escuchado algo por allí, pero no le hice caso hasta ahora, estoy seguro de que podré engatusarla para que firme”.
“¿Y cómo harás para hacerte con la parte de Madison? Si la vieja se muere heredan las dos”.
“¿Sabías que Margaret falsifica la firma de Madison? El otro día revisando su bolsa encontré papeles de Madison y ella me confesó que lo había hecho en varias oportunidades, la hice firmar en una hoja en blanco con la excusa de que me mostrara que era cierto que podía firmar como su hermana”.
“¡Tarada! Lo único que me consuela es lo mucho que la desprecias. Sé que es una tortura para ti tener que estar con ella”.
“Te aseguro que la luna de miel será un infierno con ella pegada a mi todo el tiempo, tengo que cerrar los ojos y pensar que eres tú para tener una er$cción”.
Margaret se tragó las lágrimas de rabia, nunca pudo haber imaginado el tamaño de la traición de Roy.
El teléfono de su prometido comenzó a sonar y él se apresuró a contestar la llamada.
“¿Dónde demonios estás, Roy? Espero que no estés revolcándote con la zorra de Amanda. Si pones en peligro esta boda te desheredo”.
“No, papá, todo está bien, estoy en la pocilga que Meredith adecuó para nosotros, subí a buscar algo”.
“¡Baja de una puta vez!”, dijo Richard cerrando la llamada.
“Vamos, Mandy, es hora de marcharnos antes de que a papá le dé algo”.
Se subieron al ascensor entre besos, cuando las puertas de este se cerraron Marga salió de su escondite. El dolor de su corazón se trasformó en rabia, si Roy creía que podía salirse con la suya estaba muy equivocado.
Con manos temblorosas se cambió los aretes y bajó las escaleras.
“Marga ¿Por qué has tardado tanto? Ya es hora de bajar”, dijo una de sus amigas.
“Vayan ustedes, yo bajaré en un momento”.
Cuando se quedó sola, una lágrima rodó por su mejilla, con rabia se la limpió, se bajó el velo y salió de la habitación, al bajar las escaleras, la esperaba Simón.
Sería su cuñado el que la llevaría al altar, el hombre que pudo ser su esposo y al que dejó de lado para casarse con Roy.
El corazón le dolía mientras caminaba hacia al altar, esperándola frente al ministro estaba su prometido, sus ojos no podían ver a todas las personas que estaba sentadas a los lados del pasillo por el que ella caminaba, solo a Roy.
Al llegar al lado del infiel, se giró para ponerse frente a él le pasó el ramo a su dama, se subió el velo y con fuerza le dio una bofetada a Roy que lo hizo trastabillar.
Una exclamación de sorpresa se escuchó de parte de los invitados, Meredith y Madison saltaron de sus asientos antes de que Roy reaccionara. Simón se interpuso entre su esposa y los novios, no quería que si las cosas llegaran a mayores su esposa o su abuela salieran lastimadas.
Además, desde ese lugar tenía una mejor visión de lo que ocurría, no permitiría que Roy lastimara físicamente a su cuñada.
“Eres un maldito infeliz, Roy”, le gritó Marga con rabia.
“¿Qué demonios te pasa, Margaret? ¿Te volviste loca?”, preguntó Roy con rabia.
“Estaba allí en el armario cuando entraste a nuestra habitación con la puta de Amanda besándote y metiéndole mano”.
Amanda emitió un sonido de sorpresa.
“¡Roy!”, gritó su padre furioso.
“Escuché todo lo que dijeron del incendio de la casa que provocaron para obligar a mamá a vender y como no lo hizo, me pediste matrimonio”.
Una exclamación colectiva se escuchó de parte de los invitados.
“No tienes forma de probar que nosotros estuvimos involucrados en el incendio”.
“Te escuché confesarlo, eso es suficiente para mí, eres una rata asquerosa”.
“No es cierto”, dijo Roy mirando a su padre.
Margaret lo tomó por las mejillas clavándole las uñas para que la mirara.
“Pensaste que yo era tan tonta que firmaría todo lo que me pusieras por delante sin leer. Pensaste que podrías deshacerte de mamá y engañar a Madison para quedarte con nuestra casa. Pues no, Roy, por mi puedes irte al diablo”, le gritó Marga antes de girarse para marcharse.
Al final lo pensó mejor y se devolvió.
“Y llévate a tu puta contigo”, gritó señalando a Amanda.
“Y a la porquería de tus padres”.
“Te crees la gran cosa, Marga, pero no eres más que una pobre diabla, una basura que se cree más de lo que es”.
“No eres nadie para medir lo que valgo, Roy, soy tan valiosa que de hecho me hubiese podido casar con Simón Barton, firmé un contrato para casarme con él, pero entonces apareciste tú y lo dejé todo por ti, tuve que engatusar a Maddy para que ocupara mi lugar”, gritó Marga.
Un silencio se hizo en el lugar, entonces Marga comprendió lo que había hecho.
Simón sintió su rabia recorrer su columna ante las palabras de Marga.
‘Me han engañado como a un tonto’, pensó furioso.
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