Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 13
Capítulo 13:
Solo quería que supiera que no iba a lastimarla, no otra vez, y que iba a redimirse toda la vida de ser necesario.
Suspiró con una sonrisa cuando la vio genuinamente concentrada en lo que hacía. Kat siempre había sido muy apasionada, en lo laboral y lo personal, sobre todo en la cama. Deseaba tanto volver a tenerla desnuda bajo su torso que no se percató de que ella llevaba varios segundos intentando preguntarle algo.
“Si vamos a hacer esto, necesito que te concentres, Cassio” murmuró ella, observando el reloj en su muñeca. Quería llegar a tiempo para llevar a su hija a la cama.
Cassio se humedeció los labios.
“¿De verdad te espera alguien en casa?” esa era una pregunta seria, y aunque le molestara la respuesta, de verdad lo necesitaba saber, no para rendirse, sino para aumentar sus esfuerzos por tenerla de regreso.
“Ya te dije que eso no es tu problema, pero ya que tanto te interesa saberlo, sí, me espera alguien en casa”
Cassio se tensó, Los celos eran un enemigo mortal, y él los estaba sintiendo en ese segundo.
“¿Lo amas?” le preguntó al momento de incorporarse. Y se fue acercando seductoramente a ella. Kat pasó un trago y se aferró a los brazos de su silla.
“¿Qué… qué estás haciendo?” su voz se tornó temblorosa cuando lo supo inevitablemente cerca.
El aroma masculino la invadió cuando Cassio se inclinó hasta ella y la acorraló de lado a lado, sujetándose firmemente a ambos costados de la silla.
“Te pregunté si lo amas, a quien sea que te espere en casa, Kat”
Ella sonrió con amargura, y a pesar de que sus esfuerzos por mantenerse erguida la traicionaban, la rabia ayudó a venirse abajo del todo.
“¿Qué si te dijera que sí?” lo retó, orgullosa.
Cassio entornó los ojos.
“No te creería ni media palabra”
“Claro, y ahora vas a asumir que es porque tengo sentimientos por ti, ¿No es así?” negó con la cabeza y volteó los ojos.
“Entonces niégamelo en la cara, Kat, dime que no es a mí a quien todavía amas, que ese odio que guardas en tu interior, con justa razón, es más grande que el amor que aún sé que sientes por mí” dijo, y aspiró el aroma de vainilla que emanaba de sus poros.
“Casi olvido lo arrogante que puedes ser, y no, Cassio Garibaldi, te equivocas esta vez, yo por ti no siento más que un profundo y enorme desprecio, ahora apártate de mi vista, que si no quieres continuar con esto, entonces me iré a casa”
“Tu boca dice una cosa, Kat, pero tus ojos otra. ¿Por qué será?”
Ella pasó un trago.
“No sé de qué diablos estás hablando, pero, si no te apartas ahora, no seré gentil” advirtió.
“Sabes que tomé clases de boxeo”
Cassio soltó una pequeña risita, porque sí, cuando la conoció, ella le había propiciado un golpe a un tipo que intentaba pasarse de listo en un bar.
“Entonces pelea conmigo” le propuso y ella arrugó la frente.
“Desfoga todo ese coraje que sientes por mí. Vamos, Kat, golpéame”
“¿Qué…?”
“Me escuchaste bien, golpéame” se alejó un par de pasos y abrió los brazos para darle a entender qué, él estaba allí para ser receptor de todo su odio.
Los ojos de Kat se oscurecieron dos tonos.
“Estás loco” bufó y se incorporó con el corazón martilleándole el pecho.
“Me iré en este preciso instante, y espero, de verdad espero, que en nuestra próxima reunión sepas comportarte”
Cerró su laptop, tomó sus cosas y se dispuso a marcharse.
“¿Por qué jamás te defendiste?” le preguntó a sus espaldas, provocándola.
“¿Por qué jamás intentaste hacerme entrar en razón?”
Ella se detuvo a mitad de la estancia y apretó los puños antes de encararlo.
“¿Cómo te atreves a preguntarme algo así?” lo miró con muchísimo enojo.
“¡Intenté hacerlo!”
“No lo suficiente”
“¡Me echaste a la calle!” lo señaló, para ese punto, sus ojos comenzaban a inundarse de lágrimas.
“Pudiste haber encontrado el modo, pudiste…”
“¡Yo no tuve que hacer nada!” bramó.
“¡Era tu responsabilidad confiar en mí! ¡Era tu maldita esposa!”
“Lo sé, y no sabes cuánto lamento haberte apartado de mí, si pudiera devolver el tiempo, yo…”
“¡No! Si pudiera devolver el tiempo, yo jamás me habría enamorado de ti”
“No puedes controlar el corazón, Kat” musitó él.
“Me habrías amado de todas formas… me sigues amando de todas formas” terminó con voz profunda, firme.
Ella apretó los dientes y lo miró con odio irreversible. Lo empujó con ambas manos, y con tanta fuerza que apenas y pudo mantener su propio equilibrio.
“¡Maldito seas, Cassio Garibaldi!” gritó, mientras seguía empujándolo.
Él no hacía el mínimo esfuerzo por defenderse.
“¡Maldito seas! ¡No tenías ningún derecho a regresar!”
Golpeó su pecho, una y otra vez, mientras era un mar de lágrimas, de desesperó, de años de dolor contenido.
Lo golpeó porque sentía que esa era la única forma de sacar lo que tanto había reprimido. Se sentía embravecida, colérica.
Y lo quería lejos, muy lejos.
Pasados unos minutos, Cassio exhaló profundamente y tomó delicadamente sus manos entre las suyas, grandes y firmes.
Después besó cada una de ellas.
Kat lo miró pasmada, rendida.
“Te odio tanto” sollozó, ya sin fuerzas.
Cassio pasó un trago y asintió.
“Lo sé, cariño, lo sé”
Aceptó y deslizó uno de sus dedos por los labios femeninos de Kathia. Ella se estremeció bajo el cálido y entrañable contacto.
Dios, hacía mucho no sentía que su piel podría volver a vibrar de esa forma.
“Merezco todo lo que tengas para decirme”
“Tú no mereces nada de mí” dijo, quedamente, muy lastimada.
“En cambio, tú sí lo mereces todo, Kat, absolutamente todo…” y bajó sus labios para entonces capturar los suyos.
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