Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 73
Capítulo 73:
Le dio la vuelta, instándola a que colocara ambas manos contra el respaldo de la silla. Se acomodó contra su espalda, le bajó la tanga hasta los talones y aprovechó el trayecto para dejar un reguero de besos por sus piernas, después se las separó a la distancia de las dos patas de la silla.
En esa posición, Kathia sabía que se encontraba completamente expuesta ante él, desnuda de la parte de abajo y ansiosa por lo que sea que el hombre iba a hacerle. Sea lo que fuese, no tenía la mínima intención de oponerse, por eso, cuando sintió su lengua recorrerle lentamente los labios genitales desde atrás, miró al techo, ahogó un largo jadeo y vibró ante el contacto.
“No te muevas, solo disfruta” le dijo contra la piel.
Ella se mordió el labio inferior.
No pensaba moverse ni un ápice si eso significaba disfrutar.
Dios, los años que había pasado sin intimar con ningún hombre, le habían servido para que ahora no pudiese ser capaz de parar, y si esa era una de las pocas veces que podían verse, lo disfrutaría a plenitud.
Cassio la consintió, jugó a tentarla, a querer que se corriera y después a detenerse. Ella lo maldijo en silencio.
¿Por qué diablos le estaba haciendo eso?
“Te diviertes” gruñó, mirándolo por encima del hombro, siendo iluminado por las luces del exterior.
Él alzó la vista desde su posición.
“Más bien disfruto prolongar el tiempo aquí abajo” le dijo seductor.
“Estás tan húmeda que no pienso desperdiciar ninguna gota”
Ella abrió la boca para replicar, pero tan pronto sintió que un dedo se abría en su cavidad vaginal, la cerró para amortiguar el sonido producido por su garganta.
“Oh, Cassio…” musitó suave, empujándose contra él.
“No te contengas, cariño, aquí nadie puede escucharnos” le besó un cachete e introdujo un segundo dedo, comenzando así a m%sturbarla, primero con movimientos lentos, acostumbrándola, después con más fuerza, y más, mientras ella sentía las vibraciones de su cuerpo demasiado distorsionadas y la temperatura del cuerpo en aumento.
Cassio parecía conocer cada rincón de la escultura femenina a detalle, por eso la tocaba en puntos específicos que, además de enloquecerla, la empujaban un poco más al clímax.
Kathia reconocía que sus dedos parecían estar hechos de magia, de algo divino, y lo que sea que fuera, rogaba para que no se detuviera.
“Oh, Dios, es tan bueno”
“Lo sé” él le dijo.
“Puedo sentir cómo te contraes contra mí. Estás a punto de correrte”
“Muy… muy a punto”
Cassio sonrió.
“Bien, entonces hazlo” casi le ordenó “córrete para mí”
Y fue exactamente lo que ella hizo. Se mordió el labio inferior cuando sintió la proximidad del org%smo y perdió sus fuerzas hacia atrás. Cassio la pegó a él, adornándole el cabello suave con besos mientras ella intentaba recuperar el aliento.
Más tarde, todavía seguían así. Cassio estaba recostado sobre la silla, ella entre sus piernas, desnuda de la parte de abajo, escuchando cómo la preciosa y mágica voz de Adele inundaba el estadio.
Disfrutaron dos horas de concierto. Kathia todavía no podía creer que estuviese allí, y que aquello fuese parte de su regalo de cumpleaños.
Cassio había pensado en esa fecha durante la última semana, y aunque no creyó que fuese posible, quiso tomar el riesgo, así que allí estaban.
“Gracias” musitó Kat, alzando la vista para mirarlo. Cassio bajó la suya, le besó los labios y le apartó un mechón de cabello.
“Fue una noche maravillosa”
“Falta una última sorpresa”
Ella abrió los ojos.
“¿Una última?”
“Sí, son cinco, por cada año que no te tuve a mi lado”
Kathia sonrió atontada, y terminó de disfrutar los últimos minutos.
Llegaron a Amalfi casi al anochecer. Ella no tenía idea de la segunda sorpresa ni de que se trataría, al menos no hasta que entró por la parte trasera de su casa después de hacer malabarismos para evitar posibles periodistas, vio todo a oscuras por un momento y después se encendió una luz, revelando en la sala a todas las personas importantes para ella.
“¡Feliz cumpleaños!” gritaron los cómplices al unísono.
Siena, Valerio, Sarah y su pequeña hija que llevaba un gorrito de fiesta. Para su sorpresa, Clara también estaba allí, acompañada de Maurizio.
“Feliz cumpleaños, Kat” le dijo la joven, al acercarse. Había hecho un doble esfuerzo por viajar, pues aunque Maurizio estaba haciendo todo y más para buscarle posibilidad, ella sabía que el c%ncer estaba dándole pelea, aunque ella se resistiera fuertemente.
También la desmotivaba saber que él tenía una idea firme de entregarse a las autoridades y quizás conseguir una pena reducida. Le había suplicado que no lo hiciera, pero al parecer su decisión era definitiva y estaba disfrutando con ella los últimos días fuera.
“Clara, Maurizio, gracias por venir” dijo Cassio, rodeando la cintura de su mujer.
Valerio también se acercó a saludar, y aunque ambos hombres no eran santo de devoción del otro, por respeto y cariño a la cumpleañera estrecharon manos.
Además, Cassio comprendía que Valerio formaba parte de la vida de Kat, y que había estado a su lado cuando él no estuvo.
Se divirtieron y cantaron cumpleaños poco antes de las diez, los invitados de a poco se despidieron.
Cuando estuvieron solos, Kathia lo rodeó por el cuello, verdaderamente feliz.
“No tengo palabras” admitió, sincera.
“… aunque pensándolo bien, creo que sí. Quédate esta noche”
“Kat…”
“Quédate esta noche en casa, por favor” le pidió. “Quédate por primera vez en casa”
Cassio sonrió y terminó por asentir.
“Pero tendré que irme antes del amanecer, ¿De acuerdo?”
“Me vale con eso” lo besó.
El resto de la noche la pasaron en familia. Cassie estaba muy entusiasmada con la idea de tener a su papi allí, y que su mami se viera muy feliz a su lado. Vieron una película infantil, la comentaron, rieron y jugaron a las cosquillas.
Cuando la pequeña se quedó dormida y Cassio siguió la luz prendida dentro de la habitación de Kathia, se quedó un par de segundos bajo el marco de la puerta, observándola con ilusión.
Ella lo miró a través del espejo. Se quitaba los pendientes y la camisa, dejando sin pudor los pechos al aire.
El hombre suspiró.
Así se sentía estar en casa.
Así se sentía tener una familia.
La familia que Kathia le había regalado.
…
La noche, juntos, con Cassio durmiendo por primera vez en casa de Kathia, fue un arrebato de besos quedos, caricias sutiles y palabras tiernas; risas, momentos de recuerdos vividos y cargados de mucha nostalgia.
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