Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 59
Capítulo 59:
“Bueno, seguro Kathia ya lo sabe en este instante”
Después de varias horas, Kat sentía los brazos entumecidos.
Jamás pensó que disparar un arma fuese tan complicado, y no porque apretar el gatillo fuese algo del otro mundo, sino porque para mantener la estabilidad, en un momento tan crudo de su vida, se necesitaba de muchísimo esfuerzo.
Regresó a la casa después de un rato. Isabella se adelantó, pero dejó a uno de sus hombres de confianza para que la cuidaran. Cassio estaba recargado contra el barandal cuando alzó la vista.
“Francesca…” musitó. “¿ha llamado?”
El hombre negó y pasó un trago doloroso.
“Ya he hablado con el director del banco para sacar el efectivo. Es un proceso que tomará un poco de tiempo porque es demasiado dinero, pero me aseguró que a primera hora de la mañana tendría una respuesta”
Ella asintió y le pasó por el lado. Cassio la tomó del brazo y la miró directo a los ojos.
“Cassie volverá contigo, Kat, te lo prometo” musitó, pero ella no pudo responder nada.
Estaba en calma por fuera, pero por dentro se sentía destrozada.
Una de las muchachas del servicio adecuó una habitación para ellos, pero ninguno de los dos tocó siquiera el colchón, y en la primera hora de la mañana, el director del banco llamó.
Tenía el dinero.
Y pasadas dos más… Francesca se contactó.
“Hola, cariño”
Fue lo primero que escucharon todos cuando Cassio puso el altavoz.
“O debo decir… hola a todos. Escúchenme bien. No intenten pasarse de listos porque si advierto algo sospechoso siquiera a tres kilómetros, mataré a los niños”
Kathia se incorporó de la silla con los puños apretados, pero no dijo nada porque sabía que sería contraproducente.
“Garantízame que están bien” pidió Cassio, y en seguida, recibió una imagen.
Cassie y el bebé estaban junto a la enfermera. No estaban atados ni amordazados; a excepción de la mujer.
“Lo ves, cielo. Ellos están siendo tratados con cariño. No soy tan mala como crees, pero en fin, ¿Tienes el dinero?”
“Sí”
“Bien, ya lo he arreglado todo y he conseguido que nos falsifiquen unos pasaportes. Ahora somos el Señor y la Señora Ferro. ¿No te parece genial?”
Soltó una risa de alegría.
Cassio tensó la mandíbula.
“Envíame la dirección”
“Lo haré, pero te recuerdo, no quiero heroicidades de ningún tipo. Ah, Kathia… ¿Estás por ahí?”
Todos la miraron, pero ella no contestó.
“Sí, sé que lo estás, pero era solo para decirte que al final yo gané. Cassio es mío, como siempre debió ser. ¡Nos vemos en dos horas, cariño!”
Y colgó.
Dos horas exactamente fueron las que transcurrieron para dar con el lugar en el que lo había citado Francesca, y era un hospital psiquiátrico que parecía abandonado.
Durante todo ese lapso de tiempo, Cassio había intentado hacer que Kathia entrara en razón, pero ella no titubeó ni un solo segundo.
“Nadie va a asegurarse de recuperar a mi hija como lo haré yo”
“¿No confías en mí?” le preguntó él.
“¿No crees que pueda recuperar a nuestra hija?”
Ella bajó la mirada.
“Si confío en ti, es solo qué…” suspiró.
“Kat…”
Cassio acunó el mentón de la mujer, obligándola a mirarlo, mientras la camioneta se movía en la carretera, a un par de minutos del lugar acordado.
“¡En posiciones!”
Escucharon los dos por la radio que él tenía y supieron que tenían que dejar aquella conversación para después.
El plan era que él llegara supuestamente solo, mientras el resto rodeaban la zona del atracadero, por donde había decidido Francesca que huirían en un barco. Los contactos en la policía de los Mancini y Ferragni ya habían sido avisados con anticipación, así que se camuflarían como turistas y trabajadores de la zona.
Cuando se dio la orden, Cassio bajó de la camioneta con el bolso negro donde llevaba el dinero. Y tan pronto Kathia entró en el campo de visión de Francesca, a través de una de las ventanas del hospital, lo llamó.
“¡¿Qué diablos hace Kathia aquí?!”
“Ella solo está aquí para llevarse a los niños, tú y yo seguimos con los planes”
“¡Para eso estaba la enfermera! ¡Que se vaya! ¡Te dije qué…!”
En eso, Kat le arrebató el móvil a Cassio de la oreja.
“Hola, Francesca”
Saludó con voz neutra, casi inalterable.
“¿Es que te da miedo mi presencia?”
“No seas estúpida. ¿Tú, miedo? Por favor. ¡Parece que no te he hecho suficientemente la vida cuadritos!”
“Has hecho de todo, lo reconozco. Estoy aquí para que me entregues a los niños. ¡Sal!”
“No voy a caer en tu trampa. Por esa puerta solo entrará Cassio. ¿Lo entiendes? ¡Los niños saldrán cuando él y yo estemos lejos! Hay una persona aquí que se encargará de eso… así que no intentes pasarte de lista”
Cassio sabía que esa era la única opción que tenía para protegerlos, así que miró a Kathia y ella supo leer sus intenciones.
“Te irás con ella… ¿No es así?” le preguntó con la voz pastosa.
Cassio sonrió y pegó su frente a la suya.
“Te dije que volverías a tener a Cassie en tus brazos y es lo que voy a conseguir, lo que ocurra después…”
Ella negó.
“¿Después de tanto ella gana?”
“No digas eso, yo jamás podría amarla como te amo a ti, pero si el plan del atracadero no sale bien…”
“Cassio…”
“Si el plan del atracadero no sale bien” repitió.
“… ve con nuestros hijos a casa. Marco se contactará contigo y te hará firmar un papel que te convierte en la única dueña de…”
“¡Cassio!”
Ella lo tomó de las mejillas, obligándolo a parar.
“Ve por nuestra hija y regresa con nosotras. Prometiste que este bebé no iba a crecer sin un padre y debes cumplirlo, sino, te voy a odiar por el resto de mi vida”
Él sonrió, pero terminó asintiendo.
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