Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 89
Capítulo 89:
Kathia se sonrojó, y fue exactamente lo que hizo, porque después de varias semanas, estaba muy… muy necesitada, y quería que él le hiciera de todo y más.
“¿Estoy bien así?” le preguntó por encima del hombro.
“Estás perfecta” respondió él, al tiempo que masajeaba ambos redondos y rosados glúteos, para después deslizar un dedo por el canal y encontrarse cara a cara con el cálido y húmedo jugo que goteaba de entre los pliegues. “Joder, Kat, estás exquisita”
Y un segundo más tarde, probó largamente la carne, de principio a fin, mientras ella se retorcía de placer.
“Dios, Cassio” jadeó, removiéndose y empujándose a sí misma contra él.
“¿Esto te gusta?” le preguntó, aferrado firmemente a ambos muslos. No se le escaparía ni aunque quisiese.
“Sí” musitó con la voz entrecortada. “Más, sí, eso es. ¡Dios, es tan bueno!”
“¿Más?”
“Sí, por favor, continúa”
Y fue exactamente lo que él hizo. Succionó, mordisqueó y jugó con los pliegues de repente hinchados. Estaba a punto de correrse, y él quería probar y saborear hasta el último gramo, así que introdujo un dedo en la estrecha cavidad y después el otro. Ella sollozó su nombre y se mostró suplicante, completa y eternamente entregada.
Cuando no pudo más, estalló en su boca, y mientras sus piernas sufrían los espasmos, se giró un poco y lo instó a que se incorporara.
“Te necesito dentro de mí” sollozó.
“Por favor, Cassio, tómame ahora”
Cassio respondió desabrochándose el pantalón, colocándose en medio de sus piernas y después pe%etrándola desde atrás sin compasión.
Ella dejó reposar la cabeza en su hombro y él le adornó el cuello con besos, a medida que sus embestidas cobraban más intensidad y la atormentaban de lujuria y placer.
Pronto, ambos fueron un torbellino de deseo incontenible y cuerpos sudados, chocando contra sí, meciéndose con ansias.
Ella había alzado ambos brazos y rodeado desde esa posición su cuello, y al mismo tiempo, él le sacaba ambos pechos por el escote del vestido y le pinchaba ambos pezones.
Quería probar y disfrutar todo de ella, quería que aquellos cinco años se redujeran a nada y por idiota había perdido.
¿Cómo diablos había podido sobrevivir sin Kathia todos esos años? No lo sabía, pero nunca más volvería a cometer el mismo error.
“Te amo, Kat” susurró agitado contra la oreja femenina.
“Y voy a pertenecerte en cuerpo y alma hasta la eternidad”
Los ojos de ella chispearon por aquella hermosa frase, y solo un par de minutos más tarde, advirtieron la proximidad del org%smo, dejándose ir sin algún tipo de reservas.
Cassio permaneció dentro de Kathia un rato más.
Ella solo sonreía de alivio.
“No vuelvas a castigarme por más tiempo” le dijo ella.
“Nunca más, cariño, de ahora en adelante solo me dedicaré a compensarte” no había otra cosa que deseara más.
Más tarde, casi sobre la hora, tomaron una ducha, y tan pronto llegaron al hospital y el doctor hizo la revisión correspondiente, les soltó la noticia.
¡Iban a tener un niño!
Al principio Kathia se había quedado pasmada. Tenía experiencia con las niñas, pero un varón sería una nueva aventura.
Reaccionó cuando Cassio le tomó ambas mejillas y la devoró a besos.
El doctor les dio ese momento a solas, mientras los futuros padres festejaban con risas y dicha.
“Un niño” musitó ella.
“¡Un Garibaldi!” exclamó él, pues no entraba de la alegría y derramó lágrimas tras lágrimas como si fuese un chiquillo.
“¡Mi primer varón, Kat!”
La joven embarazada asintió con una sonrisa nostálgica.
“Oh, Cassio, estás llorando” le dijo, limpiándole las lágrimas.
Él soltó una risita.
“Es de alegría, mujer” se arrodilló frente a ella y le besó infinidad de veces el v!entre, después alzó la vista, todavía empañada.
“Te prometo que esta vez lo haré mejor, cariño. Te prometo que seré un buen padre para este bebé y para Cassie”
Ella lo ayudó a incorporarse y le besó los labios.
“No tienes que prometerme nada porque sé que lo serás, ya lo eres” afirmó.
“Cassie te adora, y tú has dado todo y más todo este tiempo para ser merecedor de su cariño”
“Soy el hombre más feliz ahora mismo, ¿Sabes?”
Kat asintió.
Cassie fue la primera en enterarse de que iba a tener un hermanito, y en seguida, comenzó a sugerir todo tipo de nombres. Los padres sonrieron ante el entusiasmo de la pequeña.
La noticia también la compartieron con las personas que los querían y habían estado para ellos. Kat había intentado contactar a Valerio, pero todas las llamadas la enviaban al buzón. Eso la mantuvo triste parte del día y Cassio lo notó, porque sabía lo importante que él era para ella.
Más tarde, esa noche, mientras celebraban con una barbacoa en casa, llamaron a la puerta.
Era él.
Valerio sonrió al verla con esa pequeña prominencia.
“Hola, Kat”
“Valerio” musitó ella, suspirando. “Intenté llamarte, pero me enviaba al buzón”
“Lo sé, estaba ocupado con el equipaje y varios arreglos de última hora”
Ella alzó las cejas.
“¿Ya te vas?”
Él asintió.
“No estaba seguro de que pudiera despedirme, pero Cassio me contactó de camino al aeropuerto, así que no tengo mucho tiempo”
Kathia se mostró asombrada. Era la segunda vez que Cassio tenía ese tipo de gestos con ella respecto a Valerio.
“Oh, Valerio, voy a echarte de menos” le dijo de todo corazón, y se lanzó a sus brazos.
Él correspondió al contacto rodeándola por la cintura, y se alejó unos pocos centímetros para besarle la comisura de los labios y quedarse allí durante un par de segundos. Kathia abrió los ojos, sin saber qué decir; sin embargo, tratándose de una despedida, prefirió el silencio.
“Sé feliz, Kat. Tú, Cassio, el nuevo bebé y Cassie, sean muy felices, por favor” le pidió, tomó su mano y le besó el dorso por última vez.
Le guiñó un ojo antes de partir.
Cassio se asomó, rodeándola por la cintura.
“La comida está lista” le dijo.
Ella asintió y se giró.
“Tengo que decirte algo. Valerio…”
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