Capítulo 21:

“Si quieren vayan a dormir un rato y los veo en un par de horas para el desayuno”.

“Está bien, abuela”, dijo Simón.

“Por favor, despiértame en un par de horas, no quiero pasar el día durmiendo”.

Lucía los vio caminar tomados de la mano hacia la casa de Simón y una sonrisa se instaló en su rostro.

“¿Viste Marcela? En todas las semanas que han pasado desde que se casaron nunca los había visto tan juntitos, para mí se han enamorado”.

“Es cierto, Lucía, se ven muy felices juntos”, contestó su amiga.

“Espero que el sueño de Madison sea porque está embarazada”.

“Creo que es muy pronto aun para eso, a veces pasa tiempo antes de poder embarazarse, así que no te hagas ilusiones y no atosigues a Simón”.

“No lo haré, gruñona”.

Simón llevó a Madison hasta la cama, la ayudó a ponerse cómoda y se acostó a su lado. Como era su costumbre desde que comenzaron a dormir juntos, ella se acurrucó contra el cuerpo de su esposo.

“Si quieres dormir no restriegues tu trasero contra mí”.

“Tengo mucho sueño, Simón”.

“Entonces duerme”, replicó él abrazándola y guardándose las ganas de hacerle el amor.

Madison se durmió y un rato después él se quedó dormido.

La joven abrió los ojos y se dio cuenta de que era media mañana, estaba sola en la cama, Simón se había levantado y la dejó dormir.

Madison se levantó, fue al baño a refrescarse y lavarse, se arregló y salió en busca de su esposo.

Lucía y Simón estaban sentados en la mesa tomando café cuando ella entró a la cocina.

“Lo lamento, me quede dormida”.

“No te preocupes, Simón me dijo que has estado muy ocupada con eso de la guardería y con los compromisos sociales de él”.

“Sí, han sido unos días locos, quiero dejar todo listo la próxima semana es la boda de mi hermana y nos ausentaremos unos días”.

“Estoy convenciendo a mi abuela de que se vaya hoy con nosotros, solo faltan cuatro días para la despedida de soltera, que es el día en que tendría que venir por ella, de este modo me ahorro el tener que volar hacia acá tan pronto y podrá asistir contigo a la despedida”.

“Sí, por favor, abuela, vente con nosotros, disfrutaré estos días de tu compañía”.

‘Ojalá que se vaya con nosotros, así no me quedaré sola pensando en que faltan pocos días para la boda. Estoy nerviosa por ver la reacción de Simón cuando conozca a Marga, ¿Se dará cuenta de que lo hemos engañado?’, pensó Madison.

“Además, mañana debo salir de viaje, iré a los campos petroleros y de paso visitaré a mis huérfanos. Estaré una noche fuera”, explicó Simón.

“¿No querrás que me quede sola en esa casa tan grande? ¿Verdad, abuela?”.

“Está bien, iré con ustedes. Come, Madison, mientras que voy a hacer la maleta”.

“No sabía que ibas a ver a tus hermanos, Simón ¿Ellos no te odiaban?”.

“Sí, sobre todo Peter, que es mayor que yo solo seis meses, él y su madre, me veían como la prueba tangible de la traición de su padre”.

“Me imagino que fue duro para ellos descubrir tu existencia”.

“El primer año fue muy difícil, mi padre era uno de esos vaqueros duros que creía que educar era darte una paliza. Peter y yo lo enfrentábamos y a veces nos librábamos y a veces no, pero Patrick era apenas un niño de doce años, por lo que Peter trataba de salvarlo de las palizas. Un día Peter había salido y Patrick sin darse cuenta dejó abierta la puerta del corral y se escapó el mejor semental de mi padre, furioso fue a arremeter contra el pequeño, y yo a pesar de había perdido la última pelea con el viejo, me interpuse, estaba aún lastimado y tengo que reconocer que ese día barrió el piso conmigo”.

“¿No podían denunciarlo? Es ilegal pegarle a un niño”.

“El jefe de la policía era su mejor amigo y solo le daba advertencias”.

“El jefe de la policía debió ir preso también”.

“En fin, cuando Peter llegó, encontró a Patrick acurrucado conmigo en la cama donde los peones me habían acostado, él le conto lo que había pasado, estaba tan mal que Peter llamó a una ambulancia, tenía dos costillas rotas y muchos golpes. Denuncié a mi padre con los servicios sociales por las palizas que le daba a Patrick y que nos dio a nosotros, así que la policía tuvo que actuar, estuvo preso cuarenta y ocho horas y después salió libre con una amonestación del juez. Si volvía a ponernos un dedo encima lo enjuiciarían. Después de eso, las cosas cambiaron entre mis hermanos y yo. Cuando mi padre y mi madrastra murieron y él me dejó las tierras a modo de burla, ellos me ayudaron a cumplir mi sueño de ser ganadero”.

“¿Y qué pasó cuando se descubrió el petróleo en tus tierras?”.

“Quise compartirlo con ellos, así como ellos hicieron conmigo, pero no lo aceptaron, dijeron que si eso era lo que mi padre me había dejado era mío. Me costó convencerlo de ayudarlos con algo de ganado, y reparaciones del rancho, tenemos una buena relación”.

“¡Pero no los invitaste a nuestra boda!”.

“¡No pensé que nuestro matrimonio fuera a durar! Nos casamos por contrato”.

“Ahora cuéntame eso de que no pensaste que tu matrimonio fuera a durar y explícame eso del contrato”, replicó Lucía parada en la puerta de la cocina.

“¿Me has estado engañando, Simón? ¿Este matrimonio no es real?”, dijo mirando de su nieto a su esposa.

Simón saltó de la silla y su cara se ensombreció al darse cuenta de que su abuela había escuchado su conversación y estaba al tanto de su acuerdo. En cambio, Madison se quedó de piedra y no pudo levantarse de su asiento.

“Yo… las cosas no son así como parece, por favor, siéntate con nosotros, abuela, debemos hablar”, pidió respondió él con tranquilidad un momento después.

“No tengo ganas de sentarme”, replicó Lucía irguiéndose en toda su altura.

“Solo quiero que me digas la verdad porque no me gusta esto que estoy imaginando, Simón, nunca te enseñé a mentirme de esta manera”.

Madison estaba nerviosa y apretaba sus manos, el objetivo de su contrato matrimonial era mantener feliz a Lucía, si ella descubría la verdad su matrimonio no tendría sentido ¿Tendría que devolver un dinero que no tenía? ¿Y si ya estaba embarazada?

Desde la noche de la gala Simón y ella dormían juntos todas noches, él era insaciable y la mayoría de los días la despertaba de madrugada para una segunda ronda.

“Eres la persona más importante en mi vida, abuela…”.

Lucía comenzó a manera la cabeza negando esa afirmación.

“La persona más importante en tu vida debería ser tu esposa, Simón, aquí todo está equivocado”.

“Escúchame, por favor, cuando te prometí traerte una esposa, me puse de inmediato a buscarla, recurrí a mi firma de abogados porque estaba buscando una esposa por contrato, ellos fueron a la agencia y encontraron a Madison. La entrevisté y me pareció adecuada por lo que le ofrecí un matrimonio por contrato…”.

“¿Le ofreciste dinero para que se casara contigo?”, preguntó Lucía interrumpiéndolo.

“Sí, pero si bien es cierto que nos casamos por contrato, con el pasar de las semanas nos hemos enamorado y nuestro matrimonio es muy real, de hecho, estamos buscando tener un bebé…”.

“¿Te casaste por dinero con mi nieto?”, le preguntó Lucía a Madison.

La joven estaba nerviosa, pero se dio cuenta de que en ese momento era importante que fuera sincera con la abuela de Simón.

“Abuela…”, dijo Simón para que se concentrara en él.

“No importa, Simón, creo que es hora de confesar”, señaló Madison.

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