Capítulo 21:

“Digamos que estoy equivocado y ya no te conozco como dices. ¿De quién es hija Cassie entonces?”

“Mía” no dudó en responder.

“¿Pues de quién más si no?”

“Kat, por favor, no me juegues al dedo en la boca. Sabes perfectamente lo que estoy preguntando. ¿Quién es el padre de esa niña?”

“Cassio, basta, esto…”

“Esa niña tiene los años que tú y yo llevamos de separados, y a menos que la hayas concebido tan pronto nos divorciamos, no tendría sentido”

Kathia vio una oportunidad a la que aferrarse, aunque no supiera cómo eso la dejaba.

“Quizás fue exactamente eso lo que sucedió, ¿No lo crees?”

Cassio entornó los ojos.

“Quizás tuve una relación con alguien más después de ti… o durante”

Él sonrió con nostalgia.

“Sé que no me fuiste infiel”

“¿No fue justamente eso lo que pensaste hace cinco años?”

“¿Hasta cuándo piensas castigarme?” le preguntó con dolor.

Ella negó.

“Crees que todo se trata de ti”

“Kat, por favor, no sigas con esto, además, Cassie es idéntica a mí cuando yo era un niño” musitó con ilusión.

“Incluso tiene los mismos ojos que mi madre”

Eso era cierto.

Cuando vio a su hija por primera vez el día del parto, sabía que iba a crecer siendo el vivo retrato de su padre.

“Son solo ideas tuyas” dijo, seria.

“Y no tengo ganas de seguir hablando contigo sobre un tema del que estás completamente desvinculado. ¿Por qué tú y tu hermana no se regresan a Roma y me dejan en paz?”

Tomó su bolsa del recibidor.

“¿Francesca está aquí?” preguntó con asombro y ella giró para mirarlo.

Lucía desconcertado, por lo que no tardó en adivinar que él no tenía ni idea.

“Sí…” murmuró.

“No lo sabía”

La última vez que habló con ella y le contó sobre sus planes de recuperar a Kathia porque se había enterado de que alguien había jodido su matrimonio con intención, ella no le comentó nada sobre ir a la costa.

“¿Te buscó? ¿Qué quería?”

Kat suspiró, ya sin ánimos.

“¿Qué más da, Cassio? ¿Qué más da…?”

Sus ojos se mostraron resignados.

“Nada de esto importa”

“Kat, espera”

Se acercó hasta ella. Kathia ya tenía la mano puesta sobre la manija.

“Claro que importa, a mí me importa. Lo que has dicho de Francesca me ha dejado pensando y descolocado, pero yo necesito de verdad que tú me digas si Cassie es mi hija para entonces actuar en consecuencia”

Ella se cruzó los brazos y lo miró recelosa.

“¿En consecuencia de qué?”

“Lo que me dijiste… sobre lo que supuestamente hizo Francesca”

Kathia elevó las cejas y negó.

“¿Supuestamente?” le preguntó.

“Cassio, ni siquiera eres capaz de ponerlo en duda. Ya tengo suficiente de esto, en serio, no más”

Otra vez él la detuvo.

Su contacto poseía tanta fuerza que podía capaz de derribar la poca entereza que le quedaba sin más, en cualquier momento.

“Investigaré, ¿Te vale con eso?”

La miró a los ojos.

“Pero entiende que necesito estar seguro, porque imagino que no tienes pruebas, ¿No es así?”

Kathia negó.

“No, no las tengo”

Y la confesión de Francesca tampoco había sido muy esclarecedora, pero por supuesto que ella lo había planeado todo, estaba segura, y no conforme con eso…

Tenía toda la intención de seguir causándole daño, y mientras Cassio no la creyese capaz de todo eso, entonces él tampoco era confiable.

No iba a poner a su hija en riesgo.

“Bien, entonces te prometo que si Francesca de verdad nos hizo todo eso, se las tendrá que ver conmigo. Conozco a un equipo de investigación muy bueno, solo… dame tiempo, ¿Vale?”

“Cassio…”

“Kat, por favor, solo un poco de tiempo, es todo lo que te pido” la interrumpió con tono profundo, casi desesperado, tomando el rostro entre las manos.

Ella se estremeció, pero terminó por asentir.

De repente, el móvil de Kathia sonó.

Ella se apartó y evitó mirarlo mientras buscaba el aparato.

Era Sarah, lo que la alertó.

La niñera de su hija no la llamaba a menos que se tratara de algo urgente.

“¿Sarah?” contestó rápido.

“¿Kat? ¡Gracias a Dios que contestas! ¡Tienes que venir al hospital… es Cassie!” apenas Kathia escuchó la angustia en su tono de voz, no lo dudó ni un segundo.

“Tengo que irme”

Cassio la miró palidecer y se preocupó.

“¿Sucede algo?”

Ella no tenía tiempo para explicaciones, así que solo mencionó el nombre de su hija y bastó para que él comprendiera.

“Voy contigo”

Decidió Cassio y tomó las llaves de su auto.

Kathia atravesó el pasillo sin detenerse.

“No tienes por qué hacerlo, de mi hija me encargo yo”

Cuando picó el botón del elevador, Cassio la tomó del codo y la obligó a mirarlo.

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