Capítulo 25:

“Dijiste que no podrías ir, así que yo vine” dijo con una sonrisa.

“He traído el desayuno para tres. ¿Me dejas pasar?”

Kat se cruzó de brazos y entornó los ojos. Su expresión distante y enojada no era suficiente para mantenerlo alejado, sobre todo porque Cassio se consideraba a sí mismo hombre persistente y de retos: jamás nadie le había dicho que no.

“Depende de qué desayuno” respondió a cambio.

“Pancakes, jugo, fruta” dijo, entreviendo la bolsa de papel.

“Tus favoritos”

Ella volteó los ojos.

“Ya no son mis favoritos” mintió.

“¡Pancakes, sí, los favoritos de mamá!”

Cassie apareció de entre las piernas de su madre, dejándola al descubierto, y Kathia se puso de mil colores.

Cassio se rio con suavidad y se inclinó a su oído.

“Parece que después de todo aún te sigo conociendo” murmuró con sensualidad y todos los vellos expuestos de Kathia se erizaron en respuesta.

Se hizo a un lado y los dedos pequeños de Cassie lo arrastraron al interior de la casa. Entre los dos, desempacaron todo, mientras Kathia observaba el cuadro de padre e hija en silencio.

“¿Te nos unes?” le preguntó su ex esposo y ella no pudo decir que no porque su hija parecía muy entusiasmada con la idea de ellos tres juntos.

Compartieron la barra de la cocina en silencio, a veces con comentarios infantiles que hacía la pequeña y los dos adultos sonreían.

Cassio no podía sentirse más completo, aunque tuviese un largo camino por delante y los pasos con Kathia estaban siendo pequeños, disfrutaba muchísimo el proceso.

Cassie se mostró feliz y entusiasmada por el obsequio de ese nuevo amigo que había ganado: un barco de madera que acompañaría la decoración de su habitación.

“¿Por qué no subes a tu habitación y lo colocas junto al resto?” propuso su madre y la niña saltó de alegría, obedeciendo.

Cassio la observó anhelado hasta que desapareció a través de las escaleras.

“Has hecho un increíble trabajo con ella, Kat” le dijo.

“Es una niña preciosa”

Kathia asintió. Había dedicado los últimos cinco años a su hija, a educarla e intentar darle una vida decente.

“Lo es”

Aceptó y caminó hasta la puerta.

“Te veo mañana, tengo entendido que tienes un evento y yo debo estar presente para cubrir mis notas”

Cassio asintió, recordando.

“Respecto a eso, es muy probable que esté acompañado de alguna modelo para las fotografías, pero no es nada más que eso”

Kathia sintió una sensación de inquietud en su pecho.

“No tienes que darme explicaciones de nada” le dijo en voz baja y evitó a toda costa mirarlo.

“Tu vida personal no es mi asunto, yo solo cumplo con mi trabajo de asistir a tus eventos y tomar mis notas para la biografía, nada más”

Cassio entornó los ojos y acunó su barbilla para que lo mirara.

“¿No sientes celos de que otra mujer esté cerca de mí?” quiso saber.

Ella pasó un trago.

Sentía demasiadas cosas… pero eso no era algo que él debía saber, así que enarcó una ceja pretendiendo que no le afectara.

“¿Por qué habría de sentirlos? Eres un hombre libre y no me perteneces”

Él sonrió de medio lado, porque a pesar de sus palabras, podía leer perfectamente su cuerpo, en especial la vena que latía cerca de su frente cuando algo la intranquilizaba.

“Kat, te pertenezco, y no desde ahora, sino desde siempre” le dijo y ella tembló ligeramente.

“Tienes el poder de hacer con esa certeza lo que quieras”

Después se marchó y Kathia se recargó fuertemente del pilar junto a la puerta. Odiaba que su aliento, su presencia, su contacto… todo de él, la desestabilizara de esa forma.

Su determinación de no dejarlo entrar en su vida estaba en riesgo, sobre todo, porque Cassie de verdad parecía agradarle.

¿Y a eso cómo podría oponerse… si al final del día eran padre e hija?

La tarde la pasó junto a ella y no volvió a saber de Cassio, no hasta el otro día, que le dijo que enviaría a un auto por ella, pero, como era de esperarse, Kat le dijo que podía trasladarse por sus propios medios… aunque no esperó que Valerio se plantara allí de sorpresa con su BMW negro y una flor como obsequio.

“Valerio…” musitó, asombrada, casi olvidaba que él estaba invitado al evento por ser el hijo del dueño de la revista.

El hombre sonrió y se acercó.

“Permite que sea yo quien te lleve esta noche”

Ella se sonrojó y negó con la cabeza.

“Voy de trabajo, no de fiesta”

“De todas formas necesitarás trasladarte” le dijo al tiempo que le entregara la flor.

“Déjame creer que puedo tenerte como mi cita esta noche, por favor”

Kathia exhaló largamente con una sonrisa.

¿Cómo podría ser Valerio un hombre atractivo, preparado y educado… y no sentir que pudiera darse una oportunidad con él?

Esa respuesta, aunque le fastidiara, tenía nombre y apellido: Cassio Garibaldi.

“Gracias por la flor, es preciosa” le dijo.

“Pero aceptaré el aventón porque ya estás aquí”

El hombre asintió con una sonrisa.

“Me basta”

Después le abrió la puerta del copiloto.

Una modelo despampanante se colgaba del brazo de Cassio esa noche, y aunque era una acaparadora de miradas, él solo estaba interesado en localizar a Kathia de entre los autos que llegaban… hasta que lo hizo.

Ella bajaba de un BMW negro con vidrios tintados de oscuro y estaba ataviada dentro de un vestido rojo que tenía toda la intención de ponerlo de rodillas; sin embargo, nada de eso fue lo que capturó su atención, sino quien le ofrecía su brazo para que lo sujetara.

La sangre hirvió en su interior. ¿Había rechazado el auto que quiso enviar para ella esa noche porque su cita era ese imbécil?

Las manos de Cassio eran dos puños muy apretados en ese momento y el corazón una bomba de tiempo a punto de estallar.

La modelo que colgaba de su brazo le había dicho algo que le importó tres pepinos y retiró su mano con delicadeza. Kat se le había perdido de vista y necesitaba buscarla.

“¿Qué haces?” lo interceptó su agente; Eric, que había llegado temprano esa mañana desde roma.

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