Capítulo 62:

Media hora después, Marco tocaba la puerta del apartamento.

“Esto es un escándalo nacional” dijo Marco, apenas entró.

“Hay periodistas abajo y no tienen intención de moverse porque ya saben que estás aquí. ¿Qué piensas hacer?”

Cassio se asomó a la ventana, y en efecto, había al menos una veintena de periodistas aguardando por tener sus primeras declaraciones al respecto.

“No lo sé” respondió, y es que esa era la única respuesta que tenía en ese momento.

“¿Hablaste ya con Kathia? ¿Crees que ella de verdad hizo todo esto?”

“No lo sé, no lo sé”

Comenzó a caminar de un lado a otro como un león enjaulado.

“¡Carajo!”

“Hay que hacer un control de daños, pero lo que no entiendo es como toda esta información, al menos la más discreta, pudo llegar a manos de Kathia”

“Estamos juntos otra vez”

Soltó sin más.

Marco se había quedado en que él había estado tratando de reconquistarla. Soltó un silbido largo y se apretó la nuca.

“Y si ella tiene acceso a toda esa información es porque yo mismo se la proporcioné”

“Entonces…”

“No, ni lo digas. Tuvo que haber ocurrido algo”

Sí, definitivamente tuvo que haber ocurrido algo.

“Yo tampoco creo a Kathia capaz de algo así. Jamás la conocí como una mujer rencorosa, pero, joder, hombre, no sé qué decirte, pero… todo el asunto familiar está generando más cotilleo que el empresarial, ya sabes, el morbo de la gente. Debes reunirte con el resto de tu equipo”

“Y llamar a Maurizio”

“¿Maurizio?” preguntó Marco. “¿Desde cuándo tú y tu primo…?”

“Es una larga historia, por lo pronto, debo moverse a la constructora”

Dejar el edificio no fue una tarea difícil gracias al estacionamiento subterráneo y las dos salidas alternas, así que al menos por ese lado evadió a la prensa. Frente a la constructora, como era de esperarse, lo acecharon, pero se limitó a hacer su camino y no responder preguntas de las que ahora no tenía respuestas.

Allí ya lo esperaban, así que después de una hora entera de reunión, la relacionista pública y el resto del equipo ya sabían lo que tenía que hacer para disminuir los daños, pues una noticia así no solo le afectaba directamente a él, sino a sus empleados y a sus propias familias.

Marco también había tenido que ir a hacer su parte legal y demandar a la revista por tal atrocidad, así que cuando se quedó solo en la oficina, recibió la llamada de Siena. Sabía que ella estaba con Kathia, por eso tomó una respiración profunda antes de contestar.

“¡Imagino que ya estás enterado!” le dijo su prima, se escuchaba un tanto agitada.

“Pero no es para hablar de eso en este momento la razón de mi llamada. El hospital está rodeado de periodistas, incluso pagaron a una enfermera para obtener fotos de Kathia en la habitación. ¡Esto es un completo caos aquí!”

Cassio se pellizcó el puente de la nariz. Tenía que hablar con ella. Necesitaba hacerlo cuanto antes o iba a enloquecer.

“Lo resolveré” dijo antes de colgar y marcó en seguida el número de Piero.

A este le ordenó reajustar la seguridad de Kathia y organizar su traslado al apartamento sin que la prensa la hostigara, recordándole también que ella estaba embarazada y que debía reparar en ese detalle al momento de sacarla de allí.

Kathia se encogió en la camilla después de apagar el televisor y miró a su amiga cuando regresó a la habitación.

“Siena, esto no es nada de lo que parece” dijo, al fin podía hablar después de varios minutos.

Siena caminó hasta ella y se sentó en la orilla.

“Debo decirte que me siento un poco confundida, Kat” susurró con tristeza.

“Esta información no solo cae sobre Cassio o la empresa, sino sobre toda la familia, y pues sabes que yo doy clases a niños… sus padres al ver esto en las noticias, Dios… ¡Tráfico humano! ¡Nuestra familia relacionada con el tráfico humano!”

“Lo sé, lo sé, y te juro que lo siento, pero yo jamás revelé esta información. Yo jamás me atrevería a desprestigiar a tu familia de esta forma”

Siena sonrió con nostalgia y la abrazó.

“Lo sé, Kat, pero ya está hecho. ¿Crees saber qué pudo haber ocurrido?”

“No, pero lo averiguaré e intentaré resolverlo” decidió, incluso sabiendo que podría poner su propia carrera y todo por lo que había trabajado en riesgo.

“Por aquí, por favor” le pidió Piero a una Kathia que todavía se sentía desconcertada.

Ella apretó los labios y asintió, después siguió el camino que guiaba el escolta hasta una salida de emergencia que tenía el hospital, donde ya aguardaba una de las camionetas con el motor encendido. Siena se había despedido con anterioridad porque también, como accionista minoritaria de la constructora, debía hacer acto de presencia y ver en qué podía ayudar para manejar el asunto.

Uno de los periodistas, que era tan astuto como para saber que ella no saldría por la puerta principal, llamó la atención del resto cuando comenzó a hostigarla con preguntas bastante venenosas. Todos se acercaron con grabadoras y cámaras en mano.

“Señorita Scuderi, ¿Qué puede decirnos respecto a la noticia que está circulando ahora mismo en internet?”

“¿Es verdad que usted y el Señor Garibaldi estuvieron casados en el pasado? Han salido un par de fotos de ustedes de hace cinco años que al parecer lo corrobora. ¿Cuál fue el motivo del divorcio?”

“¿Algo grave para que haya decidido vengarse y…?”

“¡Suficiente!” interrumpió Piero, colocándose en medio de ella y el periodista.

“¡La Señorita Scuderi no va a responder preguntas por el momento!”

Kathia se deslizó en el asiento trasero del auto y se encogió con los ojos llorosos. ¡Eso no debía estar pasando!

Cuando llegó al apartamento, y lo vio allí, sintió que su corazón comenzó a latir a toda máquina.

Cassio estaba de pie frente al gran ventanal que ofrecía una vista del cielo nublado que hacía ese día cuando escuchó la puerta abrirse con demasiada cautela. Sabía que era ella, su cuerpo solo podía reaccionar así cuando Kathia estaba cerca.

Se giró con las manos metidas dentro de los bolsillos del pantalón.

Ella aguardó en el vestíbulo por varios segundos y pasó un trago cuando él la invitó con un gesto para que se acercara… y la miró con los ojos más verdes con los que ella volvería a toparse jamás.

“Cassio…” musitó después de un largo instante.

Él alzó la mano y acunó su mejilla, sorprendiéndola. Odió con todas sus fuerzas descubrir que sus ojos estaban irritados por las lágrimas contenidas.

En ese momento, al saberla así, solo sintió deseo ávido de estrecharla entre sus brazos… y que lo que estaba sucediendo quedara fuera de esas cuatro paredes, pero no podía, y no porque le faltaran ganas, sino porque el asunto a tratar era de verdad importante.

“No quiero cometer el mismo error dos veces, Kat, por eso quiero comenzar por preguntarte que fue lo que ocurrió” le dijo, en voz baja, porque después de pensarlo tanto, de verdad no podía ser capaz de creer que ella había actuado en contra de él por venganza, como se creía en ese momento en todo el país.

“Todavía no lo sé” susurró sincera.

“He tratado de contactar a mi jefa superior, pero no atiende a ninguna de mis llamadas o correos”

Cassio asintió.

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