Exesposa voy a conquistarte
Capítulo 86

Capítulo 86:

“Señor, lo siento, pero se acabó el tiempo” le dijo la enfermera al asomarse por la puerta.

Él asintió, comprendiendo, tampoco quería meterla en problemas, así que le besó la frente a su mujer como despedida y salió, agradeciendo a la enfermera por el gesto.

La siguiente hora no se movió de la puerta, ni siquiera para asearse a sí mismo o para hidratarse.

Uno de sus hombres llegó con la pequeña maleta de mano, así que se la entregó a la misma enfermera que lo había dejado pasar a verla y aguardó allí todo el tiempo.

No tenía intención de moverse o hacer nada más.

“Cassio, esto también lo trajeron para ti” le dijo Siena, entregándole otra maleta.

“Hay ropa y cosas de aseo. ¿Por qué no te duchas?”

Él negó.

“Kathia puede despertar y…”

“Kathia va a despertar” le hizo saber.

“Y no va a gustarte que ella te vea en este estado. Yo estaré aquí por si ocurre algo. Ve, por favor”

Después de pensarlo, comprendió que su prima llevaba razón.

Tenía el traje hecho un desastre y la sangre seca no le daba buen aspecto, el cabello y el rostro ni que decir, así que pidió una de las habitaciones con ducha que había allí para familiares y se metió bajo el grifo durante un rato, permitiendo que el agua se llevara consigo los restos de ese día.

…

Cuando Cassio volvió a llamar a Sarah para preguntar por Cassie y quizás intentar explicarle la situación, o al menos una parte, ella ya se había quedado dormida.

Más tarde, esa misma noche, el doctor lo buscó para darle las buenas noticias de que Kat al fin había despertado y que había reaccionado favorablemente.

En seguida, no dudó en pedir que le permitieran verla.

El hombre asintió con una sonrisa.

“Sígame”

Al abrir la puerta de la habitación de Kathia, Cassio sintió que una parte de sí mismo se reintegraba a su piel, porque daba igual lo que dijese el médico o las enfermeras, él solo necesitaba saber que ella estaba bien por su propia cuenta.

Estaba despierta, efectivamente, pero tenía una expresión cansada y sus párpados se abrían y cerraban con bastante dificultad.

Aun así, no dejaba de ser la mujer más preciosa del planeta entero.

Se acercó con sigilo y ella lo recibió con una pequeña sonrisa torcida.

“Hola” musitó suave.

Cassio escuchó esa pastosidad en su voz y pasó un trago. Se acercó a la camilla y acarició su mano, pero no dijo nada, solo necesitaba estar allí a su lado.

Kathia notó esa expresión extraña en su rostro, de preocupación y dolor apabullante.

“Cassio…”

“Lo siento tanto” él la interrumpió antes de que pudiese decir nada más, y su mirada se llenó de lágrimas contenidas.

“Siento que estés en esta situación por mi culpa”

Ella arrugó la frente y apretó su mano para instarlo a mirarla.

“¿Por qué dices eso? Esto no es tu culpa, Vanessa…”

“Vanessa te atacó por órdenes de Francesca” le confesó con dolor. Kat abrió los ojos e intentó incorporarse, pero él no lo consintió.

“El doctor dice que debes tomarlo con calma por el bebé, por favor no te muevas”

“¿Pero por qué dices que fueron órdenes de Francesca? Esa mujer estaba en prisión… ¿Cómo era posible?”

Cassio exhaló largamente y le besó el dorso de la mano.

Piero se había comunicado con él hace poco para darle una actualización de lo que estaba ocurriendo, así que le relató todo a ella.

Francesca había mantenido el contacto con Vanessa todo ese tiempo.

¿Cómo?

Pues había conseguido ciertos caprichos y beneficios en prisión a través de otras personas y esas personas a través de otras.

Le proporcionaron un móvil, algunas comodidades y dinero. Vanessa alegaba que en un principio lo hacía por el dinero, pero que después, al ver que creía tener el camino libre con él y que Kathia no representaba el mismo peligro que representaba Francesca, se obsesionó con querer ser más que la relacionista pública del CEO Garibaldi.

Y el detonante fue cuando la despidieron.

También confesó que había conseguido entrar al hotel como una de las camareras e ingresó por la cocina como cualquier otra. Nadie tenía previsto que pudiesen correr algún peligro, porque el peligro que ellos creían que tenían, ya estaba tras las rejas.

Cassio se sentía abochornado. Vanessa llevaba cinco años trabajando para él, pero ¿Cómo no pudo sospechar tal alianza si la misma Francesca había abogado por ella para contratarla? ¡Lo dejó pasar por alto!

“Tuve que haber hecho algo, pero contrario a eso, te expuse” expresó con dolor y rabia mezclada.

Kathia negó. Se había quedado varios segundos en silencio.

“No puedes culparte. ¿Cómo podrías saber que Vanessa iba a hacer tal cosa? La gente normal no anda por ahí atacando a personas únicamente porque les despidieron”

“Pero tú…” la miró con pesar, y sintió ese enorme vacío en el pecho.

“Deja de lamentarte, por favor” le pidió.

“Después de todo lo que hemos pasado yo comprendí que tú fuiste tan víctima como yo de todo esto. Cometiste un error conmigo en el pasado, sí, pero lo asumiste y también has tenido que sufrir los daños. Fuiste secuestrado y herido de bala. Fuiste acusado ante el país por los errores de otros. Pagaste ya demasiado”

“Creí que después de esto ya no ibas a volver a querer estar conmigo” le dijo.

“Buscarte ha desestabilizado todo lo que has construido por ti sola y ahora estás aquí”

“Buscarme le ha dado un padre a Cassie. Buscarme le ha dado a mi corazón motivos para volver a confiar”

Acarició su brazo.

“Cassio Garibaldi, me buscaste y me encontraste”

“Kat…”

“No voy a darle el gusto a nadie de que nos separemos otra vez” decidió.

“Que lo sepas”

Él soltó una risita suave y se inclinó contra sus labios.

“De no estar herida te habría hecho el amor en este preciso instante, ¿Sabes?”

Ella lo miró con ilusión y chispas en los ojos.

“Pero puedes besarme” dijo en un tono bajo y Cassio esbozó una sonrisa dulce.

“Por supuesto que puedo besarte” y le alzó la barbilla con firme delicadeza solo un par de segundos antes de posar sus labios sobre los suyos y saborearla con plena sensualidad.

Ella lo recibió encantada, y la presión de su lengua buscando la suya hizo que soltara un pequeño quejido.

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