Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 22
Capítulo 22:
“Kat, puedes seguirme mintiendo todo lo que quieras en el camino, pero yo sé que Cassie es mi hija y ya las dejé solas durante cinco años… no más” dijo y posó sus ojos verdes sobre los castaños de Kathia.
“Ya estoy aquí”
Ella vibró, pero no objetó ni media palabra y juntos saltaron dentro del elevador.
Ni bien llegaron al hospital, Cassio empujó las puertas de emergencia al tiempo que Kathia se apresuraba a preguntar por su hija a recepción.
“¿Kat?”
Sarah se acercó a ella en cuanto la vio. Lucía agotada y tenía los ojos llorosos.
“¿Dónde está Cassie?”
“Ya la atendieron, se la llevaron por allí” señaló una puerta que decía en rojo:
[no ingresar]
Y tan pronto Cassio leyó sus facciones, la tomó de los hombros.
“Quédate aquí, veré qué puedo averiguar”
“¡Pero es mi hija!” sollozó, mirándolo.
“Lo sé, pero ahora yo creo que puedo conseguir más que tú” le dijo.
“Conozco a alguien en este hospital. Lo buscaré y pronto tendremos razón de Cassie”
Kat asintió, no le quedaba más que confiar.
Después regresó la vista a Sarah.
“¿Qué fue lo que pasó?”
“Estábamos en el parque, como de costumbre, después del colegio… y de repente se acerca y me dice que no puede respirar, y se comenzó a poner roja”
“Una alergia…” dedujo Kat.
“¿Comió algo?”
“No, solo las paletas de limón que le gustan”
“¿Estás segura? Sabes que Cassie es alérgica a las fresas”
“Lo sé, Kat, pero te juro que solo comió las paletas de limón” le aseguró, angustiada.
“Lo lamento tanto”
Kat tomó una profunda respiración y la estrechó entre sus brazos.
“Tranquila, no fue tu culpa” le dijo.
Sabía lo mucho que Sarah quería a su hija.
Minutos más tarde, una enfermera apareció preguntando por los padres de la niña. Ella ya estaba fuera de peligro y la madre podría entrar a verla y después ir a casa con receta médica.
El corazón de Kathia volvió a latir y siguió a la enfermera a través del pasillo.
“Es allí”
Señaló la puerta y Kat musitó un apenas audible “gracias” antes de asomarse.
Cassio estaba allí, junto a la orilla de la cama, y su hija parecía feliz, riendo a carcajadas por algo que él le contaba. En cuanto la vio, se puso más feliz.
“¡Mamiiii!”
“¡Mi pequeña!” sollozó y corrió a abrazarla.
“Qué bueno que estás bien, tuve mucho miedo”
“No tengas miedo, mami” le dijo Cassie a su madre. Kat se alejó para mirarla con la vista empañada. “Yo no tuve miedo”
La joven madre sonrió.
“Por supuesto que no, mi niña”
Acarició su mejilla.
“Eres tan valiente. Ven, arriba, es hora de irnos a casa”
Cassie asintió, pero, antes, le preguntó algo.
“Mami, ¿Él puede venir con nosotras a casa?”
Kathia abrió los ojos como platos y miró a Cassio.
“Soy inocente” dijo, alzando las manos.
“Mami, por favor, por favor, por favor”
La niña juntó las palmas como si suplicara e hizo ojitos tiernos.
“Él dice que conoce mucho el mar, seguro ha visto a papá y puede contarme muchas historias. ¡Di que sí!”
Kat no pudo evitar sonreír.
“Cariño, eso deberías preguntárselo tú”
Cassie bateó sus pestañas y alzó la vista para mirar a Cassio.
Él era muy grande.
En el camino, padre e hija no pararon de parlotear, y cuando llegaron a casa, no fue menos distinto. Cassie estaba ya fuera de peligro y parecía animada con la idea de Cassio allí, tanto, que no dudó en invitarlo a su habitación a pesar de lo recelosa que era con sus cosas.
“Me agradas” le dijo la pequeña Cassie a su padre, y no sabía por qué, pero le inspiraba mucha confianza.
Cassio sonrió y la miró asombrado.
“Tú también me agradas”
“Genial, ahora podemos ser amigos y tendrás que venir a los viernes de pizza, ¿Verdad, mami?”
Kat, que llevaba un rato observándolos nostálgica bajo el marco de la puerta, se limpió un par de lágrimas que no pudo evitar derramar y asintió. El cuadro era tan perfecto que no le daba la voz.
Y es que ver a Cassio siendo padre por primera vez de una niña que apenas conocía, cautivó su corazón y le provocó una descarga de sus recuerdos más anhelados.
Siempre había estado esperando por ese momento, y odiaba que él se hubiese tenido que tardar cinco malditos años.
Despacio y sin ruidos, se alejó de la habitación dejándolos solos. Bajó a la cocina, donde Sarah todavía la esperaba.
“Kat, estaba esperando que bajaras para decirte que ya me iba, y que recuerdes que mañana tengo mi cita con el médico y no podré cuidar de Cassie después del colegio. ¿Sabes ya que harás?”
Kathia asintió, recordando que se lo había anticipado con días de por medio, pero, con el regreso de Cassio, había estado tan distraída que se había olvidado completamente de cómo iba a resolverlo, pues no confiaba su hija a nadie que no fuese de su entera confianza como lo era Sarah.
“Se me pasó por alto” le dijo y se frotó la frente.
“Pero no te preocupes, ya resolveré. Por cierto, déjame te pago lo de la quincena antes de que me olvide con tantas cosas en la cabeza”
Tomó su bolso y sacó del interior un sobre blanco donde guardaba el efectivo que iba destinado para los gastos fijos.
“¿Esas cosas en la cabeza tienen que ver con el padre de Cassie?” preguntó la muchacha y Kathia alzó la vista. “Es un hombre muy atractivo”
“No digas tonterías, ve, anda que se te hace tarde y después me preocupo”
Cuando la acompañó hasta la puerta y se despidieron, Valerio bajó de su auto.
“Hola, Kat”
La saludó con un beso en la mejilla y después se alejó para mirarla.
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