Exesposa al poder
Capítulo 65

Capítulo 65:

“¡Papá, mamá!”. Llamó Matías al ver que sus padres se acercaban a él. No esperó más y fue a alcanzarlos: “Los extrañé mucho”.

“Te aseguro que nosotros también”. Vlad se veía feliz, miró a Samantha quien mantenía una mirada calmada y pensativa, no despegaba sus ojos de los de Matías, ella parecía compararlos: “¿Podemos irnos?”.

“Claro”. Matías bajó de los brazos de su padre, se puso en medio y tomó las manos de ambos para empezar a caminar.

La rutina en el hospital fue la misma, ya faltaba poco para que le dieran de alta a Salome y al fin pueda vivir en casa.

“Te ves hermosa cuando sujetas a nuestra hija”. Dijo Vlad anonadado por ver a Samantha mimar a la pequeña alíen: “Si los senos te duelen, me sigo ofreciendo como voluntario”.

Samantha estiró sus labios, aprovecharía que su hijo estaba distraído para preguntar.

“Vlad, si pronto te vas a casar con Olivia Jones. ¿Por qué me buscas?”.

Él estiró sus labios, caminó hasta estar cerca, tomó a su hija en brazos y respondió.

“Niña tonta”. Le dijo al mirarla a los ojos: “¿No te das cuenta de que tú eres mi único mundo dentro de todo este caos? Podré estar comprometido con Olivia, pero mi corazón y cuerpo ya tiene dueña… esa se llama Samantha, mi Samy”.

Samantha bajó su mirada, Vlad nunca mentía cuando se trataba de algo serio, los rasgos de sus ojos y posturas se lo decían.

“Samy”. Volvió a llamar: “Tengo dos meses antes de acabar con todo esto. Esos dos meses te los ofrezco por completos a ti y a mis hijos. Dame la oportunidad de entrar de nuevo en tu vida”.

“Vlad, yo…”.

“Piénsalo, no respondas ahora”. La interrumpió y muy despacio dejó a la alíen en la cuna: “Es hora de irnos y a ti te veré mañana”.

Le dijo a su hija al tocar el filo de su pequeña nariz.

Samantha asintió, miró a su hija para despedirse y juntos salieron de la habitación.

En la salida del hospital, una voz familiar los llamó.

“¡Samantha, Vlad!”. Llamó Teresa, la segunda esposa Ferguson y tía de Vlad. Se acercó a ellos feliz: “¿Qué hacen ustedes dos juntos?”.

Preguntó algo pensante y con una sonrisa en su rostro. Vlad respiró, apagó por completo todo sentimiento y Samantha dejó de sonreír.

“Estamos aquí por asuntos personales”. Respondió sin muestra de afecto: “¿Cuál es el motivo de tu visita?”.

“Soy donante para los niños con enfermedades y hoy viene a inspeccionar el hospital. Buscó a la dueña, al parecer hubo un cambio de líderes, pero no logro encontrarla, casi nadie la conoce”.

“Quizás está ocupada”.

“Debe de ser, volveré otro día”. Miró a Samantha y le dijo: “Siento mucho lo de tu bebé, también lo siento por ti Vlad, enserio”.

“Teresa, no es momento de hablar de aquello”. Vlad respiró, ella no tenía que saber de la existencia de su hija. Sintiéndose ofendido, decidió salir del hospital.

“Mi pobre muchacho”. Dijo Teresa con voz triste mientras lo veía marcharse. Observó a Samantha y tomó su mano: “Vlad nunca había sido tan feliz en su vida y eso es gracias a ti, le diste lo que muchas no pudieron darle, amor y felicidad. Samantha, Vlad te ama, sus ojos lo delatan ¿Qué otra prueba quieres?”.

Samantha mordió sus labios, su corazón batallaba por dejarlo entrar.

“Se va a casar con Olivia en dos meses, Teresa. Yo no creo soportarlo”.

“¿Quién es Olivia en el corazón de Vlad? Anda, responde”. Samantha no se atrevió a decirlo. Ella sonrió y le dijo: “Exacto, Olivia Jones no es nadie, pero tú lo eres todo. No le des más vueltas al asunto y disfruten de estos días que les quedan. Conozco a Vlad y sé que tiene algo en mente, sólo debes de poner de tu parte, linda. Mi concejo de mujer mayor es que no te rindas”.

Tocó el hombro de Samantha dejando unas cuantas palmadas y empezó a marcharse.

“Teresa, espere”. La detuvo al mismo tiempo que levantaba su mano: “Envíe un informe a mi asistente con respecto a los niños que quiere ayudar, yo lo revisaré para que pueda ser pate de las donaciones”.

“¿Tú eres la dueña?”. Preguntó la mujer dejando ver una sonrisa en su rostro.

Samantha asintió despacio, no daría explicaciones, pero si la dejara ser parte del proyecto del hospital.

“De acuerdo, me comunicaré con ella”. Asintió y se marchó en busca del vehículo que la esperaba a las afueras.

Samantha respiro despacio, las palabas de Teresa lograron que vea el mundo de otra manera.

“No quiero que mi familia esté cerca de Salome”. Dijo Vlad a Samantha cuando abrió la puerta del auto: “Los Ferguson no pueden saberlo”.

“Teresa es una buena mujer, sólo quiere ser donadora del hospital. Dejaré que entre en el programa, pero la entrada a la habitación de Salome está prohibida”.

“Por precaución enviaré a mis hombres para que vigilen las veinticuatro horas a mi hija”.

“No me voy a oponer, Vlad. Gracias”. Samantha mordió sus labios inconscientemente, tenía algo más que decir.

Vlad la miró y sonrió de lado.

“Tu cuerpo habla, Samy y ese gesto me da esperanza”. Se acercó hasta dejar un tierno beso en su frente”. Te veré mañana”.

Luego miró a Matías y desarregló sus cabellos.

“Cuídala por mí”.

“El niño asintió feliz, tomó la mano de su madre y Vlad dejó que entraran en el vehículo. Se quedó a mirarlos hasta que desaparecieron.

Las dos siguientes semanas Samantha decidió observar más de cerca a Vlad, no le daba indicios, pero tampoco se negaba a pasar tiempo con él. Mirarlo cuidar de sus hijos, tomar en sus brazos a Salome y besar sus manitas era increíble. No cabía duda de que cuidó bien de Matías.

“Siento que no está comiendo”. Dijo Samantha al alimentar por primera vez a su hija. Sus senos fueron florecidos por la leche materna y la niña al fin podía comer: “No espera, si lo está”.

Corrigió y sonrió. Salome era una niña golosa, solo faltó su olfato para reconocer a su madre y alimentarse de ella, parecía hambrienta.

“De acuerdo con este libro, debe de ser alimentada entre ocho a doce veces al día”. Habló Vlad sosteniendo en sus manos y leyendo un texto ‘¿Cómo alimentar aun prematuro?’: “Parece que tendré que acompañarte está noche?”.

La miró serio, pero por dentro saltaba de felicidad.

“Tu afirmación es correcta Vlad, pero”. Samantha indicó con su mirada el bolso, donde había unos papeles: “Hoy Salome llegó a la estatura y peso correcto, será dada de alta, podré llevarla a la mansión y hacerme cargo de ella personalmente”.

“No, no confió en dejar a mis hijos con otras personas. Prefiero cuidarlos yo”.

“Insisto que lleves a alguien, son dos niños y Salome necesita mucha atención”.

“James puede ayudarme, ahora es mi mano derecha y un excelente niñero”.

“No discutiré eso, pero yo puedo ayudar, tengo mucha experiencia. Sólo mira a Matías, es un excelente niño”.

Samantha sonrió, tampoco iba a discutirlo. Tomó con suavidad a su hija cuando quedo satisfecha y la posó en su hombro, había que sacarle los gases.

“Mañana voy a darte una respuesta, Vlad”. Dijo al mirarlo.

“Excelente, ahora no dormiré está noche”. Vlad caminó hasta tomar la pañalera, observó un biberón con líquido blanco, curioso lo probó: “¿Por esto los niños lloran?”.

Preguntó degustando el sabor en su paladar.

“Tiene un sabor extraño, simple, pero no es agua”.

“Vlad, esa es mi leche materna. Me ordeñé antes de salir de casa”. Samantha no podía creer lo que Vlad había probado: “Deja donde estaba y ahora vámonos”.

“De acuerdo, pero ahora he probado tu alimento que voy a deshidratarme si no obtengo más de el. De ti depende mi salud”. Vlad caminó hasta estar cerca de ellas, Samantha tenía una mirada desconcertada por sus Palabras: “Anda, vamos”.

Llegaron a la mansión, Samantha deposito a su hija muy despacio dentro de la cuna, al final la niña ocupaba ropas amarillas y suaves mantas del mismo color.

“Leí que cuando las niñas cumplen los tres meses de nacidas, su belleza florece. Todavía hay esperanzas, a ti te falta dos meses más”. Comentó Vlad al ver a su hija dormir.

“Vlad, es una recién nacida y prematura, es normal que su piel esté arrugada y tenga los ojos hinchados”.

“¿Cómo un alíen?”.

“No, no es un alíen”. Tomó su mano, tenían que dejar dormir a Salome.

“Señor Vlad, que gusto poder verlo de nuevo ¿Volverá a la mansión?”. Preguntó James totalmente feliz.

“Es lo que más deseo”. Miró a Samantha, y sin despegar sus ojos con los de ella le dijo: “¿Me acompañas hasta la salida?”.

“Claro”. Miró a James: “La niña está durmiendo y Matías en su habitación, por favor lo llama para que almuerce”.

“Descuide, yo me encargo. Vaya tranquila con el señor”.

Samantha asintió, Vlad posó su mano en la cintura y empezaron a caminar.

“Entonces ¿Mañana a qué hora estoy aquí?”. Preguntó con una gran sonrisa.

“Yo te diré la hora”. Respondió Samantha. Parecía ser una decisión de vida o muerte.

“Estaré atento”. Vlad tomó su mano, sus labios se abrieron queriendo decir algo, pero un ladrido lo detuvo: “Hades”.

Se alegro al ver al gran perro, se agachó hasta su medida y lo acarició.

El perro no dejaba de moverse y de demostrar su aprecio ante Vlad.

“¿Me lo puedo llevar?”

“Mis hijos lo necesitan más que tú”. Respondió Samantha: “Matías juega con él todas las tardes, notará su ausencia”.

Vlad dejó escapar un leve suspiro, Hades fue comprado para cuidar de Matías, quitárselo no era justo para ambos. Acarició la gran cabeza del perro y le dijo.

“Pronto nos volveremos a ver. Ahora debes. cuidarlos, hay una niña más en la habitación”.

Hades levantó su pata delantera, entendiendo las palabras de Vlad. Vlad decidió ponerse de pie, Samantha le había quitado hasta el perro.

“Nos vemos”. Le dijo.

“Espera mi respuesta”. Respondió Samantha, el asintió y empezó a caminar. Hades y Samantha se quedaron a mirarlo, el perro dejó salir un agudo aullido: “No me culpes, de todas formas, lo volverás a ver mañana”.

(En la noche; en la suite de Vlad)

Vlad organizaba su trabajo en la oficina, se vio interrumpido cuando el timbre se escuchó. Decidió levantarse e ir a ver quién era.

“¿Puedo pasar?”. Preguntó Olivia con las manos en la cintura.

Vlad cruzó los brazos, no entendía porque la mujer insistía en acercarse.

“No y vete Olivia. No eres bienvenida”.

“Es importante”. Insistió: “He tomado la decisión de ya no casarme”.

“¿Lo dices enserio?”. Para Vlad era una noticia imposible de creer.

“Si ¿Me dejas pasar?”.

“Adelante”. Se quitó de la puerta y permitió su acceso. Olivia tenía que saber que Vlad reconocía una mentira de lejos: “Te escuchó”.

Ella se movió un poco entre el asiento y arregló el vestido.

“Es evidente que no podré luchar en contra de Samantha”. Habló segura: “Así que te dejo, puedes hacer lo que quieras”.

Vlad dejó ver una sonrisa bufona, Olivia jamás se rendiría y eso era algo que Vlad llevaba en mente.

“Olivia, Olivia, Olivia… después de luchar para comprometernos de nuevo ¿Estás dispuesta a abandonar todo? No te creo”.

“Es la verdad y para que veas que no miento”. De su bolso dejó ver un vino, más dos copas. Las sirvió y le dio una a Vlad: “Toma, será nuestro último trago, después de esto no volverás a verme”.

Vlad se quedó a observarla, se puso de pie y tomó la copa en sus manos.

“¿Qué le pusiste? ¿Dr%ga? ¿Pastillas para dormir? ¿Alguna sustancia?”. La interrogó para después vaciar el vino en una de las masetas.

“¡No le puse nada!”. Habló enfadada.

“¿Y por qué no has bebido nada?”. Olivia sostenía en sus manos la copa intacta: “Anda, bébela”.

Un gran suspiro se escuchó salir de Olivia. Dejó la copa en la mesa, se acercó a él y le dijo.

“Vlad Ferguson siempre tan desconfiado, haces bien”. Llevó su mano al bolso: “Pero yo no me voy de aquí hasta conseguir que Samantha te odie”.

Al decir eso, la palma de su mano subió a la medida de su rostro y sopló dejando que un polvo delgado se esparciera sobre Vlad.

Vlad pestañó y trató de limpiar su rostro. Al segundo todo empezó a verse borroso.

“Olivia, si llegas a tocarme te mato”. La amenazó tratando de no ceder al sueño.

“No voy a tocarte, Vlad. Sólo necesito que Samantha venga y se lleve una desilusión”.

“No va a creerte”. Vlad intentó ahorcarla, pero su cuerpo se puso tan débil que al segundo se desplomó en el suelo.

“Descansa, ahora todo corre por mi cuenta”.

Olivia llevó el pesado cuerpo de Vlad hasta la habitación, tomó fuerza y lo subió en la cama. Retiró sus ropas y sólo lo dejo en bóxer, ella también se quitó su vestido para quedar en ropa interior, caminó al armario y agarro la camisa favorita de Vlad para después ponérsela.

“Hola Samantha”. Llamó desde el celular de Vlad: “¿Quieres saber dónde está tu ex esposo? La respuesta es fácil, está conmigo en la suite, al fin me dejó entrar”.

Terminó de liberar su veneno y colgó.

Samantha entrecerró los ojos y llevó el celular al pecho. Vlad la llamó, pero quien contestó fue Olivia. No encontraba una respuesta para lo sucedido, Vlad la detestaba, no puede haberla dejado entrar tan fácil. Tenía que ser una mentira, pero perdía nada en ir a ver.

“James”. Llamó al mayordomo y tomó un abrigo: “Voy a salir, por favor cuida a mis hijos en mi ausencia. Hay leche materna en el refrigerador para que alimentes a Salome”.

“Claro, vaya tranquila”.

Samantha asintió, dejó de verlo y bajó tan rápido como pudo las escaleras para ir por su auto.

Se estacionó frente al hotel, no fue necesario que diera sus datos, simplemente caminó hasta tomar el ascensor y subir en dirección a la suite. Cuando llegó toco la puerta con fuerza.

“Vas a despertarlo con esos golpes”. Dijo Olivia desfilando con la camisa de Vlad en su cuerpo cuando abrió la puerta.

Samantha la miró, la mujer había desordenado sus cabellos y corrido el labial.

“¿Enserio crees que voy a creerte?”. Preguntó al cruzarse de brazos. Observó detrás de ella dos copas de vino vacías, sólo eso.

“¡¿Creerme?! Lo estás viendo Samantha, Vlad y yo la pasamos muy bien”.

“De acuerdo, pero sabes que olvidaste algo en toda está escena que montaste”. Entró en la sala hasta estar muy cerca de Olivia y olfatearla: “No tienes la colonia de Vlad sobre tu cuerpo”.

“Hoy no uso”. Oliva se dio cuenta que había cometido un pequeño error, debió de poner se la camisa que Vlad tenía y no otra.

“Es extraño porque hoy fue a verme y olía muy bien”. Dijo sonriendo, haciéndola caer en su mentira. Dejó de sonreír y le dijo: “Olivia quiero que te vayas”.

“No vas a botarme”.

“¿Quieres apostarlo?”. Samantha tomó su brazo y a jalones empezó a sacarla de la suite: “No le devuelvas la camisa a Vlad, le compraré una mejor”.

Cerró la puerta en sus narices, dejándola con los ojos totalmente abiertos.

Llevó las manos al rostro, por poco Olivia le hace caer en su trampa. Decidió caminar a la habitación, cuando lo hizo encontró a Vlad dormir en la cama semidesnudo. Se acercó a él, luego se recostó a su lado, tocó sus millas y se quedó a observarlo.

Respiró profundo concentrándose en su aroma, especialmente en la colonia varonil que tanto le agradaba y la que lo había salvado.

“Vlad”. Lo llamó en voz baja: “Acepto los días a tu lado”.

Vlad entreabrió sus ojos, la visión estaba borrosa, pero reconocía muy bien esa silueta.

“Samy”. La llamó: “¿Volverás a mí?”.

“Sí”. Samantha se acercó a su pecho hasta sentirlo: “Volveré contigo, Vlad”-

Un gran suspiró se escuchó salir de Vlad, la envolvió en sus brazos y terminó centrándose en sus brazos, finalmente volvió a cerrar los ojos.

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