Capítulo 36:

Él la miró como si de verdad no la reconociera, y como si lo hubiese abofeteado con aquellas palabras.

“Por supuesto que no fue solo se%o” replicó con pesar.

“Kat… lo que vi esta noche en tu mirada…”

“Fue deseo, sí, pero el deseo y el se%o casual no tienen nada que ver con el amor”

“¿De qué diablos hablas, mujer? ¿Me estás diciendo que esto no significó nada para ti?”

Kathia guardó silencio. Lo había significado todo.

“Cassio…”

Él acortó el espacio y la tomó de las mejillas, obligándola a mirarlo.

“Dime si de verdad, después de lo de esta noche, no sentiste nada aquí” deslizó una mano y la colocó a la altura de su corazón.

El de ella estaba comprimido, tanto que las palabras se quedaron atoradas en su garganta.

“Kat, sé que estás dolida, pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Por ti y por nuestra hija. ¿Podrías al menos intentar confiar en mí?”

“No me presiones”

“No es lo que busco, te dije que sería paciente, pero necesito al menos saber que intentarás confiar en mí. ¿Puedes hacerlo?”

Ella se quedó por un largo rato en silencio, y después de bajar la mirada, posó sus ojos en los suyos verdes.

“Sí, puedo hacerlo” respondió con timidez.

Después retiró su mano de su mejilla y se alejó. Buscó su ropa en la cocina y regresó a la habitación en la que dormiría esa noche.

Cassio sonrió afligido, aunque esperanzado. No iba a rendirse. No después de haber probado nuevamente el sabor de sus labios y la calidez de su cuerpo.

El siguiente par de días no fue fácil para ninguno de los dos.

Kat sentía que cada que cruzaban miradas o rozaban sus manos de forma involuntaria, chispeaban partículas de electricidad por todos lados.

El recuerdo de sus labios, sobre su piel, le tenían el juicio nublado, y apenas conseguía concentrarse con normalidad.

Pero, si era honesta consigo misma, no se arrepentía, pues hacía mucho tiempo que no vivía la experiencia de la sexualidad y su ex marido era el primer y único hombre que sabía cómo hacerla disfrutar.

Dios, el desgraciado era un mal necesario.

Por su parte, Cassio no se sentía muy distinto. Volver a intimar con Kathia había sido explosivo, algo que necesitaba para reafirmar que no solo estaban eternamente unidos por una hija maravillosa, sino el tangible deseo que despertaban en el otro, incluso sin proponérselo.

Además, se sentía aliviado de que su cercanía le alteraba y la ponía roja de forma casi sorprendente, justo como en ese instante.

“Quiero invitarte a cenar esta noche” le dijo.

Ella dejó de anotar sobre los números de los últimos seis meses en la constructora y lo miró con ojos entornados. Soltó un suspiro.

“No presiones, Cassio”

Él sonrió, porque ya había advertido esa respuesta.

“De hecho, no era en plan romántico” le aclaró y ella volteó los ojos, como si no le creyera ni media palabra.

“En realidad, me gustaría hablar sobre Cassie, ya sabes, quiero asegurarme de que su futuro esté seguro. El tuyo también”

“Del mío me encargo yo, y si quieres participar en la vida de mi hija, me gustaría que fuese sin alterar su presente”

Cassio torció el gesto y se relamió los labios.

“Y a mí me gustaría que comenzaras a referirte a ella como nuestra hija. Los dos la concebimos”

“Pero fui yo quien la educó y estuvo para ella” replicó.

“Y reconozco que has hecho un excelente trabajo, Kat, pero yo no tenía conocimiento sobre esto. ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Por qué nunca me buscaste? Ella no tenía nada que ver con nuestra separación”

Ella pasó un trago.

“¿Te habrías hecho responsable?” preguntó recelosa.

“Por supuesto que sí” le dijo, y no mentía.

Kathia guardó silencio por varios segundos y asintió.

“Yo si fui a buscarte” le confesó.

“Tenía cinco meses en mi v!entre y creí que si debías saberlo, pero, Francesca…”

Cassio cerró los ojos y negó con la cabeza, comprendiendo. Después tomó su mano entre la suya. Ella lo miró.

“Lo siento, Kat” musitó, sincero. “Siento no haber estado para ti todos estos años, pero siento más que por otras personas nos hayamos tenido que separar”

Ella negó con ligereza.

Triste.

“Ya no importa” susurró con simpleza.

“Por supuesto que importa” la miró con nostalgia.

“Escucha, todo este asunto de Francesca no solo me ha tenido desconcertado, sino que asqueado. Me separó de la mujer de mi vida y me quitó la oportunidad de ver crecer a mi hija… jamás podré perdonárselo. Por cierto, hay algo que quiero mostrarte”

Ella asintió y lo miró rebuscar algo en su computadora. Después dio reproducir a un video.

“¿Qué es eso?” le preguntó, intrigada.

“¿Recuerdas cuando te comenté sobre las grabaciones que había conseguido mi equipo de esa noche?”

Ella asintió.

“¿Puedes mirar esta sombra? ¿En la ventana?”

Kathia se acercó y prestó atención.

“Francesca…” musitó.

Cassio asintió.

“Si puedo conseguir una prueba más sólida, o hacer hablar a Maurizio respecto a esto, Francesca estará involucrada en un delito que puede enviarla a la cárcel. Solo necesito un poco más de tiempo, pero no me tocaré el corazón si tengo que enviarlos a prisión, no solo por esto, sino por el desvío de fondos a una empresa que tiene sospechas de estar lavando dinero”

“Dios…” jadeó ella, y negó, perturbada.

“Cassio, esto es algo muy grande. Me estás diciendo que Maurizio y Francesca con unos criminales”

“Que pagarán con cárcel de comprobarse” aseguró con firmeza.

“Mi equipo está trabajando muy discretamente en el asunto, y aunque ahora mismo tenemos pruebas que pueden llevarlos a juicio, no queremos advertirlos antes de tener todos los frentes cubiertos”

Kathia asintió y pasó un trago.

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