Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 31
Capítulo 31:
La mujer lo miró con furia.
“¡Ella me quitó tu amor de hombre!”
“¡No pudo haberte quitado algo que nunca tuviste! ¡Somos hermanos!”
“¡No, no lo somos!” le recordó, esperanzada.
“¡Nos criamos como tal, por Dios!” le dijo, exasperado, y colocó los brazos en jarra.
En ese momento, entraron su padre y madrastra, preguntando qué ocurría y por qué los gritos. Se escuchaban hasta el jardín.
“Ella que se los explique mejor” la miró con rencor y decepción.
Francesca, angustiada y abatida por esa mirada, lo tomó del brazo, pero, tan pronto como sucedió, él se zafó de mala gana.
“Cassio…” sollozó.
“Ah, y espero enterarme dentro de las próximas veinticuatro horas que ya no trabajas en la constructora”
“No puedes hacerme eso”
Él sonrió sin gracia y negó con la cabeza.
“Por supuesto que puedo, soy el CEO Garibaldi”
“No, por favor…”
“¡Veinticuatro horas, Francesca!”
“¡No vas a estar con ella! ¡¿Me oyes?! ¡Ni se te ocurra porque la hago pedazos! ¡A ella y a la desgraciada!”
Él solo la ignoró.
Sus amenazas no iban a amedrentarlo.
“Cassio, ¡¿A dónde vas?!” le preguntó su padre, pero él ya había salido y cerrado la puerta.
“Voy a recuperar cinco malditos años perdidos” dijo para sí mismo, en voz baja.
Un hijo.
Cassio iba a tener un hijo, y Kathia no sabía cómo sentirse al respecto. Durante todo el vuelo, eso era algo que la había estado inquietando muchísimo.
No fue muy diferente cuando llegó a Amalfi; poco antes de la madrugada, y recibió en seguida la llamada de su jefa, pidiéndole que fuera a primera hora a la oficina.
“¿Cómo estuvieron las cosas en Roma?”
Quiso saber la mujer, tan pronto Kat cerró la puerta.
“Bien, recaudé información interesante y tomé un par de fotografías que…”
“Kat, sabes perfectamente lo que quiero saber” le dijo Gina, mirándola con ojos entornados.
Kathia asintió y exhaló largamente.
Era algo en lo que había estado pensando toda la noche.
“Hasta el momento no hay nada que pueda comprometer al CEO” le dijo, cuando claramente mentía. Había muchísimo.
“Todo está en orden, su vida personal, su trabajo. Todo parece ir sobre la marcha”
Gina suspiró con desconfianza.
“Bien, sigue investigando. Puedes retirarte” le ordenó, pero, antes de que ella saliese por la puerta, la mujer volvió a hablarle.
“Ah, Kat, recuerda que de esto depende tu futuro en la revista”
Kathia apretó los puños, y sabiéndose dividida, salió de allí sin más.
Tan pronto llegó a casa, lo único que deseó fue ver a su hija; eso era lo único que la tranquilizaba en días de encrucijada, y esos días, precisamente, estaban siéndolos mucho. Pero no la encontró, ni a ella ni a Sarah, así que buscó su móvil para llamarla y descubrió que tenía un mensaje de texto.
Estaban en la playa.
Sonrió, relajada.
Cassie no solo adoraba los días en la playa, sino que era un lugar importante para ella porque siempre que iba esperaba ansiosa, con ilusión, que su padre quizás apareciera. Eso apabullaba su corazón de nostalgia.
En el límite de la calle donde vivían, se podía escuchar el rumor de las olas rompiendo contra la orilla, y la risa fresca e infantil de su hija. Se quitó los zapatos y enterró los dedos en la arena, cuando volvió a alzar la vista para buscarla a ella y a Sarah, Kat tuvo un pequeño choque emocional cuando vio a Cassio allí.
“¡Mamiiiiiii!” Cassie corrió hacia ella tan pronto la descubrió acercándose.
La joven madre se acuclilló frente a la niña para besarle ambas mejillas y asegurarse de que estuviese usando protector solar.
“Hola, cariño. ¿Estás divirtiéndote?” le preguntó con ternura, intentando ignorar la mirada penetrante de Cassio sobre ella.
“Sí, mira lo que mi amigo Cassio y yo hicimos” le dijo y se hizo a un lado para mostrarle el enorme castillo de arena que habían hecho.
“¿Te gusta? ¡Yo hice el puente!”
Kathia sonrió.
“Oh, mi estrella de mar, por supuesto que lo hiciste tú, si eres tan inteligente” la aduló como solía y la abrazó antes de que la pequeña regresara a jugar.
Sarah se le unió y Kathia se cruzó de brazos cuando se incorporó.
“¿Qué estás haciendo aquí?” le preguntó en seguida a Cassio.
Él la miró un poco consternado.
“Te fui a buscar, pero no estabas y Cassie iba de salida a la playa con Sarah, así que decidí acompañarlas” explicó calmado. Kathia asintió levemente.
“Kat, me gustaría hablar respecto a todo lo ocurrido ayer”
Ella bajó la mirada.
“Cassio, yo…”
“Me lo advertiste” le dijo él, antes que nada.
“Y no quiero culpar a Francesca de todo, porque sé que fue mi error no confiar en ti, Era yo quien te debía eso”
“No creo que eso tenga mucha importancia ahora” musitó y echó un nuevo vistazo a su hija.
“Pero la seguridad de Cassie sí”
“Temes por ella y por las represalias que pueda tomar Francesca” asumió y ella asintió.
“También lo pensé, es por eso que me he asegurado de contratar a un equipo de protección que estará cerca de ustedes. Ahora mismo las están cuidando”
Kathia alzó la vista y miró a donde se dirigía la de Cassio. Dos hombres estaban cerca, vestidos de manera informal, pero que parecían escoltas.
“Creo que es un poco exagerado” musitó ella. No quería perturbar la tranquilidad de su hija, mucho menos que hiciera preguntas al respecto.
Cassio tomó su mano entre la suya.
Kathia tembló ante el contacto.
“No lo es” le dijo con delicadeza.
“Tu seguridad y la de Cassie son mi responsabilidad. Kat, de verdad, lamento todo esto, pero permíteme cuidarlas, me quieras en tu vida o no, permíteme hacerlo. Déjame hacer esto por ti y por…”
“¡Mami, mira, un barco! ¡Seguro papi viene al fin allí!” de pronto escucharon la voz de Cassie un tanto lejos, y al girarse, Sarah intentaba alcanzarla hasta la orilla, pero tropezó.
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