Capítulo 17:

“Todas, Kat, incluso las madres confirmaron la invitación”

Con un suspiro largo, Kathia asintió.

Ese era el primer año de su hija en el colegio y también la primera vez que iba a celebrarlo con niños de su edad, le iba a romper el corazón si no llegaba.

De repente, en medio de su bruma, se escuchó el timbre de la puerta y soltó una exhalación de alivio.

“Llegaron, yo abro” dijo entusiasmada, pero, tan pronto como abrió la puerta, su sonrisa se congeló.

“Cassio… ¿Qué haces aquí?”

El hombre no tuvo tiempo de responder cuando una pequeña de cabello dorado, al igual que él, se asomó a la puerta con lágrimas en los ojos.

“Mamá, nadie vino a mi cumpleaños” sollozaba desconsolada.

Cassio se quedó helado.

“¿Tienes una hija?”

El corazón de Kat se paralizó en el acto.

Un gélido frío atravesó la espina dorsal de Kathia en ese preciso instante.

Ella siempre fue consciente de que un momento como ese llegaría tarde o temprano… solo no esperaba que ocurriese tan pronto.

“¡Mami! ¡Mami!”

Los sollozos de Cassie la trajeron de vuelta y parpadeó un par de veces antes de acuclillarse frente a ella.

“No vinieron… ¿Por qué, mami? ¿No les agrado? ¿O es por qué no tengo un papi como ellos? Dímelo, dímelo”

El corazón de Kat no pudo volverse más pequeño.

“Mi amor, no digas eso” intentó calmarla.

¿Pero a ella quien la tranquilizaba?

La mirada de Cassio estaba a punto de traspasar todas las capas de su piel.

Oteó el reloj en su muñeca que ahora temblaba.

“Es temprano, seguro ya vienen muy pronto”

“¡No es cierto! ¡No es cierto!” chilló en medio de las lágrimas y salió corriendo al interior de la casa, empujando globos y decoraciones a su paso.

“¡Cassie!”

Kathia se incorporó creyendo que el alma iba a abandonar su cuerpo e intentó ir tras ella, pero la mano firme y helada de su ex esposo se lo impidió.

“Kathia” musitó, sin apenas voz, sin saber qué diablos decir… ¡O preguntar!

“¿Esa niña es mi…?”

“¡Cállate!” se zafó.

No quería escucharlo.

“¡No tienes ningún derecho a estar aquí!”

Cassio pasó un trago y se llevó las manos a la cabeza, intentando buscar el ritmo normal de su respiración.

Después la miró con avidez.

“¿Cuántos años tiene esa niña?”

“Cassio…”

“Kat, por favor…”

“¡No! ¡Tú, por favor!” le clavó el dedo en el pecho.

“Ahora mismo no puedo lidiar contigo, como ves, tengo a una hija en crisis, así que te voy a pedir que te retires. Lo que sea que quieras hablar, será después”

“Pero, Kathia, esa niña…”

“¡Tienes que irte, Cassio!” le pidió, no, le suplicó.

Él no había estado nunca en la vida de su hija, él ni siquiera sabía cómo controlar su llanto o ahuyentar sus miedos.

¡Él no tenía una maldita idea de nada!

Cassio asintió, desconcertado, y retrocedió un paso fuera de la pequeña escalinata. Kathia no dudó en cerrar la puerta.

“Dios, Kat. ¿Qué ocurre?”

Siena se apresuró hasta ella.

Valerio y Sarah intentaban consolar a una Cassie que no se negaba a escuchar a alguien. Estaba tan herida.

Tan rota.

Tenía todo el amor posible del mundo… pero le faltaba el de alguien: su padre.

Ni siquiera la figura que representaba Valerio en su vida y la de su madre era capaz de llenar ese vacío, porque él era un buen hombre, sí, pero los lazos sanguíneos jamás podrían ser comparables.

Kathia se llevó las manos a la boca para ahogar el llanto y corrió a los brazos de su amiga.

“La vio, Sien…” musitó, desgarrada.

“Cassio vio a su hija por primera vez en cinco años y… agh. ¿Por qué tuvo que venir?”

“Oh, Kat. Lo siento” le alejó para mirarla a los ojos.

“Pero sabías que un día como este de cualquier forma llegaría, y Cassie…”

“Cassie lo necesita, eso lo sé” aceptó porque su amiga se lo había intentado decir demasiadas veces.

“Ya no puedo seguir viendo como el corazón de mi pequeña se quiebra en dos, pero tengo tanto miedo”

“Pero, Kat, ¿Miedo de qué?”

Kathia se limpió las lágrimas con el dorso y tomó una profunda bocanada de aliento.

“De que me la quite”

Jamás podría soportar un dolor así de grande. Sería como abrirle la piel a jirones y arrancarle el alma con la mano.

Siena sonrió y colocó ambas manos sobre sus hombros.

“Cassio puede ser un tonto, pero tú mejor que nadie sabes que él no sería capaz de hacerte algo así”

“Jamás lo creí capaz de tratarme como lo hizo hace cinco años, y fue exactamente lo que sucedió”

“Entiendo que estés lastimada y siempre, siempre, voy a apoyar todas tus decisiones, pero Cassio merece saber que tiene una hija y decidir si quiere estar en su vida o no”

Kathia negó con los brazos puestos en jarra.

Se comenzó a mover de lado a lado, nerviosa.

“¿Y qué si se aleja? ¿Qué si después de conocerla decide que no la quiere? ¿Cómo mi hija de cinco va a soportar el rechazo del hombre que lleva toda su vida esperando conocer? No lo sé, debo pensarlo, debo…”

“Tranquilízate” le pidió su amiga, obligándola a mirarla a los ojos.

“Piénsalo bien y después toma una decisión, tú sabrás lo que es mejor para Cassie, ahora ve con ella porque es a ti quien necesita”

Un poco más calmada, Kathia asintió.

Cassie estaba arrinconada en un área del pequeño jardín que tenía cuando su madre la localizó. Jugaba cabizbaja con el césped y todavía tenía ligeros espasmos involuntarios.

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