Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 77
Capítulo 77:
Ese día llegó el martes de la semana siguiente. Ella había sido notificada por correo electrónico con antelación.
También se había reunido con Marco, el abogado y amigo de Cassio, pues debían hablar un par de cosas sobre lo que debía decir y que no, para evitar alargar más el juicio y que la sentencia fuese dictada sin dudas.
Llegó a los tribunales, y como era de esperarse, la prensa ya estaba allí. Por suerte, Cassio se había encargado de doblar su seguridad y traslado para evitar que los medios la acosaran. Ella también sabía, por experiencia, lo insistentes que podían ser.
Clara también fue solicitada, al igual que Maurizio. Francesca llegó escoltada por varios guardias de la policía y fue de todos la única que dio declaraciones a la prensa, victimizándose, y que todo había sido una trampa para inculparla.
“¿Qué está haciendo?” preguntó Kat a Marco.
“Lo que hace cualquier persona cuando sabe que está hundida” le dijo el hombre.
“Aferrarse a cualquier cosa que crea un salvavidas”
“Debe pagar todo lo que ha hecho” musitó Kathia.
“Y lo hará” le aseguró Marco.
“¿Vamos?”
Dentro del edificio ya esperaban todos, incluyendo a Cassio, con quien Kathia compartió una mirada cargada de emociones y una pequeña sonrisita.
Los dos asintieron, y las puertas se abrieron.
Había llegado el momento.
…
El juicio fue un desgaste emocional.
Y es que, por lógica, Francesca no tenía previsto quedarse de manos atadas, así que contrató a un equipo de abogados que estaba allí dispuesto a todo y más.
La primera en tener que declarar fue Clara.
Ella reveló cómo había conocido a la acusada, y todas las amenazas y daños psicológicos a los que la había sometido. El segundo fue Maurizio, quien no omitió detalles de su complicidad con la mujer con pruebas en mano, como tampoco de que se haría completamente responsable de enfrentar a la ley por sus delitos cuando el juicio acabara.
Clara no estaba al tanto, al menos no que fuese tan pronto, por eso no pudo evitar que las lágrimas la asaltaran con conmoción.
Cassio no solo dio su versión de los hechos, sino que al fin pudo reunir todas las pruebas que su equipo de investigación había estado buscando todo ese tiempo. Francesca sabía que estaba perdida, pero desconocía hasta qué punto.
Nada la relacionaba con el tráfico humano, eso fue lo que pensó, pero el investigador esa última semana dio con una copia de respaldo de una grabación a principios del mes pasado, donde se le veía a la mujer ordenar el traslado del transporte en el que iban varios jóvenes, mismos que habían sido reportados por sus familias como desaparecidos los últimos meses.
Cuando fue el turno de Kathia, ella relató lo ocurrido el día del secuestro de su hija, y la acusaba directamente de haber atentado contra su vida en su propia casa.
“¡No tienes prueba de eso!” gritó la mujer, en su contra, que odiaba la idea de saberla allí, junto a Cassio…
¡Junto al hombre que debió ser suyo y no de ella!
Kathia guardó silencio, dejando que Marco pidiera la autorización del juez para que entrara un testigo, que resultó ser uno de los hombres de Francesca, y a quien le ordenó a través de una llamada que acabara con ella el mismo día que había secuestrado a Cassio. El tipo solo quería una reducción de condena, y ya que sabía cómo se manejaba el asunto, le entregó al juez la llamada grabada de ese día, donde se comprobaba la versión de Kathia.
Más tarde, después de haber expuesto todo, ya solo restaba que el juez tomase una decisión.
Lo que sucedió en el juicio ese día cobró tales proporciones que todos los medios de comunicación de la ciudad, incluso de otros estados, se agolparon en las inmediaciones del tribunal esperando poder hacer preguntas. El equipo de seguridad de Maurizio y Cassio se organizó para despejarles la salida y retirarlos de allí, pero, ni aun así, la prensa se detuvo, sobre todo cuando el arresto de Maurizio, para procesar su propio juicio, fue delante de todas las cámaras.
Kathia tuvo que contener a Clara, pidiéndole que se mantuviera fuerte por su hijo, que el equipo de abogados iba a trabajar arduamente para que su condena no fuese tan alta. Que viese el lado positivo, porque cuando él sea un hombre libre, también sería un hombre sin delitos… y podrían formar una familia feliz.
La decisión del juez se hizo efectiva esa misma semana, y Francesca fue acusada por todos los delitos expuestos, y cada uno de aquellos que se les fue conociendo durante el proceso, tanto como de falsificación de documentos y homicidio en primer grado.
Kathia se enteró a través de Marco que la investigación en contra de Cassio, por estar presuntamente relacionado con el tráfico humano al igual que su familia, ya estaba abierta, y las cosas no parecían ir bien porque había un par de firmas que lo inculpaban y de las que él no tenía conocimiento, así que el abogado pidió que se revisaran meticulosamente.
Una mañana, mientras Kathia seguía en Roma, Sarah la llamó para informarle que Cassie estaba nerviosa. Había periodistas en la puerta y lo que veía en la televisión de sus padres no le gustaba, por lo que tuvo que volver, además, no podía dejar el trabajo tirado por demasiado tiempo cuando ahora era la nueva jefa de redacciones. No quería dar impresiones que no eran.
“No puedo salir de la ciudad mientras el caso esté abierto, pero, por favor, dale un beso a nuestra hija de mi parte” le dijo Cassio a Kat, despidiéndose de ella en la puerta.
Kathia asintió con una sonrisa. No veía la hora en que todo acabara ya.
“Pronto se lo podrás dar tú” musitó, contra los suaves labios, y lamentó tener que despedirse.
Después de evadir a la prensa y salir en un auto distinto al que había llegado al edificio, Piero la escoltó y más tarde ya llegaba a Amalfi.
Colegas la hostigaron con preguntas fuera de su casa. Mismas que no respondió.
“¡Mamiiii!” la pequeña Cassie corrió a sus brazos tan pronto la vio.
Kathia se arrodilló frente a ella y la estrechó entre sus brazos, besándole el cabello.
“Estoy aquí, cariño” susurró contra su cabello dorado.
“Mamá está aquí”
“¿Y papá?” preguntó con voz llorosa.
“Papá te manda un beso muy muy grande” le besó la mejilla para después cargarla.
Sarah le contó que llevaban horas allí, y que mientras unos se iban, otros llegaban. Kathia sabía que no desistirían, no tratándose de la noticia que estaba en boca de todo el país.
En Roma, Cassio sentía el peso del alivio sobre sus hombros. Francesca ya había sido juzgada y Kathia y su hija estaban y estarían bien, lo que sucediera ahora con él no le preocupaba tanto.
Kathia pensaba muy distinto, y se lo hizo saber cuando lo llamó esa noche antes de irse a la cama.
“No soporto estar lejos de ti” musitó ella, con un hilito de voz.
“Y no me gusta para nada que te conformes con que Cassie y yo estemos bien, porque no lo estamos, no sin ti”
Cassio la miró embelesado. No se había equivocado al elegirla como la mujer que quería amar por el resto de sus días.
Hablaron un poco más.
Ella quería estar a su lado, pero su hija también la necesitaba allí.
Cuando se despidieron, Kat envió un mensaje a Gina, preguntándole si ya lo había pensado. La mujer no contestó, y poco antes de cerrar los ojos, le llegó el mensaje que esperaba por parte de Valerio.
Tenía luz verde para publicar la primera versión de la biografía, apenas amaneciera, así que se desveló retocando y haciendo un par de ajustes que todo el mundo debería saber y conocer de Cassio Garibaldi.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar