Capítulo 32:

“¡Cassie, no!” gritó Kathia, corriendo a buscarla, pero la distancia de por medio ya era grande y la niña se había lanzado al agua.

Cassio reaccionó al mismo tiempo, y aunque Kathia comenzó a nadar, los brazos de él eran más rápido. La pequeña se hundió cuando sus pies dejaron de tocar la arena, pero, por fortuna, los brazos de ese padre que ella todavía no reconocía como uno, la tomaron fuertemente.

“¡Cassie, Cassie!” llamó angustiada la madre, mientras Cassio la llevaba en peso hasta la orilla y la dejaba sobre la arena para hacerle RCP.

En medio de su temor, Kathia tomó del brazo a Cassio para que la mirara. Sus nervios eran más grandes, y su temor incontenible.

“Salva a nuestra hija, por favor” le suplicó. Y el corazón de Cassio bombeó con demasiada fuerza. Como nunca antes… porque era la primera vez que ella admitía en voz alta que esa pequeña era su hija.

Kathia nunca se había sentido tan egoísta como en ese instante. Y su hija ya no podía sufrir nunca más las decisiones de sus padres.

Él sonrió y acunó su mejilla.

“No hay otra cosa que desee más en este punto de mi vida” le confesó abiertamente.

Kathia movió la cabeza con ligereza y miró a través de la ventana. Cassie dormía.

“Bien” aceptó.

“Pero serán bajo mis condiciones. Ella siempre ha esperado a un superhéroe que ha luchado todos estos años con monstruos marinos, así que debo prepararla antes, ya te conoce y no sé cómo lo tomará. Es una niña muy inteligente, ¿Sabes? Tanto que a veces me sorprende”

Cassio asintió.

“Te prometo que daré todo de mi parte para ganarme su amor, y el tuyo también”

Kathia pasó un trago y bajó la mirada.

“Cassio, esto no tiene nada que ver contigo y conmigo” le dijo, seria. “Que seas un padre para ella no significa que puedas ser un hombre para mí”

“Kat…”

“Me rompiste el corazón, Cassio” volvió a mirarlo. Sus ojos eran dos gemas preciosas. “Y me rompiste tanto que no pude ni siquiera compartir la misma ciudad contigo. Sufrí nuestra separación”

“Yo no me sentí muy diferente a ti” replicó él, en defensa.

“La única diferencia es que entre los dos, fuiste tú quien decidió acabar con nuestro matrimonio”

Él sintió un nudo en la garganta.

“Kat…”

“Entraré a ver a Cassie” concluyó ella, con incertidumbre. No quería seguir más con aquella conversación.

Después de un par de horas, Cassie despertó, así que Kathia solo tuvo que firmar un par de papeles para el alta de la niña e ir hasta recepción para cancelar la cuenta; sin embargo, la mujer detrás del mostrador le informó que esta ya había sido cancelada hace un par de minutos.

“No tuviste por qué hacerlo, yo siempre he cubierto los gastos de Cassie” le dijo ella tan pronto lo vio afuera, recargado contra la puerta del auto.

“Gracias de todas formas”

“Es lo mínimo que puedo hacer después de no haber estado presente en cinco años” le dijo él en voz baja.

Kat miró a su hija. Todavía estaba un poco somnolienta.

“Pues es mejor que vayas sabiendo que con gestos económicos no conseguirás su cariño” musitó para que solo él pudiera escucharla.

“Quizás ella no creció con los lujos que tú sí, pero ha tenido una vida cómoda y el amor de las personas que la aprecian”

“¿Entre esas personas está Valerio?” quiso saber, un tanto celoso, quizás más que un tanto.

“Sí, Cassio, entre esas personas está Valerio”

Él soltó una exhalación, pero no dijo nada más. ¿Con qué derecho? Si ese imbécil parecía haber estado más presente en la vida de su hija que él mismo.

Cuando llegaron a la pintoresca cada de las Scuderi, Cassio se ofreció a llevar a la niña hasta la habitación porque se había quedado dormida en el camino. Kat aguardó bajo el marco de la puerta, contemplando la escena.

Después apagó la luz.

“Imagino que estás cansada, ¿Te parece si mañana retomamos todo este asunto de la biografía?”

Kathia asintió, y antes de irse, lo detuvo.

“Espera…”

Cassio se giró para mirarla.

“He estado pensando todo el rato sobre lo que hablamos en el hospital, respecto a Cassie, y antes de que suceda, quiero pedirte algo”

“Lo que quieras” le dijo él.

“Quiero conocer a Clara” le soltó con la voz un tanto rasposa.

“Quiero conocer a la mujer que va a darte un hijo” Cassio se quedó mudo por un instante y ella exhaló, jugando con sus dedos.

“No confío en ti todavía Cassio, y si vas a estar cerca de mi hija, quiero asegurarme de que esa historia, de esa mujer, sea cierta”

Él asintió, comprendiendo.

“De acuerdo, tú me dices cuando y yo lo hago posible”

“Esta misma noche. No quiero que tengas tiempo de planear otra cosa”

Cassio entornó los ojos.

“¿De verdad crees que te he mentido?”

“Lo que yo crea no importa, Cassio. ¿Lo harás o no?”

Asintió levemente con firmeza.

“Pediré que tengan el Jet listo” aceptó sin problema.

“De acuerdo, llamaré a Sarah para que se quede con Cassie”

Más tarde, esa misma noche, aterrizaron en Roma.

Un auto ya los esperaba para trasladarlos a la clínica privada Santa Teresa y Kathia se sentía más inquieta que de costumbre.

Cassio se mantuvo en silencio todo el trayecto, solo habló cuando llegó a recepción y pidió ver a Clara. Allí había ido más de un par de veces.

Tocó brevemente la puerta y después escuchó la voz femenina en el interior. El corazón de Kat bombeaba con demasiado brío, y aumentó su marcha cuando vio a la mujer.

La habitación estaba perfectamente acondicionada. Televisor, una pequeña librería y un mueble cómodo junto a la ventana, además de lo necesario para un paciente con c%ncer.

Ella… Clara, era una mujer que no cruzaba los veintisiete, de tez blanca y ojos chispeantes. Al parecer, el tratamiento de la quimioterapia había hecho estragos en su belleza.

“Cassio…” sonrió ella, al verlo, entusiasmada, y se incorporó.

Ahí fue cuando Kathia pudo notar el progreso del embarazo. Quizás tendría cinco meses, aunque eso solo podría ser una suposición debido a su estado y su peso.

“Hola, Clara. ¿Cómo están tú y ese campeón?” él se acercó a ella a saludarla y besó su frente. La mujer sonrió.

Kat se mordió el interior de la mejilla.

¿Era un niño?

“Creo que lo estamos haciendo bien” musitó con voz queda y después miró a Kathia con intriga.

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