Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 74
Capítulo 74:
Volver al pasado, a cómo se conocieron, a esas veces que iban por la vida, desenfrenados, se sintió como un cariñito al alma.
Cassio también le habló del futuro, de los planes que tenía con ella como familia, de todo lo que quería hacer para cuando aquella tormenta de arena terminara de pasar, aunque decidió omitir alguna que otra cosa porque se trataría de una sorpresa. Mientras tanto, ella lo escuchaba atenta, con ilusión, completamente embelesada, y por su parte, expresó que le parecían ideas maravillosas, que contara con ella.
Más tarde esa noche se quedaron dormidos.
Cassio despertó antes de que amaneciera, y sonrió al verla recostada sobre sus pechos, con el cabello cayéndole como una cascada amielada sobre la espalda y la respiración serena.
No quiso despertarla, no cuando lucía jodidamente preciosa, así que se vistió en silencio y le dejó una pequeña nota sobre la veladora, después, fue a la habitación de su hija y la despidió con un beso, prometiéndole en voz baja que pronto estarían juntos y nadie iba a poder separarlos nunca más.
Tan pronto llegó a Roma, recibió la llamada de Marco, su amigo y abogado. Antes de contestar, tomó una respiración profunda, pues sabía de qué se trataba.
El juicio de Francesca.
“¿Cuándo?” preguntó.
“La próxima semana, pero eso no es todo” le dijo su amigo con pesar.
“Kathia también debe estar presente y contar su versión de los hechos”
Cassio cerró los ojos y apretó el aparato entre sus dedos. La idea de que ella tuviese que revivir lo acontecido no era algo que le hubiese gustado.
“¿Hay una forma de que se pueda evitar? Me refiero, que Kathia no tenga la necesidad de estar presente en el juicio”
“No lo creo, pero veré qué puedo hacer y te mantendré informado”
“Gracias, Marco, es importante para mí que sea así” le explicó.
“Kathia está intentando retomar su vida, y no quiero hacerla pasar nuevamente por un careo con Francesca, sobre todo por el embarazo”
Marco suspiró del otro lado de la línea y se mesó la nuca.
“Comprendo, veré qué puedo hacer entonces”
“Bien”
Después de haber colgado, decidió irse directo a la constructora, donde Vanessa, su relacionista pública, ya lo esperaba para ponerlo al día de cómo se estaba manejando el asunto de la prensa las últimas horas, y de por qué y cómo es que había un grupo de personas fuera de la empresa con pancartas enormes que llevaban títulos muy acusadores.
[Secuestradores]
[Vi%ladores]
[Basta de secuestrar a nuestras familias]
“Señor, por aquí” le había dicho su escolta personal al ver que la entrada principal no era una opción en ese momento.
“Me gustaría que vieras esto” le dijo Vanessa cuando cerró la puerta de la oficina detrás de sí.
Cassio tomó asiento en su silla ejecutiva y Vanessa se colocó a su lado, inclinándose para mostrarle en la pantalla de la Tablet varios artículos.
“¿Esto qué es?”
“Es un grupo de protestantes que han sufrido el tráfico humano a través de sus familias” le comentó. “O sea, son personas que le han secuestrado hijos, hermanos, primos, y ahora que la Familia Garibaldi está en el ojo mediático respecto a este tema, están haciendo alzar su voz”
Cassio suspiró, pellizcándose el puente de la nariz.
“¿Hay algo que se pueda hacer? ¿Sabes si Francesca o mi padre están relacionados con el secuestro de sus familias?”
“Es imposible saberlo, Cassio. Estamos hablando de una mafia global que, al final, sea de donde sea que venga, muchos de los que forman parte de la élite están involucrados. Tu padre y Francesca, por ejemplo…”
Que estuviesen enfrentando a la justicia no era suficiente, y eso era algo de lo que Cassio acababa de darse cuenta, porque esa atrocidad ni siquiera comenzaba ni terminaba con ellos, sino con aquellos que participaban en la compra de órganos o el abuso sexual.
Era como un hilo irrompible.
“¿Puedes hacer algo para disuadir esto?” le preguntó.
La mujer sonrió ampliamente y colocó una mano en su brazo, para después deslizarla sin apartar la mirada de él.
“No te preocupes, ya tengo a nuestro equipo trabajando en ello” le dijo.
“Para esta tarde te tendremos una respuesta”
Cassio asintió y se aclaró la garganta, rechazando en seguida lo que sea que significara ese contacto. Jamás le había dado pie a nada, así que la miró para que ella comprendiera que no era propio el contacto.
“Lo siento, no me he dado cuenta” musitó con una sonrisa torcida, nerviosa, y se incorporó, pegándose la Tablet al pecho.
Cassio no dijo nada más, y solo esperó que con el silencio entendiera que debía retirarse.
Kathia despertó pasadas las ocho, descubriendo con tristeza que el otro lado de la cama ya estaba vacío, pero, cuando notó la pequeña notita en la veladora, con la letra de Cassio, no pudo evitar sentir que su corazón latía como si le hubiesen hecho cosquillas.
“No me he ido y ya te echo de menos”
Se llevó al papel a los labios y comenzó el día. Cuando llegó a la revista y atendió algunos pendientes importantes de esa mañana, decidió que lo llamaría. Dios, ya no quería ni podía estar sin él.
“Yo también te echo de menos” le dijo tan pronto él contestó.
Cassio sonrió del otro lado de la línea y saltó dentro del elevador. Iba de salida a reunirse con un cliente.
“Casualmente, estaba pensando en ti” musitó con voz profunda, controlada.
“¿Sí? ¿Y en qué pensabas?” le preguntó, mordiéndose el labio inferior.
“En que deseo besarte en este preciso momento” admitió sincero.
Ella sonrojó.
“¿Solo besarme?”
“Sabes que no, pero no soportaría hacer volar mi imaginación ahora mismo sabiendo que estás lejos” dijo con pesar.
“Joder, cariño, de verdad que quiero estar dentro de ti”
“Y yo también, ya no soporto la distancia, te necesito a diario” suspiró largo.
Cassio bajó del ascensor, y decidió salir por la puerta trasera para evitar a los protestantes. Su escolta ya tenía el auto listo para trasladarlo.
Hablaron un poco más, mientras él se movía hacia el parqueadero privado, hasta que de pronto se detuvo en seco y Kathia escuchó voces fuertes del otro lado de la línea.
“Kat, te llamo luego, dale un beso a Cassie de mi parte” se escuchó serio, un tanto inquieto.
Ella arrugó la frente, apenas y había entendido lo que dijo por el rumor de los gritos.
“¿Cassio? ¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando?” preguntó, de repente preocupada. Los gritos no cesaban.
“Nada, tranquila, debo colgar”
“Cassio, sé que está pasando algo. ¿Qué es lo que…?” antes de que pudiera terminar, él colgó, y ella sintió un malestar extraño en el pecho, como un mal presentimiento.
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