Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 16
Capítulo 16:
Y Cassio notó como ella estaba intentando luchar contra la química inevitable que todavía existía entre ellos.
Dios, era como si los años no hubiesen pasado, y de no ser porque era consciente de que ella no iba a aceptar de buena forma que la besara, ya lo habría hecho, otra vez… y una vez más, hasta el cansancio, o hasta que lo abofeteara por atrevido.
Sí, era muy probable que eso fuese lo que sucediera.
“Lo que yo sentía por ti se volvió cenizas, y si no lo has entendido ya, pronto lo harás, me encargaré personalmente de que así sea, ahora respeta mi espacio personal y apártate”
“En el pasado te gustaba que invadiese mucho más que tu espacio” bromeó y ella volteó los ojos.
“Tú lo has dicho, en el pasado”
Y lo hizo a un lado con las manos sudadas, reviviendo todas aquellas emociones que la embrutecían con tan solo tocarlo.
Cassio era una roca dura… en todos lados de su cuerpo.
La entrevista se dio por iniciada, y mientras Cassio se expresaba de forma profesional frente a los demás, Kathia tomaba sus notas a papel sobre cómo se comportaba con la prensa el CEO de una de las empresas más influyentes del Mediterráneo.
Para el final de la mañana, la terraza estaba vacía en casi su totalidad y todo había salido segundo lo previsto.
Kat guardaba sus cosas en su bolsa cuando Cassio se acercó con las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón.
“¿Tienes hambre?” le preguntó de manera formal.
“Si eso es una invitación a almorzar, no, no tengo hambre, pero si es una pregunta para ponerme irme ya de fin de semana, sí tengo, y mucha”
Cassio esbozó una sonrisa nostálgica.
“Kat, aunque me pongas demasiadas barreras, no voy a dejar de insistir, lo sabes, ¿Verdad?”
“No sé qué es lo que pretendes con todo esto” le dijo, sin mirarlo, pero todo de ella sabía que su mirada plateada estaba p%netrándole hasta las entrañas.
“Pensé que ya te habías dado cuenta, Kat”
Se acercó hasta ella y tomó su mentón.
Ella lo miró sin poner resistencia, como si sus enormes paredes de concreto se hubiesen convertido en gelatina de pronto.
“Quiero volver a conquistarte, y si fallo, lo intentaré de nuevo. No voy a rendirme”
Kathia ladeó la cabeza, rechazando el contacto estremecedor de sus dedos tocando su barbilla.
“Te rendiste hace cinco años”
Cassio suspiró y regresó las manos a los bolsillos.
“Fui un tonto”
“Lo sigues siendo si crees que existe una oportunidad entre nosotros. Yo no te amo, Cassio, ya no, entiéndelo”
Sí la escuchara su hija, la mirara con los ojos entornados y le diría que mentir no estaba bien, justo como ella misma le había enseñado.
“Así que solo perderías el tiempo”
“Contigo nunca será una pérdida de tiempo, Kat. Vales absolutamente cada minuto invertido”
Su voz masculina era tan sensual y profunda que le conseguía erizar cada vello del cuerpo de Kathia, hasta el último.
¿Por qué diablos él no había perdido ese derecho cuando la despojó de su vida sin más? Pensó al tiempo que le retiraba la mirada, porque si no lo hacía, sentía que iba a derretirse como una paleta de helado en pleno auge de verano.
“Debo irme” musitó.
“Te llevo a casa”
“Vine en mi propio coche” se colgó su bolsa y luego lo miró por encima del hombro.
“Por cierto, no vuelvas a enviarme flores ni a flirtear conmigo”
“¿No te gustaron?”
“No es apropiado” dijo con voz firme.
“Tú y yo estamos trabajando juntos y podría malinterpretarse”
“¿Quién podría malinterpretarlo? ¿Valerio?” bufó.
“El tipo es un mujeriego, ¿Lo sabías?”
“¿Y tú qué sabes?”
Lo encaró, molesta, además, ¿Cómo es que sabía de Valerio? ¿Lo había investigado? Pero qué hijo de…
“Los celos no te van, por favor, y si a esas vamos, tú no eres mejor que eso”
Cassio apretó la quijada.
“Yo jamás te fui infiel, Kathia, lo sabes”
“Yo también esperé que tú supieras que yo tampoco lo fui”
Lo miró con crueldad.
“Y ahora es tarde”
“¿Tarde para qué?”
Avanzó hasta ella, pero Kathia saltó dentro del elevador.
“Nunca es tarde…”
Terminó por decir con dolor en la voz.
“Con nosotros lo es”
Las puertas se cerraron al fin y Kat recobró el aliento al mismo tiempo que un par de lágrimas escocían sus ojos.
Llegar a casa fue lo único que la reconfortó, pues sabía que iba a ver a su hija y ella era la única que conseguía siempre ponerla de buen humor.
“Estás triste” le dijo la pequeña de casi cinco años y Kat se obligó a sonreír.
“No, mi estrella”
“Mamá, es malo mentir. ¿Es por papá? ¿Él no va a venir? ¿Ya te lo dijo?”
“No lo sé, cariño, esperemos que sí, ¿Vale?”
Esos temas eran los más difíciles, y no había helado, abrazos y besos que llenaran el vacío que existía en su corazón por la ausencia de su padre.
Ya no sabía qué hacer para retrasar el doloroso día en el que tendría que decirle que su padre no era un héroe que peleaba con los monstruos del mar, sino un hombre común y corriente que no quiso recibirla cuando ella tenía cinco meses en su v!entre.
El sábado llegó y lo aprovecharon al máximo para ir de compras. Globos, confeti y todos los ingredientes para hornear un pastel.
El domingo, desde bien temprano, y como cada año, Cassie despertó para abrir sus regalos y buscar, entre todos, el de su padre, que siempre iba acompañado de fotografías y postales de todos los países que recorría.
Suspiró y se llevó el sobre al pecho, deseando en su interior que él volviese pronto.
Valerio, Sarah y Siena fueron los primeros en llegar esa tarde para el festejo de la pequeña, Cassie los quería muchísimo, así que se alegró de verlos, sobre todo a la Tía Siena, con la que semanalmente hablaba por una videollamada que compartían.
“¿Segura que enviaste las invitaciones?” preguntó Kat, observando el reloj que colgaba en la cocina. Ya los compañeritos de Cassie deberían estar allí.
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