Capítulo 15:

“¿En la basura? Pero, Kat, si son lindísimas, ya quisiera yo que un hombre me enviara flores valuadas en las Julietas. ¿Sabes su precio?”

Por supuesto que lo sabía.

En el pasado, Cassio enviaba flores con su hombre de seguridad cada fin de mes. El recuerdo le removió el estómago, y el corazón también.

“Haz lo que quieras con ellas” le dijo, desinteresada y después subió a cambiarse y a darle un beso a su hija en la frente antes de marcharse.

Cuando llegó a la revista, Gina la asaltó apenas bajó del elevador. Dios, su jefa siempre había sido medianamente buena con ella, pero todo el tiempo estaba casi encima y no le daba ni siquiera un segundo para respirar.

“Kat”

Saludó amable.

“¿Qué haces aquí?”

“Trabajar… ¿Cómo todos los días?”

“Oh, querida, ¿Pero no revisas tus correos?” le preguntó con su vocecita de ardilla.

“El Señor Garibaldi tiene un cóctel hoy y debes estar presente, y si no te das prisa, te perderás unas buenas páginas de redacción”

Kat bufó.

“Pero, Gina…”

“Kat, no puedo andar detrás de ti para recordarte tus responsabilidades, si tienes una queja, déjala para después, ahora, chu chu” y le movió las manos de regreso al elevador.

Dar con el sitio no fue complicado, pues el supuesto cóctel en el que Cassio daría una entrevista era en la terraza de un hotel bastante exclusivo de la costa amalfitana, a la orilla de la playa.

Todo estaba repleto a más no poder, así que hacerse un hueco entre todos los periodistas le costó una ola de calor terrible.

Mostró su credencial a uno de los guardias pero este simplemente la ignoró.

“¡Oiga!” lo llamó por encima del ruido.

“Búsqueme en su lista, tengo acceso a este evento”

El hombre la miró y sonrió como si ella mintiera.

“Claro, como todos los que están aquí” dijo de forma irónica.

Kat volteó los ojos y buscó una forma de ingresar. Ya Gina le había dado una pequeña riña como para hacer el viaje hasta allí en vano, así que intentó colarse a espaldas del grandulón que estaba de guardia pero fue cazada en el acto.

“¡Le dije que ya no se admiten más periodistas!” le gritó y la empujó de una forma tan abrupta que sus apuntes salieron volando y ella terminó desparramada en el suelo, dándose un golpe en la esquina de la ceja con un mural alto.

Su vista se nubló por varios segundos y vio pajaritos volando por todos lados, además la figura del hombre siendo arrastrado hacia atrás para entonces recibir un golpe directo en la quijada.

Quien sea que le haya dado, le propició un buen derechazo.

“Kat, ¿Estás bien? Dame tu mano”

Los dedos fuertes y largos de un hombre la tomaron de la cintura para ayudarle a incorporarse en vista de que ella no respondía.

Cuando Kat alzó la vista, se topó con los poderosísimos ojos de Cassio.

“Tú…” murmuró con la voz entrecortada y él sonrió.

“Como los viejos tiempos. ¿Recuerdas?”

¿Cómo no recordarlo?

Si se conocieron en medio de una pelea de machos en un bar de Roma y él la ayudó a librarse de un grandulón que intentó poner sus sucias manos en ella, aunque Kat se defendió bastante bien y eso hizo que Cassio se enamorara hasta la perdición de ella.

“No, perdí la memoria”

Se burló, zafándose delicada de su agarre. Todavía todo le daba vueltas, así que se sostuvo del mismo pilar con el que se había dado el golpe.

Cassio echó un vistazo al reloj en su muñeca.

“Todavía tenemos tiempo”

Ella lo miró extrañada y después buscó sus pertenencias, pero él ya las tenía sujeta, incluso su cartera colgaba en su hombro.

Cassio nunca tuvo masculinidad frágil y siempre que ella iba de compras, él sujetaba su bolsa y esperaba fuera del probador bastante entusiasmado por verla.

“¿Tiempo de qué?”

“De verte esa herida, estás sangrando” le dijo en un tono ligeramente preocupado.

“Vamos, tengo una suite en este hotel”

Kat soltó una carcajada sin alegría.

“¡No voy a ir a una habitación contigo! Ja, aprovechado”

Cassio negó con la cabeza y sonrió levemente.

Ella siempre había sido demasiado astuta.

“No voy a comerte, Kat… a menos que tú así lo quieras, pero de verdad necesitas verte esa herida”

Ella lo fulminó con su mirada castaña y lo siguió hasta el elevador. Su pulso se había acelerado con esas primeras palabras.

En el camino, bastó un corto y preciso mensaje de Cassio para que el guardia que había herido a Kat, fuese puesto en su lugar y despedido de forma inmediata.

“¿Duele?” le preguntó Cassio mientras acariciaba con un apósito húmedo en alcohol la herida en la esquina de la ceja.

“Sí” murmuró con un débil quejido y pasó saliva.

“Pero por favor termina cuanto antes”

Llevaban demasiados minutos cerca del otro y Kat no sabía por cuanto tiempo iba a resistir. Su cuerpo ya había comenzado a reaccionar y no le gustaba para nada lo que estaba sintiendo en ese momento.

Cassio sonrió y ocultó un mechoncito rebelde detrás de la oreja femenina.

“Sigues siendo tan hermosa como cuando te conocí, Kat” le confesó, y le pareció divertido la forma en la que sus mejillas se sonrojaban.

“Y tú sigues siendo tan…”

“¿Tan qué?”

Cassio dejó lo que estaba haciendo para dedicarse únicamente a admirarla.

“Dímelo, ¿Tan qué?”

Su voz seductora y varonil siempre la ponía fatal, y no sabía si lo odiaba a él o a sí misma por eso.

“Tan nada, y si ya terminaste, apártate y salgamos de aquí” dijo con tono seco.

“Tienes una entrevista que dar y yo unas cuantas páginas que escribir”

Lejos de hacerle caso, Cassio no se movió ni medio centímetro. Estaba casi en medio de sus piernas y podía sentir como estas temblaban sin más.

“No logro saber si me quieres lejos porque me odias, o porque me sigues deseando con la misma intensidad que hace cinco años y tienes miedo de no saber qué hacer con ese sentimiento”

Kat abrió y cerró la boca en el acto.

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