Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 68
Capítulo 68:
Kathia dudó por un momento, pero al ver la alegría en los ojos de su hija, no pudo negarse.
“Por supuesto que sí, mi cielo”
Cassio y Kathia se despidieron en la puerta, con un beso largo y profundo. Cassio debía tomar un vuelo a Roma esa misma mañana, y ambos sabían que no sabían cuándo podrían volver a verse. A menos que toda esa pesadilla terminara, comprendían que era la decisión más sabia.
Por el momento, cada uno debía hacer su parte. Kathia iba a firmar el contrato que la convertía en la nueva jefa de redacciones de la revista, mientras que Cassio trabajaría arduamente para que lo que estaba sucediendo no hiciera que perdiera todos los contratos que tenía la constructora para ese mes.
Se dieron un último abrazo y se rozaron los labios, bajo la promesa de volver a verse pronto.
…
No se podía ser un buen jefe sin ensuciarse las manos tal como lo hacían los empleados, y eso era algo que Cassio sabía muy bien. Tan pronto como llegó a Roma, sustituyó los zapatos por botas y el gel fijador por un casco.
Trabajar hombro a hombro con su gente le hacía bien, algo que venía practicando desde años atrás, cuando Kathia y él…
Cassio negó con una sonrisa triste, ni siquiera quería recordarlo. Habían sido la época más oscura de su vida.
Los albañiles se mostraron más entusiasmados durante la jornada laboral, y como recompensa, a la hora de descanso, Cassio los invitó a tomar un par de cervezas bajo la sombra de un árbol recién plantado.
Para el final de la tarde, Cassio decidió ser sincero con ellos, todo lo contrario a lo que le había dicho su agente que hiciera.
Les explicó que las cosas no estaban bien con la constructora y que aún no sabía si dentro de un par de semanas todos ellos iban a tener el empleo con el que sustentaban sus hogares. Sin embargo, les prometió que depositaría todo su esfuerzo para que eso no sucediera, y que si seguían a su lado, si seguían acompañándolo en el proyecto que su abuelo le entregó antes de morir, serían bien recompensados y tendrían eternamente su gratitud.
Los empleados, tanto de la oficina como los de campo, murmuraron entre sí, pero al final, uno de ellos dio el paso al frente, mostrándose agradecido por la oportunidad brindada hace un par de años, y eso sirvió para que el resto se le uniera.
Todo comenzó a marchar bien, dentro de lo que cabía, ya que algunos o muchos clientes todavía seguían renuentes a contratarlos después del escándalo nacional. La prensa no dejaba de hostigarlo, e incluso tuvo un enfrentamiento con un periodista que intentó burlar la seguridad del edificio donde vivía para conseguir una exclusiva.
Su cara seguía siendo la comidilla de todos los medios digitales del país, pero eso no le fastidiaba tanto como el hecho de tener que encontrar el otro lado de la cama vacío cada noche de la siguiente semana. Era una tortura, y extrañaba a su familia más de lo que hubiese imaginado.
Con Kathia hablaba todos los días, haciendo videollamadas en las que Cassie participaba muy entusiasmada, mostrándole sus dibujos o contándole alguna anécdota del día.
El lunes, Cassio se enteró, gracias al maestro de obra, que la casa estaba lista, que los daños habían sido solucionados y la pintura ya estaba seca, así que le dio la noticia a Kathia esa misma noche, y el martes ya estaban instalándose.
“¿Todavía trabajas?”, le preguntó Kathia, viéndolo por la pantalla del móvil, mientras él estaba recargado contra el respaldo de la silla ejecutiva. Cassio exhaló con cansancio y respondió:
“Ha sido una semana dura. Pero eso no importa, háblame de ti, de la revista. ¿Cómo están las cosas por allí?”
“Desde que soy la nueva jefa de redacciones no paro”, suspiró Kathia, volteando los ojos.
“Pero hoy me entregaron mi nueva oficina y Cassie ya está haciendo un par de dibujos para decorarla”
Cassio sonrió, agotado.
“Los echo de menos”.
“Y nosotros a ti”, musitó Kathia, melancólica.
“¿Cómo está el nuevo bebé?”, preguntó Cassio.
“Inquieto, apenas y me deja comer sin devolver el estómago”, respondió Kathia.
Cassio soltó una risita.
“¿Puedo verlo?” quiso saber Cassio.
Ella asintió, mordiéndose el labio.
Alejó un poco la cámara y se deshizo del nudo del albornoz que llevaba puesto cuando él la llamó. Sin pudor alguno, deslizó la tela por los brazos, dejando a la vista su cuello, clavícula y unos preciosos pechos hinchados, además de su v!entre aún plano. Colocó una mano en la zona, acariciándola con ternura.
Lejos de hacer de ese momento algo íntimamente sexual, Cassio le pidió que acercara el móvil a la pequeña prominencia de su v!entre. Quería hablarle a su hijo, y que, aunque no estuviera allí físicamente, lo tuviera presente a diario.
Cuando se enteraron del embarazo de Kathia, estaban atravesando por toda aquella situación, pero ahora que todo parecía medianamente calmado, Cassio se daba cuenta de lo mucho que le emocionaba estar presente desde ese instante.
“Eres hermosa” le dijo, maravillado.
Enamorado de esa mujer, de su mujer. El hecho de que volviera a ser suya lo hacía sentir un hombre poderoso, un ser superior.
Kathia se sonrojó.
“¿Lo dices porque estoy medio desnuda?”
Cassio rio suavemente.
“Kat, desnuda o no, eres una mujer con un cuerpo espectacular, pero no hablo solo de lo físico, sino de ti, como persona. Eres una mujer increíble, fuerte, criaste a una hija maravillosa, con valores y un corazón que no estoy dispuesto a compartir en el futuro con ningún noviecito, y ahora vas a hacerme padre por segunda vez, mientras cumples tus sueños y te abres paso en el mundo del periodismo como ninguna otra”
“Oh, Cassio” ella sollozó, dejando que varias lágrimas se derramaran.
“Lo siento, estoy demasiado sensible estos días”
“Cariño, estás perfecta, realmente perfecta” admitió él, sincero.
“¿Cuándo tienes la cita con el ginecólogo?”
“El jueves por la mañana”
Él asintió.
“Vale”
La conversación pudo haberse prolongado hasta la medianoche, cuando Kat caía rendida y él la observaba durante unos minutos más antes de colgar. Pero en ese momento, alguien llamó a la puerta de la oficina, y segundos después, Kathia escuchó la voz de una mujer dirigiéndose a Cassio con demasiada familiaridad. Compartieron algunas palabras y luego él regresó a la llamada.
“Te llamo mañana, ¿De acuerdo? Debo irme” le dijo Cassio, con una sonrisa.
Kathia asintió, experimentando por primera vez en mucho tiempo unos insensatos celos, y colgó. Se fue a la cama con un dejo de melancolía, pues acostumbraban a hablar hasta tarde por la noche, así que encendió el televisor para distraerse un poco, ya que Cassie estaba dormida.
Para su sorpresa, daban las noticias, y la del momento seguía siendo la misma. Bufó.
¿Cuándo pararían?
Apagó el aparato y se metió bajo las sábanas, pensativa.
¿Quién era esa mujer en la oficina de Cassio?
Dio vueltas en la cama hasta que se quedó dormida.
El miércoles, Kathia despertó temprano, atendió a su hija Cassie como acostumbraba y esperó a Sarah a la hora prevista.
Como Cassie estaba de vacaciones, esos días la tenía en casa y se sentía muy feliz, aunque el trabajo la agotara.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar