Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 51
Capítulo 51:
“Llevaba horas queriendo hacerlo” le confesó abiertamente y pegó su frente a la suya.
“Me encanta” le dijo él.
“Tendré que ponerme en peligro con más frecuencia”
Kathia soltó una risita triste y él acunó su mejilla con suma delicadeza, observándola embelesado. Lucía un poco ojerosa y pálida, también tenía los labios un tanto agrietados, aunque indiscutiblemente hermosa.
“Tu pierna…” musitó, de pronto preocupado, e intentó alejarse para echar un vistazo y asegurarse de que no fuese de gravedad, pero él se lo impidió sujetándola fieramente.
“No” replicó en voz baja, rozando su nariz.
“Me gustas aquí, así, pegada a mí”
Los ojos femeninos brillaron.
“Estaba tan preocupada por ti”
“Pero ya estoy aquí, contigo, y no hay otro lugar en el mundo en el que desee estar” murmuró con ternura, masajeándole las caderas, todavía asombrando por tan caluroso recibimiento.
“¿Dónde está nuestra hija?”
“Está con Sarah en el hotel” explicó.
“Allí nos llevó Piero primero, luego me trajo aquí”
Cassio asintió, mirando por encima del hombro de Kathia al jefe de escoltas, que aguardaba con las manos cruzadas al frente junto a la puerta.
“Dobla la seguridad, quiero que mi hija y su niñera no corran peligro hasta que lleguemos” ordenó, cauto, el hombre asintió y cerró la puerta, repartiendo órdenes precisas por el auricular.
Cuando Cassio volvió la vista a esa maravillosa mujer que amaba con todo su ser, ella aprovechó el momento a solas y esa desbordante necesidad de él para volver a besarlo.
Él no se quejó, al contrario, se dejó hacer de las intenciones de Kathia y respondió con la misma vehemencia que hace un par de minutos.
Sin percatarse, fueron a dar a un sofá cercano, allí profundizaron los roces… y el aumento de la temperatura corporal se fue elevando.
Si continuaban, Cassio sabía qué la haría suya sin más, y no es que no lo deseara, porque lo hacía, pues las últimas horas ella no había abandonado su mente ni por un segundo, ni siquiera cuando más perdido se sentía; sin embargo, no quería presionarla respecto a ellos dos.
“Me daré una ducha y después iremos al hotel con Cassie, ¿Te parece?” le propuso él, alejándose un par de centímetros de los labios femeninos.
Ella lo miró desconcertada, con esos preciosos ojos castaños que lo enloquecían como ningunos otros. Sonrió.
“No me gustaría que después de esto te arrepintieras y vuelvas a estar extraña conmigo. Quiero ir a tu ritmo, Kat, y que avancemos cuando seas tú quien lo decida”
“Lo he decidido” replicó ella, segura.
“Y de lo único que me arrepiento es no haber reconocido en voz alta que cada partícula de mi ser necesitaba de ti”
El pulso de Cassio se ralentizó, y la miró con fuego vivo.
“¿Hablas en serio?” preguntó, aún asombrado.
Ella se mordió el labio.
“Muy en serio, Cassio”
Admitió con voz dulce.
“Quiero que nos demos la oportunidad de intentarlo de nuevo… intentarlo en serio”
“Oh, Kat”
Sonrió él, sin poder creerlo, y volvió a besarla, instándola a sentarse a horcajadas sobre él.
Kathia le recorrió el torso con las manos, ampliamente. Él dejó que lo hiciera, pues le gustaba el contacto de sus palmas sobre su cuerpo.
“Quiero que me hagas el amor” le dijo ella.
Cassio la miró expectante y asintió, atontado, maravillado.
Se sentía a sí mismo fuera de esa realidad.
¡Por fin ese día había llegado!
¡Por fin Kat era capaz de recibirlo de vuelta!
“Te haré el amor, cariño” musitó contra los labios suaves, y consumido, la llevó hasta la habitación a pasos lentos, sin detenerse hasta depositarla delicado sobre el colchón.
Kathia vio a un hombre imponente, salvaje, colmado de deseo frente a ella.
Cassio vio a una mujer dispuesta, entregada y pasional desde esa posición. E iban a tomarse el uno a la otra sin tregua…
Al fin.
La vida ya les había arrebatado demasiados años…
…
Despacio, Cassio se inclinó como cuál cazador conquista a su presa, y la fue llenando de besos por el abdomen, mientras le subía la camisa de tirantes hasta llegar los pechos.
Un lindo sujetador blanco amortiguaba el peso.
¿En qué momento habían crecido tanto?
Pensó al tiempo que bajaba una copa y después otra.
“Qué pechos tan preciosos, Kat” le dijo con pastosa, y pasó un trago antes de mirarla a los ojos.
“Necesito probarlos”
Con una mano, acunó el izquierdo y lo masajeó, mientras llevaba el derecho a la boca y lo saboreaba ampliamente.
Kathia jadeó largamente, excitada, sintiendo cosquillas por todos lados. Enredó los dedos en su cabello y se arqueó de espalda, entregándose a su entera voluntad.
“Cassio…” musitó quedamente, con los ojos cerrados. La sensación era inexplicable, sin igual, y aunque habían estado juntos otras dos veces más, ninguna se le comparaba a esa ocasión.
Era como si de pronto su cuerpo se hubiese sensibilizado al nivel máximo. Era la primera vez que le ocurría algo así, pero le gustaba, Dios, le gustaba muchísimo.
Con deliberada lentitud, escondió las manos en medio de sus cuerpos y se hizo de la hebilla de su cinturón, para entonces bajarle la cremallera y tomar la protuberancia masculina entre sus dedos.
Cassio gruñó una maldición y sin querer le mordió el pezón.
“Tienes que advertirme antes de hacer algo así, mujer” le dijo, inclinándose contra su boca para robarlo un largo beso.
Ella sonrió, inocente, y comenzó a bombear el viril miembro, mientras lo observaba con ese deseo y apetito sexual en su mirada.
“Estoy impaciente” susurró.
“Puedo notarlo” admitió mordiéndole un labio, después detuvo el bombeo colocando una mano sobre la suya y se incorporó con un poco de esfuerzo para quitarse la ropa.
Ella se colocó de rodillas en el colchón, sin apartar sus ojos de él en ningún segundo… y terminó de desvestirse también.
Su se%o pequeño y rosado quedó a la vista, al igual que sus curvas y pechos ligeramente caídos; pero preciosos como ninguno.
El hombre los besó con ardor, instándola a recostarse de nuevo, y preparó el cuerpo con caricias y susurros eróticos.
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