Capítulo 61:

Cassio asintió y se secó el sudor de las manos. Ella miraba el exterior cuando entró, y se giró buscando su mirada cuando sintió sus pasos.

“Cassio…” musitó.

Él le sonrió y tomó sus manos entre las suyas.

“Cariño, estaba preocupado por ti”

“Cassie, ¿Dónde está?” preguntó con un hilo de voz.

“Está en Santa Marinella. Sarah me acaba de decir que está bien, que juega con los demás niños”

“¿Y tú…?” insistió en saber, inspeccionándolo.

“¿Francesca…? ¿Qué pasó…?”

Después, mientras intentaba hacer recuerdo de todo, se tocó el v!entre.

“¡El bebé!”

“Tranquila”

Cassio se sentó a su lado y le relató todo lo acontecido las últimas veinticuatro horas. Ella se mostró asombrada por haber dormido tanto, pero escuchó atenta a cada palabra.

Francesca fue arrestada e iba a ser juzgada esa semana por todos los delitos cometidos en los últimos años. También, y con mucho pesar, se enteró de que Clara tuvo que ser internada nuevamente porque su cuerpo había sido sometido a mucha carga y estaba demasiado debilitada. El bebé, por suerte, sí estaba bien, era fuerte, muchísimo, tanto que todos se sorprendían después de haber sido secuestrado con apenas días de nacido.

“Entonces… ¿Se acabó?” preguntó ella.

Cassio sonrió y pegó su frente a la suya.

“Se acabó, Kat” respondió, aliviado.

“Por cierto, hay alguien que quiere verte”

Ella asintió, y segundos más tarde, vio a Siena entrar por la puerta.

“¡Kat!”

Su amiga dejó el bolso a un lado y corrió a abrazarla.

“Cuando me enteré de lo que estaba pasando tuve que venir. ¿Cómo estás?”

“Las dejaré solas un rato, debo todavía resolver un par de cosas” dijo Cassio, y besó los labios de Kathia con suave lentitud como momentánea despedida.

“Cuídate y cuida de nuestro bebé”

Siena la miró con picardía cuando se quedaron solas.

“¿Y eso?”

Kathia se ruborizó.

“Lo estamos intentando”

“Bueno, parece que eso ya es más que un intento… ¿Nuestro bebé?” indagó.

“Estoy embarazada… otra vez”

“¡Oh, Kat. Felicidades!”

Hablaron un rato y se pusieron al día de todo lo acontecido, hasta que entró una enfermera a chequear su presión y la miró con ojos asombrados.

“Es usted Kathia Scuderi… ¿Verdad?” preguntó la mujer como si hubiese visto a una celebridad.

Ella arrugó la frente.

“Sí… ¿Por qué?”

“Su nombre está en todos los portales. ¡Felicidades! ¡Dicen que hizo un excelente trabajo!”

“No entiendo, ¿A qué se refiere?”

La mujer tomó el control del televisor y lo encendió.

“Mire”

En las noticias no hacían más que hablar de la reciente noticia.

La biografía había sido lanzada y su nombre y su foto, como la autora, estaba muy visible en una franja amarilla.

No comprendía.

El libro no podía haber sido lanzado aun si ella no había sido informada, ni mucho menos pasado a limpio a todo el material.

Solo tenía la información en el portal de la revista, como una copia de todo lo que había recaudado todo ese tiempo.

Carajo, no…

¿Qué estaba pasando?

Subió el volumen, y de lo único que se hablaba era de que la periodista, Kathia Scuderi… había destrozado la reputación del empresario Cassio Garibaldi, y desmantelado todos y cada uno de los secretos que guardaba la familia y, que no conforme con eso, lo había hecho por una especie de venganza contra el afectado porque en el pasado habían sido esposos… además, lo había seducido para lograrlo.

Cassio negó con la cabeza a medida que iba leyendo… y se encontraba cada vez con cosas peores. Cosas que él mismo le había confesado, cosas que, de ser cierto y ella las hubiese escrito, sería el punto final de su relación.

Llamadas, mensajes de texto, correos urgentes por parte de su agente, de su abogado y mejor amigo. Todos apilándose en una notificación tras otra.

[La verdad detrás del apellido Garibaldi]

[Mafia, traiciones, lucha por el poder]

[Una joya de familia]

Eran los títulos que encabezaban los portales esa mañana y él no podía parar de leer con insistencia cada línea, porque todo lo que estaba escrito allí era la absoluta verdad…

La verdad que solo Kathia sabía y no se había siquiera filtrado antes en los medios. ¿Cómo diablos era posible?

Tenía que haber una explicación, sí… tenía que haberlo, no podía ser de otra forma.

Aparte de la cantidad millonaria de dinero que generaba anualmente la constructora, se hablaba de la existencia de Clara, de su enfermedad y del hijo que todos en ese momento creían suyo. No conforme con eso, se le mencionaba como un hombre egoísta que no quería hacerse responsable emocionalmente de la mujer y por eso la tenía internada.

También se hablaba de la reciente captura de su padre, y de la rivalidad por la presidencia de la empresa entre Maurizio y él.

Por último, y que parecía haber escrito con una punzada de triunfo, se mencionaba que la periodista que estaba contando la historia de la Familia Garibaldi podía sustentar su versión porque en el pasado ella había sido un miembro más de esa familia, pero que fue humillada y abandonada a su suerte por el mismo Cassio cuando ella tenía varias semanas de embarazo.

Consternado, Cassio lanzó el móvil a un lado y enterró el rostro entre las manos, negando una y otra vez.

“No, no, Kat… tú no pudiste haber escrito algo así” se dijo a sí mismo, sin poder creerlo.

Ella no pudo haber fingido así. No pudo haber fingido darle una oportunidad, entregarse a él, corresponder a sus palabras de cariño y después… darle esa estocada solo para lograr su éxito profesional, mientras a él lo hundía laboral y éticamente en todo el país.

“¡Carajo!” gruñó, golpeando fuertemente lo que tenía a un costado.

Tomó el móvil, desvió las llamadas de su agente y se la devolvió a su amigo. Este ya estaba al tanto de todo, así que no necesitó explicarle el por qué necesitaba verlo.

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