Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 29
Capítulo 29:
“¡Cassio, tenemos que hablar!” entró Francesca de pronto y se detuvo en seco cuando lo miró demasiado cerca de la mujer que odiaba con todas sus entrañas.
“¡Aléjate de esa mujer! ¡Aléjate! ¡Aléjate!”
Tan pronto fue a por ella, Cassio se interpuso y la miró con frialdad. No iba a consentir bajo ninguna circunstancia que la lastimara… no otra vez.
“No te atrevas, Francesca” le advirtió.
“Y lo mejor será que te retires de aquí antes de que llame a seguridad. Ahórrate la humillación”
Francesca apretó los dientes.
“No me puedes tratar así” le dijo entre lágrimas.
“No por esa…”
“¡Basta!” zanjó, la tomó del brazo y la sacó de allí, después hizo una seña a varios guardias para que se aseguraran de que estuviese a suficiente distancia de él y de Kathia.
Cuando se giró, ella acomodaba sus cosas dentro de su bolso. Tomó una profunda respiración y se mesó el cabello.
“Kathia…”
“Lo mejor será que me vaya” le dijo ella sin mirarlo.
“Tus problemas familiares los debes resolver tú. Yo ya he terminado con mi trabajo aquí”
“Mi único problema a resolver es contigo, Kat” y la tomó de la mano para llevársela el corazón. Ella se estremeció.
“Perdóname”
“Hace mucho que yo te he perdonado, pero tu familia…”
“Mi familia no es solo Francesca, hay más miembros de ella que te quieren, lo sabes”
Kat suspiró y retiró su mano.
“Había reconstruido mi vida antes de que tú volvieras a aparecer en ella, Cassio. Tengo un trabajo estable, una casa que estoy pagando a cuotas y una hija maravillosa”
“Una hija que también es mía” le reprochó él en voz baja.
“Aunque te empeñes en decirme lo contrario… y ahora entiendo por qué. Te hice daño y permití que otra persona lo hiciera, cuando se suponía que debía protegerte”
Kathia soltó una larga exhalación.
“Deja de lamentarte, ya lo hecho, hecho está”
“Puedo enmendarlo, te lo he dicho, puedo…”
“Deberías hacerlo, sí, pero no por mí, sino por ti y por tu conciencia” ella lo miró con tristeza.
“Por mi parte no tienes que seguir disculpándote”
“¿Qué hay de ti y de mí?” le preguntó con pesar.
¿Es que acaso estaba cerrando definitivamente esa puerta entre ambos?
“No hay nada” le dijo y caminó hasta la puerta, después algo recordó de lo que le había dicho Francesca y se giró.
“Francesca me dijo que tienes a una mujer embarazada, pero supongo que eso fue una mentira con la que creía que iba a lastimarme; sin embargo, es importante que sepas que si es cierto, debo hacer mi trabajo”
Cassio se quedó lívido por un segundo.
“Kat… puedes hacer lo que creas necesario si eso significa hacer bien tu trabajo” musitó, y ella abrió los ojos, comprendiendo.
“¿Entonces es cierto?”
Cassio solo la miró.
“Vaya” dijo, decepcionada.
“Parece que tu hermana no es tan mentirosa como creía”
Salió de allí, sintiéndose terriblemente exhausta… y dolida.
Kathia no quería sentir rabia.
No quería sentir decepción. Sobre todo, no quería sentir sola, pero todas y cada una de esas sensaciones se arremolinaban en su interior con euforia.
“¡Kathia!” apenas empujó la enorme puerta de cristal y salió a la calle, la voz de Cassio resonó a su espalda, pero ella no se detuvo, al contrario, apresuró su paso lejos de allí. Era lo único que quería. ¡Estar lejos!
Pero no fue lo suficientemente rápida porque en seguida la mano de Cassio la tomó delicado del codo para instarla a mirarlo. No lo hizo. Solo fingió buscar algo en su bolso porque no quería que él viese sus ojos vidriosos.
“Voy a pedir un taxi si necesitas el auto” le dijo, intentado de cualquier forma controlar el tono de su voz.
Cassio suspiró y la miró acongojado.
“Kat…” insistió con sutileza, esperando a que ella lo mirase.
“No encuentro mi móvil. ¿Dónde lo habré dejado?” se preguntó a sí misma, ignorándolo, mientras sus manos temblaban sin compasión.
“Kat, por favor”
“¿Qué?” al fin alzó la mirada, más contenida, y tomó un par de respiraciones pequeñas.
Debía mostrarse y sentir indiferencia por todo aquel asunto.
A ella no le concernía nada lo que él hubiese hecho con su vida todo ese tiempo, pero, agh, era un mentiroso, y uno tan grande que casi le creyó.
“Hablemos, puedo explicarlo” le pidió quedamente.
“¿Hay una mujer embarazada?” le preguntó de tajo.
“Sí, pero…”
“Entonces no hay nada que puedas explicar, y tampoco me interesa, en serio, no tienes por qué esforzarte en intentar decirme que se embarazó por obra y gracia del espíritu santo” replicó con medida, y al ver que un taxi se aproximaba, lo detuvo, y apenas el auto ralentizó su velocidad, tomó la manija para abrir la puerta.
Cassio la cerró de vuelta, se sacó un billete de quien sabe cuántos euros, pero seguro que de muy alta denominación porque el conductor lo tomó cuando se lo entregó y se marchó sin chistar.
Sin poderlo creer, Kathia se contuvo de gritarle barbaridades y comenzó a caminar a la orilla de la acera, apresurada.
“Kat…”
“Cassio, basta, si pudiste seguir con tu vida después de nuestro divorcio, te felicito, de verdad, pero a mí déjame en paz de una maldita vez por todas” le dijo con rabia, ya no podía ocultarla, era más grande que ella, por eso se detuvo y se giró para mirarlo.
“Y esto no se trata de celos, si es lo que estás pensando, sino de lo mentiroso que eres. ‘Nunca he estado con nadie después de ti’ ¿Eh? Cínico sinvergüenza”
“¡Jamás estuve con otras mujeres!” gritó, exasperado, y la capturó del brazo, obligándola a mirarlo. Sus rostros quedaron demasiado cerca y la respiración de ambos parecía batallar.
“Nunca tuve se%o con otras mujeres…” terminó por decir en voz baja, abatido.
Joder, nunca. Ella estuvo en su mente cada maldito día. Incluso cuando creía que la odiaba.
“Ay, Cassio, por favor, no me tomes por tonta” dijo entre dientes y miró inevitablemente su boca. Odiaba que en una situación como esa la idea fugaz de un beso pasara por su mente. ¿Es que se había vuelto completamente loca?
“No te tomo por tonta, Kat, jamás lo haría” murmuró con dolor.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar