Exesposa al poder
Capítulo 67

Capítulo 67:

Samantha llegó a la mansión, las luces estaban apagadas, cosa que se le hizo extraño. Bajó del auto y decidió entrar. El personal y los guardias se habían ausentado.

“James”. Llamó, pero el hombre no respondió. Caminó un poco más y encontró a todos ellos inconscientes en el suelo como si estuvieran durmiendo, incluso Hades estaba inconsciente: “Por Dios”.

Miró al segundo piso y empezó a subir las escaleras. Lo primero que hizo fue entrar en la habitación de Matías, su cama estaba vacía y desarreglada. Empezó a respirar rápido, no podía perder la cabeza, guardó la calma y corrió en la dirección a la habitación de la bebé. Tampoco estaba, en la cuna sólo se encontraba un biberón medio lleno.

“Salome, Matías ¿Dónde están?”. Preguntó al llevar sus cabellos hacia atrás con las manos.

“¿Salome? ¿Así se llama la niña?”. Preguntó el señor Jones. El hombre estaba sentado en uno de los rincones, se puso de pie y caminó en dirección a Samantha: “Ellos son los hijos de Vlad Ferguson ¿Verdad?”.

“¿Dónde tiene a mis hijos?”. Preguntó ella con un gran coraje que no le importaba desafiarlo: “Si les llega hacer algo, Vlad va a matarlo”.

“Imposible, él será mi yerno, no puede tocarme. Además, ustedes ya no son nada. Si Vlad quiere hacerme algo, lo amenazo con los niños. Ahora si los quieres ver, cede Samantha y sé mía. Hoy cobro lo que pagué por ti hace cinco años”.

Los ojos de Samantha se abrieron, ese era el hombre que trató de llevársela en su fiesta de despedida. Molesta lo abofeteó.

“Primero muerta a entregarme a su asqueroso cuerpo”. Dijo sin dejar de mirarlo.

El señor Jones sonrió ante su negación.

“Entonces será a la mala”. Se acercó con una mirada de p%rvertido hasta arrinconarla. Samantha al ver su cercanía empezó a retroceder mientras sus ojos estaban fijos en la puerta: “Serás mía quieras o no. Yo pagué por ti y voy a tomar lo que me pertenece”.

Samantha al sentir la pared en la espalda, con la ayuda de sus manos avanzó a tomar un florero y lo golpeó en la cabeza, después corrió a gran velocidad con la intención de salir e ir por ayuda. Cuando quiso abrirla puerta que daba a la sala él la detuvo, la tomó del brazo, obligó a que lo mirara y la golpeó.

Ella cayó al suelo por el golpe recibido, su labio estaba roto y sangraba. Débilmente empezó a arrastrarse por el frio suelo con la intención de escapar.

“Después de cinco años, hoy estás a mis pies”. Dijo desalmado mientras le seguía el paso, la tomó de la pierna para arrastrarla a él y se posó sobre su cuerpo.

-Suéltame ¡Suéltame!”. Samantha empezó a golpearlo, intentaba defenderse y sacárselo de encima.

El señor Jones no escuchó o no quería escuchar, estaba embriagado por el aroma de Samantha y su cuerpo. Excitado retiró el abrigo que la cubría, haciendo que su deseo creciera cuando observó a Samantha con lencería roja.

“Pero si ya has venido preparada”. Sus manos empezaron a tocar todo el cuerpo de Samantha y besar como un maniático su cuello, quería desfrutar cada centímetro de su piel.

“Por favor, no lo haga. Se lo pido”. Empezó a llorar desconsolada al creer que no tenía escapatoria: “Se lo pido”.

“Iré por Samantha y mis hijos, me los llevaré de aquí”. Dijo Vlad al bajar del vehículo con el Señor Miller y Adams.

“Haces bien, ese hombre puede estar en cualquier lugar”. Vlad asintió ante sus palabras y empezaron a caminar.

“Esto no es bueno”. Escuchó decir al Señor Adams al mismo tiempo que inspeccionando toda la zona: “Llamaré refuerzos”.

Vlad se quedó en silencio, un mal presentimiento invadió su cuerpo. Al segundo se escuchó un forcejeó más la voz de Samantha tratando de defenderse en el segundo piso. Sus ojos se hundieron y el corazón le empezó a latir con fuerza. Corrió en su dirección sin ver hacia atrás, la puerta estaba cerrada, pero eso no era un impedimento para Vlad. La ira lo consumía y con una patada logró derribarla.

La encontró en el suelo llorar desconsolada casi semidesnuda, y encima de ella estaba Jones besándola e intentando vi%larla.

“Basta, por favor”. Decía Samantha. Al no tener de otra lo mordió en la mano, Jones molesto la abofeteó provocando más la ira de Vlad.

Perdió el control, tomó al hombre del cuello y lo lanzo muy lejos. Jones intentó ponerse de pie, pero al segundo Vlad ya lo apuntaba con un arma en la cabeza.

“No puedes matarme, seré tu suegro. Tengo un convenio con tu padre, soy intocable”.

Vlad no dijo una sola palabra y les disparó a sus genitales. Jones gritó con fuerza por el impacto que cayó al suelo de rodillas tratando de cubrir sus partes.

“¡NADIE TOCA A MI SAMY!”. Gritó Vlad y los siguientes disparos fueron a parar en sus piernas y brazos dejando al hombre totalmente inmovilizado en el suelo. Su pie se montó sobre la cabeza de Jones y antes de dar el disparó final que terminaría con su vida, le dijo: “Esta es la devolución por lo que pagaste por ella, espero y te arrepientas”.

El sonido se escuchó por todas partes, pero Vlad no descansó hasta descargar el arma por completo.

“Basta Vlad, ya está muerto, estás asustando a Samantha”. Dijo el Señor Miller. Vlad tenía una mirada totalmente oscura, sus ojos pantanosos estaban por estallar de ira. Volvió a la realidad y fue por ella.

Samantha estaba en un rincón temblando por el pánico. Estaba abrazaba sus piernas y lloraba sin control, el miedo la recorrió cuando escuchó los disparos y vio a Vlad matar al hombre frente a sus ojos. De repente la tomaron de los brazos hasta abrazarla.

“Samy, tranquila”. Dijo Vlad sosteniéndola con fuerza al mismo tiempo que ofrecía su saco para cubrir parte de su denudes.

Notó la sangre en sus labios, eso hizo que se enfureciera y que las venas de su frente se inflaran, pero no podía perder el control, ella estaba fuera de sí. Parecía tener una crisis de pánico y ansiedad. Su respiración era rápida y no quería ser tocada, se esforzaba por liberarse.

“Los niños, los niños”. Repetía una y otra vez: “Ese hombre, ese hombre se los llevó, suéltame, suéltame, iré por mis hijos”.

“Adams”. Llamó Vlad: “Necesito calmantes ¡Ahora!”.

El hombre de inmediato le preparó una inyección y se la entregó a Vlad en las manos.

“Necesitas calmarte, Samy, no estás bien”. Volvió a decir y la inyecto en el brazo: “Yo traeré a los niños, te lo prometo”.

Samantha dejó de luchar, los calmantes empezaron a hacer efecto, sus ojos pesaban tanto que al segundo se quedó dormida. Vlad la tomó en sus brazos, hubiera querido torturar más a Jones, de la forma más lenta posible convirtiendo su muerte en una perfecta agonía eterna, pero el deseo de matarlo en ese momento pudo más. Teniendo la calma que necesitaba, caminó con ella hasta salir.

“Hemos encontrado a los niños, Vlad”. Dijo el Señor Miller: “Por alguna razón están con tu tía Teresa. Ella dijo que reconoció a Matías mientras caminaba con una mujer que llevaba una bebé en brazos, al ver que no estaban ustedes decidió detenerla y quitarles a tus hijos”.

Vlad escuchó cada palabra mientras sus ojos estaban concentrados en Samantha. Ella todavía dormía. Su mirada era triste y melancólica, no soportaba verla así. Su ira aumentaba cuando sus ojos observaban su labio roto, lo había sanado, pero el golpe continuaba ahí. Se puso de pie, tomó un saco y le dijo a Miller.

“Vamos por mis hijos”.

“De acuerdo, ya está el auto listo. Pero antes de irnos, Adams pregunta qué hacer con el cuerpo de Jones”.

“Lo que hacemos con todos los cuerpos, desaparecerlo”.

“Vlad, pasa”. Le invitó Teresa cundo lo vio en la entrada del hotel donde se estaba hospedando, la mujer estaba feliz por verlo.

“Teresa ¿Dónde están mis hijos?”. Preguntó Vlad yendo directo al grano, necesitaba estar seguro de que estaban sanos y a salvo.

“Los niños están con Gaby, mi hija vino de incognito a visitarme”.

“¿Cómo los encontraron?”.

“Gaby reconoció al niño siendo llevado por una mujer joven. Matías intentaba soltarse de su mano e incluso pedía que le diera a la niña. Nos acercamos, el niño nos reconoció y pidió nuestra ayuda. Ella se puso muy nerviosa, dijo que era la niñera, pero no le creímos. Sabía que Samantha no contrató a nadie para eso. Amenázanos con llamar a la policía, le quitamos a la bebé y ella se fue prácticamente huyendo”.

“Dame sus características”.

“Delgada, rasgos finos y cabello negro. También tenía una mascarilla en el rostro, era una enfermera”.

Vlad apretó sus puños, reconoció esas características de inmediato.

“Quiero ver a mis hijos”. Al decir aquello Matías salió junto a Gabriela, quien tenía a Salome en sus brazos.

“¡Papá!”. Dijo feliz y fue con él.

Vlad lo sostuvo en sus brazos y depositó un besó en la frente, el alma le volvió al cuerpo. Por un momento pensó que los había perdido. Caminó hasta donde Gabriela, dejó a Matías en el suelo con mucho cuidado y tomó a su hija. Cerró los ojos para poder respirar, su corazón estaba completo.

“Es una niña muy linda”. Dijo Gaby: “Felicidades Vlad, tu hija es bella y también tu hijo. Matías dijo que eras su padre”.

“Lo soy, soy el padre de ambos”. Miró a las mujeres y pidió un favor: “Guarden el secreto, Hamilton no puede saberlo”.

“Descuida”. Intervino Teresa al acercarse a ellos: “De mis labios no saldrá nada. Ayudaste a mi hija, ahora yo voy a ayudarte”,

Vlad asintió, nunca en su vida había estado tan agradecido y en deuda con alguien. Tomó a sus hijos y empezó a caminar.

Samantha empezó a despertar. Se dio cuenta que estaba sola y con la pijama de Vlad en su cuerpo. Su cerebro reaccionó al instante al recordar a Matías y Salome, intentó ponerse de pie e ir corriendo a donde sea, pero no podía moverse. Cuando estuvo a punto de parase, la puerta de la habitación se abrió y con ello entro Vlad llevando a Salome en sus brazos y junto a él, Matías.

“¡Mamá!”. Dijo el niño y fue corriendo a sus brazos.

Samantha lo sostuvo con fuerza y le besó el rostro, unas cuentas lagrimas empezaron a salir de sus ojos.

“Cariño ¿Te duele algo? ¿Te encuentras bien?”. Preguntó desesperada y el niño negó.

“Te extrañe”. Tabló y volvió a abrazarla.

Vlad se acercó a ellos, dejó a su hija en brazos de Samantha, ellas se necesitaban. La desesperación de la pequeña por sentir a su madre empezó a notarse.

“Gracias por traérmelos, Vlad”. Dijo Samantha besando una y otra vez a Salome, la niña estaba bien: “Me acabas de devolver el alma”.

“Samy, por ustedes soy capaz de meter las manos al fuego con tal de verlos juntos”. La envolvió en sus brazos y besó sus cabellos. En una noche estuvo a punto de perder a su familia, definitivamente la suerte estaba de su lado.

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