Capítulo 52:

Cuando comprobó lo húmeda que estaba para él, se llevó el par de dedos a la boca y saboreó el delicioso jugo de la mujer.

“Exquisita, Kat” le dijo, acomodándose en medio de las piernas.

“Me encanta saber que ya estabas lista para mí”

Tomó su cadera con una mano y con la otra guio la punta hasta sus pliegues, abriendo las paredes con suavidad y cautela.

“Oh, Cassio” g!mió ella.

Él sonrió.

“Lo sé, cariño, te gusta que haga esto” susurró.

“Voy a repetirlo”

Y fue justo lo que hizo.

Salió del interior femenino y volvió a invadirlo, sintiendo como las paredes estrechas absorbían todo el tamaño.

“Otra vez…” pidió, y él la complació. Una vez más salió y penetró la carne.

“Otra vez… más… sí… de nuevo”

Sus cuerpos se amoldaron al otro perfectamente, y poco a poco, Cassio comenzó a acelerar el ritmo de las embestidas, escuchando los deliciosos gemidos femeninos que para él eran música. Pasados unos minutos, ya estaban sumergidos en un mundo en el que solo existían ellos dos, rebasados de lujuria, de deseo compartido… de amor infinito.

“Ah, Cassio” jadeó Kat, perdida.

“Sí, cariño, me encanta como suena mi nombre en tus labios” le dijo con sus ojos brillantes puestos en ella.

“Grítalo. Grita mi nombre”

“¡Cassio, ah, sí, Dios… Cassio, voy a correrme… voy a…! ¡aH!”

Estalló a pedazos, y él la acompañó un segundo más tarde, vertiéndose enteramente en ella, enloquecido.

No abandonaron la mirada del otro en ningún instante.

Cuando el cuerpo de Cassio cayó exhausto a un lado de ella, Kat ladeó la cabeza con una sonrisa maravillada, que en seguida fue remplazada por un gesto de preocupación cuando vio la herida en su pierna.

“Estás sangrando…” musitó, incorporándose.

“¿Tienes un botiquín en el baño?”

Él sonrió y la tomó de la muñeca antes de que se le escapara.

“¿Es esta una estrategia para huir otra vez?” le preguntó, mirándole los labios ligeramente hinchados.

Kathia acunó su rostro y se inclinó para darle un beso.

“No me iré a ningún lado”

Admitió, sincera. “Pero me gustaría echarle un vistazo a esa herida”

Cassio asintió y la observó moverse desnuda al interior del baño de la habitación. Cuando regresó, él ya estaba recargado contra el respaldo de la cama.

Ella se sentó en la orilla y empezó a quitar la venda con delicadeza, mientras él la observaba con absoluto embeleso.

“Deja de mirarme así” le pidió ella, sonrojada, y llenó un apósito de alcohol.

La bala no había hecho daño mayor, lo que le alegraba.

Cassio soltó una risa suave.

“¿Así cómo?”

“No lo sé, me miras y sonríes como un bobo”

Él acunó su barbilla para que lo mirara.

“Es porque estoy perdidamente enamorado de ti, Kat”

Confesó con devastadora sinceridad.

El corazón de Kathia palpitó muy fuerte, pero era porque ella también sentía lo mismo.

“Yo también estoy enamorada de ti, Cassio, siempre lo he estado”

“Lo sé, jamás te creí ni media palabra cuando me dijiste que me odiabas” ella negó con una sonrisa y le presionó la herida con el dedo.

“¡Carajo, Kat!”

“Eso es para que no te pases de listo” apuntó, y recogió las cosas después de haber terminado.

La ducha la tomaron juntos, y mientras ella llenaba de jabón el terso cuerpo masculino, él le enjugaba el cabello y sonreír por lo preciosa y relajada que se veía en ese instante, como si de pronto hubiesen vuelto a esos años en los que una pesadilla no estaba asechándolos como en ese punto de sus vidas.

El traslado al hotel fue escoltado por dos camionetas, una delante otra detrás.

Cassio había entrelazado los dedos a los de Kat y no tenía la mínima intención de soltarla bajo ninguna circunstancia.

Cuando llegaron, uno de los hombres de seguridad abrió la puerta de la suite. Cassie jugaba con Sarah cuando alzó la vista y los vio.

Kat no le había explicado nada de lo que estaba pasando a su hija, pero ella era tan inteligente que pudo percibirlo en las caras de todos los adultos cuando estaban en la costa, que algo pasaba… y ese algo tenía que ver con Cassio, su corazón se lo decía, por eso latió con mucha fuerza cuando volvió a verlo.

“Hola, pequeña”

Saludó él, estirando la pierna herida para poder acuclillarse con la otra a su altura.

“¿Me echaste de menos?”

“¡Papá!”

Sonrió la pequeña, y corrió hasta él como cuando sabes que vas a tu lugar seguro.

Cassio se quedó pasmado por un segundo.

Era la primera vez que ella le decía esa palabra, y se alejó para tomarla de las mejillas y asegurarse de que había escuchado bien.

“¿Qué dijiste?”

Cassie sonrió inocente.

“Te dije… papá”

Lágrimas de nostalgia llenaron los ojos del hombre, y cuando alzó la mirada para encontrarse con la de Kathia, notó lo repentinamente pálida que estaba, y después… vio cómo su cuerpo perdía las fuerzas.

La sujetó antes de que se desmayara.

¿Embarazada?

Cuando Kathia despertó, y se encontró a sí misma en la cama de la habitación de la suite, siendo examinada por un hombre que en seguida reconoció como a un doctor por el estetoscopio que rodeaba su cuello, se sintió confundida y alterada a partes iguales.

Rápidamente, intentó incorporarse, pero, al hacerlo, un nuevo y leve mareo la atravesó, haciéndola sentir débil.

“Con calma, Kat, acabas de reaccionar” le pidió Cassio, que estaba sentado a su lado con un gesto de preocupación en el rostro.

Le instó a que se recostara de nuevo.

“¿Qué… qué me pasó?” preguntó ella, mirando a su alrededor. Cassio reconoció que tenía la mirada un tanto cansada y los labios pálidos.

Eso le preocupaba muchísimo.

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