Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 69
Capítulo 69:
En su nuevo cargo de jefa de redacciones, todo marchaba bien.
Era una jefa considerada y justa, pues ya había estado en el lugar de sus compañeros y se permitía ser más condescendiente de lo que había sido Gina.
Esa tarde se reunió con el equipo en la sala de reuniones para discutir sobre la portada que saldría el próximo viernes, y cuando regresó a su escritorio, la esperaba un enorme ramo de flores blancas.
Asombrada, tomó la tarjetita entre sus dedos y la leyó:
[Lamento haberme despedido tan rápido anoche. Te ama profundamente, Cassio]
Ella sonrió sin poder evitarlo, y un instante después, recibió la alerta de un nuevo mensaje:
“Les enviaré comida asiática esta noche. ¿Te parece bien si las llamo a las ocho?”
Kathia tipeó una respuesta rápida:
“A las nueve está perfecto”
El resto del día pasó sin que pudiese darse cuenta, y entre una cosa y otra, se hicieron casi las siete.
Piero seguía siendo su seguridad y conductor por órdenes de Cassio. Ella al principio quería más independencia, pero después de todo, comprendía que, si no lo hacía por ella, al menos se lo debía al bebé que venía en camino.
Llegó a casa quitándose los zapatos y colgando el bolso en el perchero. Cassie la recibió como solía, corriendo a abrazarla.
Sarah se marchó poco después, así que cuando se hicieron las ocho, llegó la cena y entró la llamada del padre de la pequeña.
“¡Hola, papi!”
“Hola, cariño, ¿Cómo estás? ¿Qué hiciste hoy?”
“Muchísimas cosas. Hice un dibujo de ti, de mí, y de mamá. ¿Quieres verlo?”
“Me encantaría, sabes que soy tu fan”
Cuando Cassie corrió escaleras arriba a su habitación, Kathia tomó el móvil.
“¿Cómo estuvo tu día hoy?” él le preguntó.
Ella se encogió de hombros y apoyó el móvil en el mesón para servir los platos.
“Bastante agotador, ¿Qué tal tú?”
“Bueno, ayer Diana consiguió que cerráramos un contrato con un cliente, así que es algo bueno dentro de todo”
Ella alzó las cejas, sin mirarlo.
“¿Diana? ¿La mujer que fue a buscarte ayer?” No quería sonar celosa, pero no pudo evitarlo.
“Sí…” respondió Cassio, entornando los ojos. “¿Te pasa algo?”
La mujer respondió con una negación.
“Solo pregunto” musitó, con un gesto indiferente, todavía sin mirarlo.
Cassio sonrió.
“Kat…”
“Por cierto, la comida se ve deliciosa, gracias”
“Kat…”
“¿Dónde la ordenaste? Quizás se me antoje más adelante y vaya a necesitar el número”
“Kat, sé lo que haces, me estás ignorando para evadir el asunto” le dijo, y ella al fin alzó la vista.
“¿Estás celosa? Porque si es así, no hay motivos, créeme”
“No estoy celosa”
Aseguró con todo neutral, pero mentía, porque cuando escuchó la voz de esa mujer en la oficina de Cassio, tarde en la noche, cuando se suponía que no debería haber nadie más allí, sintió que ese feo sentimiento la oprimía con fuerza hasta dejarla sin aliento.
“Lo estás, y te repito, no hay motivos para estarlo. ¿De acuerdo?”
Ella volteó los ojos.
“Kat, ¿De acuerdo?”
“Vale”
“Bien, y sobre la comida, tendrás una orden en tu puerta cuando sea que se te antoje, solo tienes que pedírmelo”
Ella abrió la boca para contestar, pero en ese momento bajó Cassie por las escaleras y también tocaron la puerta.
“Dame un momento” le dijo, y se incorporó para abrir. Iba descalza y en pijama.
“¿Valerio?”
Cassio se tensó del otro lado de la línea, pero se entretuvo en cuanto su hija le mostró los dibujos.
“Hola, Kat, estaba cerca y decidí pasar por las donas favoritas de Cassie”
“¡Sí, amo las donas!” gritó la pequeña desde una silla alta junto al mesón.
“Oh, Valerio, no te hubieses molestado”
“Sabes que no es ninguna molestia”
Ella sonrió, negando, resignada.
“Pasa, por favor” le pidió.
Mientras Valerio se quitaba la chaqueta, ella tomó el móvil y se alejó un poco.
“¿Así que Valerio?” preguntó Cassio, con los ojos entornados.
“No lo esperaba” musitó ella, mordiéndose el interior de la mejilla.
“¿Te parece si hablamos mañana antes de empezar el día?”
Él soltó una risita sin gracia.
“¿Qué es esto, Kat? ¿Una especie de venganza?”
“¿Qué? ¡No! ¿Por qué dices tal cosa?”
“¿Por qué de pronto te pones celosa de mi relacionista pública y hoy quieres colgar porque llegó tu amigo?”
“Es una tontería” le dijo Kathia, seria, y abrió la puerta corrediza que daba al jardín.
“Además, tú también colgaste anoche”
“¡Por trabajo, Kathia! ¡Se trataba de trabajo!”
“¡Y yo no tenía idea de que Valerio iba a venir! ¿Qué querías que hiciera? ¿Que lo corriera?”
“Probablemente”
Ella lo miró como si hubiese perdido la cabeza y volteó los ojos.
“Lo mejor será que hablemos después”
“Sí, es lo mejor”
Los dos colgaron al mismo tiempo.
Suficiente tenían con la distancia…
¿Ahora discutían?
Cassio dejó la cena a un lado y enterró la cabeza en las manos.
No le gustaba sentir cómo los celos recorrían su torrente sanguíneo de esa forma, casi como si lo quemaran, y con cada segundo, cobraban más intensidad.
Decidió tomar una ducha fría, pero eso no ayudó demasiado, así que cuando salió, aún con la toalla alrededor de la cadera, cogió el móvil y le envió un mensaje corto y preciso:
“Lo siento”
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar