Capítulo 24:

“Y así será, no pudimos hacer negocios años atrás, pero quien se iba a imaginar que nuestros hijos se enamorarían y que se casarían en esta casa. Sé que serán muy felices viviendo aquí.

“¿Vivirán aquí?”, preguntó Madison mirando de su madre a Marga.

‘Nadie me dijo que se quedarían en la casa’, pensó un poco extrañada, por lo general su madre le contaba todo.

“Sí, Fred encontró una buena oportunidad de trabajo en Galveston por lo que se marchará después de la boda, fue algo repentino y no había tenido la oportunidad de comentarte”, dijo Meredith antes de ser interrumpida por Marga.

“Fred es nuestro administrador”, aclaró Marga a Simón.

“Por lo que yo me quedaré a administrar la posada, Roy pensó que era buena idea vivir aquí un par de años para ayudar a mamá. ¿No te parece buena idea, Madison?”.

“Sí, claro, solo me gustaría que la posada no perdiera su esencia de hogareña, donde las familias vuelven año tras año para pasar aquí parte de su verano o la Navidad”, respondió Madison.

“Hay que adaptarse a los nuevos tiempos”, dijo Roy con un encogimiento de hombros.

“Creo que Simón como empresario de éxito estará de acuerdo conmigo”.

“Es innegable que las empresas deben adaptarse a los nuevos tiempos, pero esta casa convertida en posada es un lugar histórico, estar aquí es como estar anclado en el tiempo. Siempre tendrá su clientela específica porque no se parece a nada, tiene identidad propia, además, de que es imposible que crezca, no se puede ampliar para hacer más habitaciones porque perdería su esencia. Esta es la personificación del negocio que no necesita adaptarse a la época actual”.

Un silencio incómodo para los Thomas se hizo en la mesa, se removieron un poco porque nunca pensaron que alguien como Simón, que era multimillonario se interesaría por la casa.

Simón notó la incomodidad de los Thomas, la mirada de agradecimiento de su esposa por su declaración de apoyo, la de molestia en la cara de Marga y la gran sonrisa que le dedicó su suegra.

“Gracias por esas palabras, Simón, reflejan lo que en realidad sucede con esta casa”, dijo Meredith.

“Durante muchos años hemos tenido clientes fieles, que con el tiempo se han convertido en amigos que nos visitan cada año y es verdad no necesitamos adaptarnos a otros tipos de alojamiento porque no nos parecemos”.

“Solo estaremos aquí un par de años para ayudar a Meredith, pasado ese tiempo pensamos irnos a nuestra propia casa, para entonces ya estaríamos pensando en tener a nuestro primer hijo. Marga y yo queremos esperar algún tiempo antes de ser padres. ¿Y ustedes? “preguntó Roy tratando de desviar el tema.

“Nosotros queremos tenerlos de inmediato, no queremos esperar”, respondió Madison.

“Y yo estoy ansiosa esperando a mi bisnieto”.

El resto de la comida trascurrió en un ambiente relajado.

Algunas horas más tarde todo estaba preparado para la despedida de soltera de Marga. Poco a poco la casa se fue llenando de invitadas. Por su parte, Simón había sido invitado a la despedida de soltero de Roy que se llevaría a cabo en un club de la ciudad.

“No creo estar mucho tiempo en la despedida de soltero de Roy, cuando regrese me escabulliré a nuestra habitación, te estaré avisando”, le dijo Simón a su esposa cuando se despidió con un beso.

Marga fue la novia perfecta, elegante y bien educada, la anfitriona perfecta.

“Será una buena esposa para mi Roy”, aseguró Patricia satisfecha.

Madison se puso un vestido que no opacara al de su hermana y trató de ubicarse en segundo plano, algo casi imposible porque se había hecho famosa entre sus familiares y amigos al haberse casado con Simón Barton.

Algo que no era muy del agrado de Margaret, ese día ella era la novia y la única que debería brillar.

Simón estaba sentado en una mesa del bar en compañía del padre de Roy y sus amigos, al menos podía hablar de negocios con un par de ellos mientras se tomaba un buen tequila. Había evitado a Roy y solo había hablado con él lo necesario, su instinto le decía que no era un buen hombre.

Miró su reloj y pensó que, si se vería muy mal al marcharse, asombrosamente había despejado su agenda y no tenía nada que hacer.

Después de que llegaron al bar Roy se dedicó a beber con sus amigos y a contar chistes subidos de tono de sus exmujeres.

Un rato después vio entrar a varias bailarinas exóticas que rodearon al novio. Los gritos y chiflidos de los amigos de Roy no se hicieron esperar.

A medida que pasaban los minutos las cosas se fueron poniendo más calientes, Simón, le pasó un mensaje a su jefe de seguridad, se despidió de Richard y sus amigos, y se levantó para marcharse. Roy se acercó a él acompañado de una chica.

“¡Simón! No te vayas todavía lo bueno acaba de comenzar”, dijo Roy.

“Mira te traje una acompañante para que endulce tu noche”.

Roy quería comprometerlo y grabarlo para que uno de sus amigos subiera el video a las redes sociales.

“No, gracias, tengo una esposa esperándome”, replicó a modo de reproche.

“Bueno, tú te lo pierdes, yo aún no estoy casado”, intentó justificarse Roy.

Cuando Simón iba a responderle vio que Roy señaló a su padre y la joven fue a sentarse en las piernas de Richard.

Asqueado le dio la espalda a Roy, le hizo una seña al jefe de seguridad que lo esperaba y se marchó.

No le gustaba Roy, ni como se comportaba. ¿Acaso no iba a casarse con el amor de su vida? Ni él que se casó por contrato actuó de la manera en que lo hacía ese hombre. Lo de esa noche era una falta de respeto para su futura esposa.

Molesto se subió a su camioneta sin saber que la noticia que le esperaba.

El teléfono de Simón sonó cuando se subió a la camioneta, era el número de Marcela, vio que la asistente de su abuela le había enviado dos videos, ambos titulados ver urgente. Le pareció extraño porque la asistente de su abuela era una mujer sería que no le enviaría tonterías.

Abrió el primer video y se sorprendió al ver su casa de Xicoténcatl explotar y prenderse en fuego, el video había sido tomado desde el patio trasero de la casa de su abuela. El corazón comenzó a latirle con rapidez pensando que pudo haber sido una fuga de gas lo que originó la explosión.

“Mira esto”, dijo reenviando el video a su jefe de seguridad.

Le subió el volumen al teléfono antes de abrir el segundo video, había sido filmado en el patio trasero de la casa de su abuela y en el aparecía un grupo de hombres con armas largas, el que estaba delante y que parecía el jefe comenzó a hablar:

“Señor Barton, somos una fracción del grupo Zeta, ha sido usted seleccionado como patrocinador de nuestro movimiento, tiene una semana para traer un maletín con doscientos cincuenta mil dólares como colaboración a nuestro movimiento. Este pagó se hará de manera trimestral, si no accede a ayudarnos, volaremos la casa de su abuela con ella adentro y después iremos tras su mujer y le aseguro que no le gustará lo que le haremos a ella. Estaremos atentos al sonido de la llegada de su helicóptero”.

El video se cortó repentinamente.

La rabia le subió en espiral por la columna, quería matar a esos hombres por atreverse a amenazar a sus mujeres. Nunca le pagaría a esos miserables.

“Nos vamos de inmediato a la mansión Fulton, llama a Max y verifica que todo está bien en la casa”.

“Sí, señor”, respondió su jefe de seguridad desde el asiento del copiloto.

Las camionetas se desplazaban por Corpus Christy a toda velocidad cumpliendo la instrucción de su jefe.

Simón sabía que los Zetas no harían otro movimiento hasta pasada una semana, era consciente que cuando se pagaba la primera vez y se aceptaba la extorsión, nunca terminaba, y por nada del mundo aceptaría financiar a asesinos y narcotraficantes.

Su falta de apoyo hacia los Zetas pondría a Madison en la mira de esos asesinos, y por primera vez en su vida, Simón sintió miedo de perder una mujer.

“Puse en alerta a Max sobre la posible amenaza”, anunció el jefe de seguridad a su jefe.

Simón llamó a Marcela, la mujer contestó la llamada de inmediato.

“¡Simón! Ya se fueron, dijeron que volverían en una semana”, explicó la mujer entre lágrimas.

“Está bien, Marcela, ¿Nadie salió lastimado?”.

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