Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 67
Capítulo 67:
El hombre tomó su mano con una sonrisa y le besó el dorso. Kathia sintió los típicos cosquilleos de una mujer enamorada.
“Bueno, me encantaría decir que sí, pero… Sarah me echó una mano recomendándome a alguna organizadora. ¿Qué dices de la cena?”
“Mis platillos favoritos” musitó.
“Pero eso era algo que ya tú sabías, ¿No?”
Cassio soltó una risa suave y se encogió de hombros.
“Me encanta que estés aquí, Kat, y que podamos tener este momento para nosotros después de un largo tiempo”
Ella asintió y se lo quedó mirando por varios segundos.
“¿Por qué hiciste esto, Cassio?” le preguntó.
Cassio y Kathia subieron a la cubierta del yate. Cassio explicó que su equipo había considerado diferentes salidas, pero ninguna que no perjudicara directamente a Kathia. Ella entendió que, aunque tenían derecho a interponer una demanda, eso la habría afectado.
“Kat, yo jamás iba a consentir tal cosa, así que ni lo digas” replicó Cassio, rodeándola con firmeza. Ambos sabían que la prensa no dejaría de hablar de la situación de su familia y empresa por semanas, y que incluso habían perdido gran parte de su cartera de clientes.
Kathia se mostró consternada, pero Cassio le sugirió que lo mejor sería que firmara el contrato como nueva jefa de redacción de la revista.
“Yo resolveré esto” le aseguró, explicando que incluso Maurizio se había ofrecido a ayudar económicamente.
Aunque Kathia lo consideró una locura, Cassio tenía un plan.
Sin embargo, Cassio le reveló que tendrían que dejar de verse en público por un tiempo, al menos hasta que la prensa dejara de acosarlos.
“Si nos ven juntos, solo aumentará el morbo” le explicó, aunque le prometió que haría todo lo posible por poder verse a solas. Kathia entendió la situación, y Cassio le aseguró que pronto volverían a estar juntos como la familia que querían ser.
Más tarde, ya a solas, Cassio y Kathia expresaron su amor y su compromiso de superar las dificultades. “Eres todo lo que necesito, Kat” le dijo Cassio, y ella, con una sonrisa, le pidió que la besara, sellando así la promesa de un futuro juntos.
Horas más tarde, Kathia y Cassio habían hablado de casi todo. Todavía no había fecha para el juicio de Francesca, pero estaban presionando junto a su abogado Marco.
En cuanto a Clara, su estado de salud seguía sin mejorar, aunque soportaba mejor las quimioterapias gracias al apoyo de Maurizio y su hijo.
Kathia no sabía que Maurizio planeaba entregarse a las autoridades, pero decidió no decírselo hasta que Clara se encontrara más estable.
Aunque Kathia sentía pena por ella, entendía que Maurizio había cometido errores que debían ser pagados.
Por el momento, ni ella lo demandaría por lo ocurrido en el pasado, ni él a ella por el desvío de fondos.
Finalmente, se despidieron, y Cassio reiteró su promesa de que pronto volverían a estar juntos, sin que nada ni nadie pudiera interponerse.
“Me alegra saber que tú y yo seguimos estando bien” le dijo Kathia, rozando sus labios.
“Y lo que hiciste por mí, Cassio, por todo lo que he trabajado, fue…”
“Lo correcto” completó él.
Kathia no sabía cómo agradecérselo, pero Cassio le pidió simplemente un beso, que ella no dudó en darle.
Uno, dos, tres besos, cada vez más apasionados, hasta que Cassio, con un tono gutural, le advirtió que si seguía besándolo, no respondería por sus actos.
Kathia, consciente de la creciente pasión entre ellos, le preguntó coquetamente qué clase de actos podría mostrarle. Sin más preámbulos, Cassio la tomó en brazos y la llevó al camarote, cerrando la puerta tras de sí.
Cassio se deleitó probando cada rincón del cuerpo de Kathia. Succionó, mordisqueó y lamió sus pechos, maravillado por su belleza.
Luego bajó hasta su entrepierna, retirando la diminuta prenda que la cubría.
“Joder, Kat, estás muy húmeda, necesito probar esto” gruñó Cassio, embriagado por la visión. Le separó los muslos y acomodó su boca en medio de ellos, saboreando con avidez.
Kathia, sumamente sensible, jadeó de placer al sentir la lengua de Cassio acariciando sus pliegues íntimos.
Él la instó a abrir más las piernas, asegurándole que lo necesitaba. Kathia accedió, dejándose llevar por la oleada de sensaciones.
Cassio se aferró a sus muslos, concentrado en beber hasta la última gota del delicioso néctar de Kathia. Ella se retorcía de placer, sujetando la cabeza de Cassio y pidiéndole más. Finalmente, su cuerpo estalló en un org%smo arrollador.
Cuando le tocó a Kathia proporcionar el mismo placer a Cassio, lo hizo con dedicación y pasión, lamiendo y succionando su miembro hasta que él la giró y se posicionó en su entrada, embistiéndola con fuerza. Sus cuerpos se movían al unísono, hasta que ambos alcanzaron el clímax, llenando el camarote con sus gemidos.
Exhaustos, pero saciados, se dirigieron al baño para una deliciosa ducha. Luego, Cassio llevó a Kathia a su casa, aprovechando que era de madrugada y no había mucha gente en las calles. Ella le agradeció la noche, y Cassio le prometió que pronto volverían a verse, incluso le preguntó si podía subir a darle un beso de buenos días a su hija Cassie.
Kathia aceptó con gusto, y Cassio entró a la habitación de la pequeña, quien abrió los ojos soñolienta al sentir la presencia de su padre.
“¿Papi?”
Llamó Cassie con su dulce voz.
Cassio sonrió con entusiasmo y regresó a ella.
“Sí, cariño, soy yo” le dijo en voz baja, y la pequeña sonrió de alegría, rodeándolo con un fuerte abrazo.
“¡Estás aquí! ¿Ya no te vas?” preguntó, entusiasmada.
Cassio la miró sin saber qué decir, pero Kathia se acercó y se acuclilló junto a ellos.
“Papá debe resolver cosas importantes, pero vendrá muy pronto con nosotras y ya no podrá irse” explicó Kathia.
Cassie parpadeó.
“¿Cosas importantes?”
“Sí, cariño, como ayudar a otras personas para que no pierdan sus trabajos” respondió Kathia.
“¿Entonces, eres como un superhéroe?” preguntó la niña, emocionada.
Kathia sonrió, y Cassio se maravilló por la forma en que ella manejaba la situación.
“No, cariño, ya no quiero mentirte más” le dijo Cassio con dulzura.
“Papá no es un superhéroe, pero sí es un buen hombre que debe asegurarse de que otras personas buenas puedan llevar el alimento a sus hogares”
“¡Oooh! Eso es muy bueno, papi, mami, los quiero mucho” dijo Cassie.
Cassio y Kathia se enternecieron al ver a su hija.
“¿Qué tal si me acompañas la próxima semana a ver todo lo que hago?” le preguntó Cassio.
“¿De verdad?” Cassie preguntó, emocionada.
Cuando Cassio asintió, miró a Kathia.
“¿Puedo ir, mami?”
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar