Capítulo 55:

Ella negó con una sonrisa, y tomó su mejilla.

“Es Clara… me gustaría que hablaras con ella. Sé el vínculo que crearon todos estos meses y lo importante que es para ella que tú la perdones. Sé que también te hará bien a ti”

Cassio sabía que no tenía demasiado que pensar.

Clara fue una víctima de Maurizio y Francesca, justo como Kathia… y ella lo había perdonado. ¿Quién era él para negarle el perdón a una mujer que estaba batallando contra el c%ncer?

“De acuerdo, avisaré a Piero para que prepare el traslado de Cassie y Sarah”

“¿Traslado? ¿A dónde?” preguntó Kathia, confundida.

Mientras salían de allí, Cassio le explicó que había mantenido comunicación constante con Maurizio durante las últimas horas, y que su idea era trasladar a Clara y a su hijo, con un equipo entero de médicos, a una casa de seguridad en Santa Marinella, propiedad de unos amigos de él que, además de tener vínculos con el reelegido alcalde de Roma, Mauro Ferragni, le debían un par de favores que ahora iba a cobrar, y que era una buena idea que Cassie estuviese allí hasta que todo ese asunto acabara de una buena vez.

“¿Quiénes son esas personas?”

Quiso saber Kat.

“La mafia”

Los vellos de Kathia se erizaron en respuesta y se detuvo en seco.

“¿Piensas enviar a nuestra hija con la mafia?”

“Tranquila, yo tampoco me fío, por eso voy a reunirme esta tarde con ellos y su familia”

“Bien, iremos”

Cassio la miró y soltó una exhalación.

“No, yo me haré cargo de esto, y cuando sepa que es seguro, entonces arreglaré tu traslado y el de Cassie” ella arrugó la frente, no parecía convencida, así que la tomó de las mejillas y la acarició con ternura.

“Kat, escucha… me gustaría poder hacer esto por las vías legales, pero a juzgar por el vínculo del inspector de la policía y Francesca, no es la mejor opción, así que tomaré la de Maurizio, porque no estoy seguro de que mis hombres estén lo suficientemente preparados para enfrentarse con delincuentes”

Ella asintió con el corazón acongojado.

“Solo quiero que esto acabe pronto…”

“Y acabará, pero para eso Francesca deberá pagar lo que ha hecho, y no causar más daño”

Minutos más tarde, Piero se encargó de sacarlos de allí, custodiados por otras dos de las camionetas blindadas y los trasladó a la clínica en la que Clara estaba… sin sospechar que allí se encontrarían con otra noticia.

Maurizio acababa de ser arrestado y Clara era quien más estaba sufriendo.

Aprovechar el momento

“¡No, no! ¡Por favor no se lo lleven!”

Escuchó Kat la voz destrozada de Clara, y en cuanto vio a Maurizio, siendo sometido por agentes de la policía, comprendió muy bien.

“Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra en un tribunal de justicia” habló el agente que acababa de colocarle las esposas.

“Tiene derecho a contar con un abogado, si no, el tribunal le asignará uno”

Kathia sintió el corazón quebrado por Clara. La joven se levantó de la camilla, e intentó alcanzar al hombre que amaba… pero este la miró solo destrozado y pidió rápido que se lo llevaran de allí.

No quería verla sufrir más.

La mujer se desplomó en los brazos de Kathia, y le suplicó que hiciera algo… que no podían llevárselo, que él iba a redimirse, estaba segura.

Ella no supo qué hacer, salvo abrazarla con todas sus fuerzas.

“¿De qué se le acusa? ¿Hay una orden de arresto en su contra?” intentó averiguar Cassio con el agente, que no demoró en demostrarle que el procedimiento estaba siendo legal.

Maurizio había sido acusado por traficar con personas. Su firma como vicepresidente de la constructora constaba en demasiados documentos con desvío de fondos que lo inculpaban de lleno.

No era inocente y él lo sabía, había hecho cosas de las que ahora mismo no se sentía orgulloso; sin embargo, jamás fue partícipe de tal atrocidad.

Cassio colocó los brazos en jarra, y mirando a su primo, jamás creyó que tendría que decir algo así:

“Te sacaré de allí” le aseguró.

“Enviaré a mi abogado cuanto antes”

Porque si Maurizio iba a pagar, lo haría por los verdaderos delitos que había cometido, no por los que Francesca lo quería inculpar.

Maurizio negó.

“El mío ya está al tanto, solo te voy a pedir que…”

Echó un vistazo al interior de la habitación y suspiró.

Kat intentaba controlar a Clara.

Cassio comprendió en seguida que era lo que él iba a pedirle.

“Estará a salvo”

“Promételo” le pidió Maurizio.

“Promete que mientras resuelvo esto ella estará a salvo, y que la protegerás con la misma fuerza que lo harías por Kathia y tu hija”

“Clara también me importa” musitó, mirando a la mujer con la que había creado un vínculo de amistad increíble, y regresó la vista a su primo.

“Lo prometo”

En cuanto se llevaron a Maurizio y Cassio ingresó a la habitación, Kat lo miró con lágrimas en los ojos, y se alejó un par de centímetros para que Clara lo mirara.

La mujer alzó la vista.

“Los dejaré solos” Kat se retiró, y largos segundos de silencio adornaron la habitación.

“¿Cómo estás?” fue él el primero en interrumpirlo.

“¿Tú y el bebé?”

Clara encogió las piernas para pegarlas al pecho.

“Dicen que está muy bien pequeño, pero que estará bien… hoy pude estar con él un par de horas” musitó ella, y ladeó la cabeza.

Él asintió, mirándola consternado.

“Cassio, yo…”

“Ven aquí” el hombre la estrechó entre sus brazos.

“No es tu culpa, y aunque me duele que hayas traicionado mi confianza, sé que fuiste una víctima más de todo esto”

“Lo siento tanto… tanto” sollozó, aferrada a ese hombre que quería muchísimo.

“Está bien, está bien, tranquila”

“Maurizio…” la joven alzó la vista, todavía llorosa.

“¿Puedes hacer algo?”

Cassio se encogió de hombros.

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