Exesposa al poder -
Capítulo 7
Capítulo 7:
En el despacho de Samantha se encontraban todos sus abogados, dieran un gran suspiro cuando escucharon la respuesta de Heidy, le quitaba por completo la culpa a Samantha. La única que no estaba satisfecha era ella, la había dejado como una villana sin importar la respuesta que dio.
“Esto la deja. Libre”. Dijo el feliz Señor Davis feliz: “La mujer decidió confesar que no estaba al tanto de su condición”.
“Pero no confesó la verdad”. Habló Samantha con su mirada en la televisión. Hiciera lo que hiciera, ella siempre iba a ganar con su disfraz de víctima y Samantha una vez más quedaba como la malvada de la historia: “Señor Davis, voy a salir”.
Tomó su bolso y empezó a caminar.
Cirius iba a acompañarla, pero el Señor Davis lo detuvo.
“Déjela sola, ella necesita respirar aire puro después de lo sucedido”.
El hombre asintió aceptando la petición.
Samantha no se dio cuenta, pero había caminado tanto que llegó al parque, donde tomó asiento en una de las bancas y observó el atardecer ¿Por qué era tan difícil convencer a las personas de su inocencia? ¿En qué momento de su vida llegó de ser amada a odiada? No importaba a quien se lo dijera, no iban a creerle.
“Señora ¿Me da una moneda? A cambio le dedico un poema, son míos yo los he creado”. Dijo un niño de cinco años con ropas viejas y carita sucia.
Samantha reaccionó al instante y buscó en su bolso unas monedas y se las dio.
“Gracias, es una persona muy buena”. Habló el pequeño y empezó a recitar al mismo tiempo que movía sus manos: “La oscuridad podrá alcanzarnos, pero jamás va a derrótanos, porque cuando el sol salga brillará de nuestro lado y con ello la verdad se aclarará”. Luego dio unas reverencias al finalizar.
Samantha aplaudió, había sido un poema muy bello, casi hecho especialmente para ella, pero aun así estaba deprimida.
El pequeño notó aquello y se atrevió a preguntar: “¿Le sucede algo?”.
Samantha lo negó, aunque ya no lo soportaba.
“Cosas de la vida”. Respondió desanimada, pero dejó de tomarle importancia a sus problemas y preguntó: “¿Dónde está tu mamá, pequeño?”.
El niño apuntó hacia los baños, donde una mujer joven trabajaba como limpiadora.
“Trabaja y yo le ayudo en lo que puedo. Por una moneda recito poemas”. Dijo feliz.
“¿Dónde aprendiste a recitar poemas?”.
“Mi mamá me enseñó, ella siempre habla de lo positiva que es la vida y yo sigo su ejemplo”.
Samantha sonrió por el gran carisma que tenía el pequeño.
“¿Estudias?”.
“Si, mi mamá trabaja para que yo tenga una buena educación”.
Animada por sus palabras, decidió tomar más dinero de su bolso y regalarle un billete de cincuenta.
“Toma, es todo lo que tengo en efectivo, pero si mañana prometes recitarme más poemas, vendré y te pagaré más”.
“Señora, esto es mucho dinero, tendré que aprenderme muchos poemas para ganármelo, ¡Gracias!”. Se acercó un poquito más a ella y le preguntó tímidamente: “¿Puedo darle un abrazo en agradecimiento?”.
“Por supuesto, claro que puedes hacerlo”. Dijo, lo siguiente que sintió fue el abrazó cálido y tierno del niño, que por alguna razón no pudo pensar en su hijo, que no había abrazado, pero de debía de sentirse así. Unas cuantas lágrimas se escaparon de sus ojos e intentó disimularlo.
“Vuelva mañana y le tendré poemas exclusivos sólo para usted”. Dijo animado, luego limpió su mano y la extendió: “Me llamo Nicolas, mi mamá siempre me ha dicho que no dé mi nombre a desconocidos, pero usted no es una desconocida, es mi mejor cliente y una buena persona”.
Samantha se alegó por sus palabras, se puso de pie, tomó su mano y le dijo antes de irse.
“Mi nombre es Samantha, antes las personas más cercanas a mí me decían Samy, tú puedes llamarme a sí”.
“Delo por hecho, Señorita Samy”. Dijo educado.
Ella asintió con entusiasmo, revolvió los cabellos del pequeño y caminó hasta perderse.
No se fijó que en unas cuadras un vehículo blindando de color negro la observaba.
“¿Quién es ella?”. Preguntó un hombre de unos 30 años, quien estaba en la parte trasera del auto.
«Es la Señorita Samantha Williams. Acaba de salir de la cárcel por una condena de un supuesto asesinato. Ex esposa del Señor Mickelson y la nieta heredera de la Señora Andrea”. Comentó su asistente y chofer.
“No tiene cara de asesina”. Agregó el hombre inquieto, sin dejar de verla.
“También pienso lo mismo”. Dijo su chófer.
El hombre dejó escapar una ligera sonrisa, observó la pantalla de su teléfono y se aseguró que sea ella la mujer que buscaba.
“Samantha Williams, será un placer conocerte” Dijo sin dejar de ver su imagen en la pantalla.
“Señorita Williams ¿Dónde se fue a meter?”. Pregunto Cirius, la Señora Andrea se la dejó a cargo, confiaba en el hombre, sabía que iba a cuidarla como su hija; además de ser su asistente personal.
“Fui a dar un paseo para distraer mi mente”. Comentó y caminó en dirección a su despacho, ahí tomó su teléfono e hizo una llamada.
“Quisiera revisar los videos de seguridad de hace cinco años atrás, dentro y fuera de la mecánica, por favor”: Habló recordando que su auto estaba en el mecánico cuando la llamaron para que fuera a recogerlo, segundos después fue detenida.
«Señorita Williams, esos videos fueron eliminados hace tiempo porque no se encontró nada con respecto a su caso”. Respondieron.
Samantha respiró frustrada.
«Entonces que sean los videos de las cámaras que están a sus alrededores, pero los quiero ver hoy mismo”.
«De acuerdo, se los enviaré en cuanto los tenga».
Dejó su teléfono sobre el escritorio y echó la cabeza para atrás. De un momento a otro su teléfono sonó indicando la llegada de un mensaje.
En este se veía una foto sacada de algún video de seguridad, allí estaba Heidy con los padres de Dante, siendo ella la última persona quien estuvo con los Señores Mickelson.
[Te enviare todas las evidencias que necesitas; pero a cambio tendrás que pagarme] Era lo que decía después de la fotografía.
Extrañada por la rareza del mensaje, pero agradecida de tener una pista en sus manos, decidió aceptar el trato.
[¿Cuándo y cómo tendré que pagarle?]. Preguntó de inmediato.
[Cuando tu nombre este limpio y tu ex esposo no signifique nada para ti. Ese día te estaré esperando a las 8 pm en el hotel la gran ciudad, allí te diré cómo me vas a pagar].
“Señor, ya hemos revisado toda la información de su ex esposa. Es la heredera legal de la Señora Andrea, no hay anomalía en ello, el poder le pertenece. Haga lo que haga, no podrá ensuciarla, siempre saldrá libre por el bufe de abogados que tiene, y si ella quiere no le dará a su hijo, ni se lo permitirá verlo, porque usted ha perdido sus derechos al estar divorciados. Ella tiene la posición económica y el poder para tenerlo”.
Dante endureció su rosto como roca tras escucharlo. Envió a investigar a Samantha para encontrar un fallo, destruirla y quitarle a su hijo, pero lo que recibía eran malas noticias. Dio un golpe seco en la madera de su fino escritorio y dijo.
-Fuera de mi vista, Sebastián”.
El hombre al verlo molesto asintió y se fue sin hacer ruido.
Dante tomó el vaso lleno de licor, bebió sólo un trago y lo estrelló contra la pared con todas sus fuerzas.
“Cómo es posible que ahora tengas más poder que yo”. Dijo entre dientes: “Mi hijo algún día va a enterarse que eres la asesina de sus abuelos y va a odiarte por eso. Tú no puedes cuidarlo, si quieres enfrentarte a mí te daré ese placer, Samantha”.
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